Por Jorge Lara Rivera
Temprano por la mañana, el miércoles, vía un telenoticiario, con la satisfacción del deber cumplido y rezumando buen humor, complacido con su oneroso e inepto desempeño en las blindadas oficinas donde despacha, Agustín Carstens, el “aprendiz de brujo” de la Secretaría de Hacienda nos ha hecho saber cómo se vengará el régimen por los reparos puestos a su proyectada genial “venta de garage” de PEMEX, sin preocuparle que el castillo de naipes de las finanzas nacionales se desmorone y amenace con aplastar a la sociedad.
Ya era grave que las proyecciones de crecimiento de nuestra economía se quitaran las máscaras optimistas y dieran, a lo sumo, un ridículo 2.9%. No menos perturbador es que el abundante desempleo (¿no que no?) durante “la presidencia del empleo” estimule más emigrantes, mendicidad y delincuencia. Y que ahora el dato duro de una inflación mucho mayor a la prevista —y la cual, por lo pronto, supera ya la del año pasado— reconfirme que el programa del gobierno federal ha fracasado.
Como si no fuera suficiente el daño económico doméstico, para hacerlo más estrepitoso el “simpático” gordito pérfidamente comunicó: habrá aumentos de gasolina cada semana, a fin de que nadie se queje por un “gasolinaza”.
Presumiría, además, esa ocasión de cómo tiene todo listo para que a mediados de 2009 haya bajado, sí —leyó bien— bajado, el subsidio a los combustibles y por tanto, encarecido el precio de las gasolinas alrededor de un ¡56.7 %!
Sabemos lo que estos aumentos desatan. O sea, todo está mal e irá a peor.
Lo que no se logró con los millones tirados en publicidad para complacer a los “inversionistas” extranjeros, habrá de hacerse ejerciendo insoportable presión en los sensibles bolsillos de la gente, para obligarla a aullar, pidiendo a gritos que se venda PEMEX, “porque si no, se encarecerán las gasolinas” —como si ahora las estuvieran abaratando.
Tras los dieciocho aumentos de precio que han sufrido, en lo que va de 2008, quedan pocos motivos para conservar alguna ilusión acerca de los espejismos que muchos quisieron formarse durante la pasada campaña electoral presidencial del entonces candidato del PAN, pues, era previsible que un régimen de derechas aplicara a rajatabla las recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OCDE), instituciones acaso usureras pero jamás acusadas de altruismo.
Y es que basta recordar la política laboral para ilustrarlo. Cómo, disfrazándose con órdenes de aprehensión acumuladas, simulacros con liderazgos espurios y arbitrariedades de la Secretaría del Trabajo (actualmente a cargo de Javier Lozano Alarcón, al que implicara Zheng Lee Yong en los dólares turbios), se mantiene el acoso contra Napoleón Gómez Urrutia, representante de los mineros, con tal de servir los intereses de la transnacional canadiense y los de la Minera México, dueña de “Pasta de Conchos”; o considerar las pretensiones de conculcar derechos sociales en el IMSS y el ISSSTE, “para dar seguridad al capital”.
Es claro también que a Carstens, quien se embolsa dos de los mejores sueldos (el de Secretario y el de integrante de la Junta de Gobierno del Banco de México) de la burocracia federal del país al que mal sirve, que goza, además, de prestaciones tales como vehículo, combustible, gastos de representación, guardaespaldas, etc., no le ha de inquietar ni mínimamente el efecto de la carestía.
Pero ya ve cómo son. Siempre pontificando sobre lo que los demás debemos hacer y aguantar, pero contradiciéndolo todo con sus actos.
Ahora al vocero impreso de la oligarquía ha dado por criticar incluso los elogios que a los distinguidos con el Premio Estatal de la Juventud hiciera la Gobernadora Ivonne Ortega Pacheco, aduciendo que no les dieron el efectivo, pero se calla convenientemente que la costumbre de realizar primero la ceremonia (con motivo de “Septiembre, mes de la juventud”) y posponer la entrega del dinero proviene ¡del sexenio panista! Ahí están los otrora galardonados para confirmarlo: Ivi May Dzib, joven dramaturgo, por lo pronto, tras la ceremonia entonces en el auditorio del Olimpo, hubo de esperar un tiempo e ir por su dinero al entonces Instituto de la Juventud de Yucatán. Ah, pero la verdad ¿a quién le importa?, se trata de criticar a cualquiera que no comulgue con la fe partidista..
Esto es sólo otra muestra más del cinismo sectario. ¡Pobres ilusiones rotas!
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