Barómetro Internacional
El debate de la reelección continua presidencial
Por Nicmer N. Evans
De las elecciones regionales debemos aprender algunas lecciones y leer algunos mensajes que se han generado desde el pueblo a nuestros cuadros políticos. Nuestro pueblo es noble, y definitivamente apuesta por una alternativa al neoliberalismo y ha asumido al socialismo como vía para alcanzar una mejor calidad de vida para todos, pero nuestro pueblo también evalúa gestiones y sabe sancionar al que no cumple con las expectativas creadas por la revolución. En el caso del área metropolitana y el estado Miranda, el castigo fue doble y a través de una vía de débil defensa. La gestión del Municipio Sucre, que tiene influencia en los dos ámbitos territoriales mencionados fue determinante, e indefendible ya que lamentablemente las capacidades y competencia no necesariamente se transmiten hereditariamente, eso debe siempre quedar claro si deseamos una revolución liderada por cuadros políticos y no por gobiernos familiares, que poco pueden decir de un ejercicio socialista real.
Por otra parte, el gobierno de la Alcaldía Mayor, dentro de una estructura inútil, que poco tiene que dejarle a la ciudad, dado que no tiene ningún poder de mando ni de decisión, pero además habiendo sido liderada por un bohemio de la academia, con una gestión impulsada por excesos comunicacionales de obras sin impacto social real para la ciudad, influyó directamente en el hecho de que un dirigente político como Aristóbulo Isturiz no lograra el objetivo, ganar las elecciones para rectificar los desmanes en la Alcaldía Mayor.
Y del Estado Miranda debemos aprender que el exceso de confianza y la desvinculación del líder con su pueblo, traen consecuencias fatales en una democracia participativa y revolucionaria como la que vive nuestro país. Es importante tomar en cuenta que ya el liderazgo de Miranda había sido cuestionado dentro del partido, sin embargo los afectos pesaron más que la razón. En ambos casos se ha perdido una batalla pero nunca la guerra, ya que es una lucha de clases lo que se está dando, tanto ante la oposición como internamente en el proceso revolucionario.
Ahora viene la enmienda, reto trascendente para el destino de la revolución. Nuestra revolución bolivariana y socialista no es, ni debe ser personalista, pero si debe reconocer que Hugo Chávez todavía tiene mucho que aportar con su liderazgo a este proceso. Todo demócrata formado bajo el ala liberal, deberá temblar ante la propuesta de una reelección continua, y esto se debe a que dentro del proyecto de Estado liberal burgués que fue inoculado en nuestros Estados latinoamericanos, este modelo de Estado tenía como objetivo mantener una alternabilidad que respondiera a un mismo proyecto, el fortalecimiento de la dependencia a las potencias mundiales.
En América Latina estaba prohibido planificar y mucho menos tener proyectos nacionales a largo plazo, y eso se garantizaba alternando el liderazgo y rompiendo con el proyecto nacional a capricho del gobernante de turno. Que el pueblo pueda decidir si continua o no con un proyecto distinto al liberal y que se ubica en una versión del socialismo a la venezolana y bolivariano, sólo podría encarnarse en una enmienda que permita decidir libremente si queremos o no que Hugo Chávez continúe siendo el líder de este proceso nacional. Que el pueblo decida, libre y soberano sus destinos, sólo él tendrá el destino de la nación en sus manos.
nicmerevans@gmail.com
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