Desde la elección de Obama se han reportado cientos de incidentes por fanatismo
Al menos dos complots contra el afroestadunidense fueron descubiertos durante la campaña
David Brooks (Corresponsal)
Nueva York, 17 de noviembre. Ahora la “amenaza” viene de adentro.
Durante los últimos casi ocho años, según versiones oficiales, la mayor “amenaza” a Estados Unidos y a su máximo representante, el presidente, provenía del exterior, de “terroristas” islámicos y otros “extremistas” que odiaban a Estados Unidos, pero ahora todo indica que la principal amenaza para el que será el nuevo presidente está aquí adentro, y tiene una historia casi tan larga como el país.
Según un agente del Servicio Secreto, Barack Obama “invita una amenaza de tipo diferente” a todos sus antecesores, “una que proviene más de la ira de los locos domésticos y tal vez menos de los fanáticos extranjeros”, comentó al New York Daily News.
El Servicio Secreto siempre ha estado encargado, entre otras tareas, de proteger la vida del presidente y su familia, identificando amenazas potenciales tanto en el extranjero como en el interior. Vale recordar que aunque se supone y se especula sobre posibles complots internacionales contra los presidentes de este país, todos los atentados actuales en la historia han sido a manos de estadunidenses (desde el asesinato de Abraham Lincoln hasta el más reciente, el atentado contra Ronald Reagan, con dos que tres en medio).
Sin embargo, Obama, por ser afroestadunidense, ya ha visto amenazas que nunca padecieron los 43 presidentes que ha tenido este país. De hecho, fue el candidato presidencial (y su familia) a quien más temprano en una contienda electoral se le otorgó protección del Servicio Secreto, desde mayo de 2007, como resultado de amenazas de muerte por parte de supremacistas blancos. Durante su campaña se descubrieron por lo menos dos complots con el objetivo de asesinarlo, aunque ninguno de ellos había elaborado más que la intención, según fuentes de seguridad pública.
Y es que a pesar del carácter histórico de la elección del primer afroestadunidense como presidente y el torrente de comentarios de cómo eso implicaba que en gran medida este país había superado, o por lo menos había roto, la barrera racial, la elección no implica que el racismo ha desaparecido en este país.
Desde los comicios se han registrado cientos de incidentes, algunos criminales, que expresan ese racismo a lo largo y ancho del país, reporta el Southern Poverty Law Center, el cual monitoreo delitos de odio y actividades de agrupaciones racistas.
Entre los ejemplos registrados se reporta que estudiantes de segundo y tercero de primaria en un autobús escolar coreaban “asesina a Obama” en Rexburg, Idaho; en una tienda de abarrotes en Maine, había un concurso de apuestas por un dólar para atinar a la fecha en que sería asesinado Obama, y bajo el anuncio decía “ojalá alguien gane”, cruces se han quemado frente a casas de simpatizantes de Obama en un par de estados (el símbolo racista del Ku Klux Klan, entre otros); se han dejado mensajes de amenazas o expresiones racistas contra otros simpatizantes, incluidas universidades; hay pintas y grafitis racistas con referencias al presidente electo, se reportan conversaciones con todo tipo de referencias racistas en cafés, escuelas, en las calles y más, reportan organizaciones de derechos civiles y medios.
Aquí en Nueva York, la noche en que Obama ganó la elección varios hombres blancos en Staten Island (una de las cinco secciones que conforman esta ciudad) detuvieron su automóvil y golpearon con un bat de beisbol al grito de “Obama” a un joven negro de 17 años que caminaba hacia su casa, y después huyeron.
De hecho, algunos consideran que la retórica empleada por la fórmula electoral republicana de John McCain, y especialmente de Sarah Palin, nutrieron el ambiente para estas expresiones de “odio”. Varios recuerdan que mientras McCain y de manera más explícita, Palin, acusaban a Obama de tener relaciones sospechosas con “terroristas” domésticos y cuestionaban si no era alguien con “una visión diferente” de Estados Unidos que todos los demás, calificándolo de “socialista” y más, se repetía en varios eventos de la campaña que se escuchaba un coro de “mátenlo” o “terrorista” de los simpatizantes republicanos. Según reportaron Newsweek y el rotativo británico Telegraph hace unas semanas, el Servicio Secreto advirtió a la familia Obama a mediados de octubre que habían registrado un incremento dramático en el número de amenazas contra el candidato demócrata aparentemente coincidiendo con los ataques verbales de Palin.
La agencia privada de análisis sobre asuntos de seguridad e inteligencia Stratfor advirtió que Obama es un objetivo de alto riesgo para pistoleros racistas, al señalar que “dos complots para asesinar a Obama fueron interrumpidos durante la temporada de la campaña, y muchos más permanecen bajo investigación. Esperaríamos que las autoridades federales descubran muchos más complots para atacar al presidente que han sido elaborados por ideólogos de la supremacía blanca”.
Mark Potok, director del Proyecto sobre Inteligencia del Southern Poverty Law Center explicó a la agencia Ap que “hay un amplio subsector de gente blanca en este país que siente que está perdiendo todo lo que conoce, que de alguna manera se le ha robado el país construido por sus antepasados”. Con la elección de Obama hay muchos que admiten que para ellos esta elección marca el fin de su mundo.
Mientras que el gobierno saliente no se ha cansado de repetir que el “enemigo” está amenazando a Estados Unidos desde afuera, resulta que hay un enemigo histórico aquí adentro, que nació y se crió aquí, y que es tan estadunidense como la bandera y está dispuesto a amenazar la vida del presidente electo de Estados Unidos, y que aun después de esta histórica elección, está a la vista por todo el país.
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