Carlos Fernández-Vega
Por qué al INEGI, ¡no le hagan eso al instituto!
Desde el momento mismo en el que su nombre circuló como el potencial nuevo secretario de Economía, a todos se les puso el pelo de punta: Eduardo Sojo, el otrora fiel escudero de Vicente Fox, sería el encargado de “promover el crecimiento económico” y “desarrollar la política industrial” del gobierno calderonista.
Se trataba, reflexionaron líderes industriales y analistas, del mismo “genio” que en tiempos del “cambio”, y cobijado en Los Pinos con su Oficina de Políticas Públicas, en buena medida “ideó”, “armó” y “puso en marcha” la autodenominada política económica y de “promoción industrial” del sexenio, o lo que es lo mismo uno de los más sonados fracasos del gobierno foxista.
Felipe Calderón desoyó todas las advertencias, y prefirió cubrir cuotas y pagar cuentas políticas con el foxismo que reactivar la planta industrial del país y darle cuerpo a una política económica que trascendiera el concepto de país maquilador, en boga desde dos décadas atrás. Así, en lugar de escuchar, analizar las advertencias, panearse por los destrozos foxistas y evitar el ostentoso error que estaba a punto de cometer, el michoacano pagó comenzó a cubrir la factura por sus enormes cuan ilegales consumos electorales (oficializó el nombramiento de Sojo el 21 de noviembre de 2006) y tiró al cesto de la basura la posibilidad, como en tantos otros renglones, de enderezar el barco y sacar del ostracismo a la economía nacional.
Tan sólo unos días después de su nombramiento oficial, Sojo cometió el primer gran error, que se tradujo en la llamada crisis de la tortilla y el incremento sostenido de los productos de consumo básico (“no existe posibilidad de que el gobierno controle el precio de la tortilla... a medida que sube el precio y hay más incentivos, van a sembrarse más hectáreas, habrá más producción como respuesta al incentivo del mercado”, celebraba el secretario de Economía en los primeros de enero de 2007). Pero el mayor e imperdonable error fue mantenerlo en ese despacho, porque de allí en adelante lo anterior se convirtió en norma, con resultados verdaderamente lamentables, que están a la vista de todos, no obstante que el propio Felipe Calderón “advirtió” a los integrantes de su gabinete económico que “los evaluaré diariamente”, para lograr, dijo en los últimos días de noviembre de 2006, “el crecimiento rápido de la economía, el combate a la pobreza y la generación empleos, siempre manteniendo el equilibrio en las finanzas públicas“. En los hechos, ni lo primero, ni lo segundo y mucho menos lo tercero.
Veinte meses después de aquel innoble nombramiento, y ante un panorama desolador, en vías de empeorar, el inquilino de Los Pinos pretende enmendar el “error” cometido en aquel noviembre de 2006 con una increíble pirueta en 2008, la cual intenta esconder la tarjeta roja recibida por el hasta ayer Secretario de Economía (que sin duda al propio Calderón le corresponde) con una “propuesta” al Senado de la República para que el mismo Eduardo Sojo se convierta en el nuevo presidente de la Junta de Gobierno del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, el INEGI (¿qué culpa tiene este organismo? ¡No le hagan eso!). ¿En serio es más importante remover a un secretario de despacho, sobre en estos candentes tiempos, para atender la “urgencia” de la junta de gobierno de un organismo como el INEGI? Ajá.
Para tapar un hoyo, Calderón decidió abrir otro, y casi al final de su anuncio sobre la “promoción” (léase remoción) de Sojo, y tras su nada convincente pirueta de cirquero pueblerino, el inquilino de Los Pinos anunció, como quien patea un bote, que a partir de ayer Gerardo Ruiz Mateos es el nuevo secretario de Economía de la “continuidad”, un empresario metido a la polaca por obra y gracia del propio Calderón, que terminó despachando en la Oficina de la Presidencia de la República de la “continuidad“ y que, en síntesis, no tiene mayor gracia (el ejemplo de Juan Camilo Mouriño se repite) que la cercanía con el michoacano (nótese el perfil del flamante titular de la SE: “actividades -así, en genérico- desarrolladas en el sector privado y social; destaca su experiencia como presidente de la Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural y su pertenencia al Consejo de la Unión Social de Empresarios Mexicanos, en donde fungió como presidente en el año 2000; además, fue coordinador de Administración de la Campaña Presidencial de Acción Nacional en 2006, y posteriormente Coordinador Técnico del Equipo de Transición“. Y ya. Más que suficiente, dice el inquilino de Los Pinos, para convertirse en secretario de despacho, o lo que es lo mismo, otro cachorro en el gabinete. ¿Y la economía, apá?
Lo mejor del caso es que a Ruiz Mateos Calderón le encarga lo mismo que, en aquel noviembre de 2006, al hoy defenestrado Eduardo Sojo: “la realización de tareas de gran relevancia para la nación”, entre ellas “apoyar la economía de las familias mexicanas en todo momento, especialmente frente al alza internacional de los precios de los alimentos“ (la cual, dicho sea de paso, se hizo más que obvia desde cuando menos un año atrás) y “promover la inversión, como lo hizo el doctor Eduardo Sojo, con el objeto de dinamizar la actividad económica y generar los empleos que necesitan los mexicanos“ (obvio es que el hoy defenestrado no lo logró, con todo y “evaluación diaria“).
Con ese criterio (mi círculo íntimo en los puestos estratégicos, aunque no tengan la menor idea), México nunca saldrá del hoyo ni se encontrarán respuestas internas para hacer frente a la crisis doméstica y mucho menos a la viene de afuera. Algunos suponen que es mejor corregir tarde que mantenerse en el error. Pues bien, en el caso del inquilino de Los Pinos la “reacción” es tardía, y además repite el “error”.
Las rebanadas del pastel
Resulta aberrante el secuestro y asesinato del niño Fernando Martí. Un abrazo solidario para su familia. Pero más lamentable aún es la rápida reacción de las autoridades y el griterío de los medios sólo cuando en este tipo de casos deleznables aparecen involucrados apellidos de renombre. La industria del secuestro afecta a toda la ciudadanía, y por ello hay que exigir la misma actitud y rapidez, y gritar igual de fuerte en todos los casos. Si a ese grado de cinismo se ha llegado, entonces México no tiene remedio. La hermana República de Bolivia conmemora el 183 aniversario de su independencia, en medio de los embates de la oligarquía nacional y extranjera. No pasarán. Un fuerte abrazo a la comunidad boliviana en México, y uno muy especial para Coco y Marta.
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