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Desde hace una semana se han presentado en la ciudad de Monterey bloqueos de algunas avenidas principales, Fidel Velázquez, Constitución, Morones Prieto. Los manifestantes han sido en su mayoría jóvenes muy jóvenes (no pocos menores de edad), mujeres y niños, incluso bebés en sus carreolas o en brazos de sus madres. Aducen protestar contra la militarización de que ha sido objeto la ciudad (¿cuál no, bajo el régimen calderonista?); en la mayor parte de los casos, no dejan ver sus rostros, tapados con pasamontañas, paliacates o simplemente ocultos detrás de las pancartas y mantas; en las primeras ocasiones, la gente se preguntaba, especialmente los políticamente activos al no reconocer los rostros (ya que en esta ciudad la gente que salimos a manifestarnos somos casi siempre los mismos) ¿quiénes son los que están protestando, bloqueando, pidiendo la salida del ejército de las calles? Pronto el gobierno estatal recurrió a una explicación facilona y poco comprobable: son pagados por el narco, se les da 500 o 700 pesos para realizar estos actos y presionar al gobierno por los operativos contra el narcotráfico. Miembros de la policía estatal refieren que los jóvenes les han dicho que no se metan, que no es con ellos el asunto, es con los militares; lo cual fortalece la versión gubernamental.
Roberta Garza, actual directora de Milenio semanal pero otrora directora del diario Milenio de Monterrey relata con gusto que la actitud de la población en Monterrey es de reprobación total a este tipo de actos, incluso concede que la forma de reaccionar del regiomontano promedio es de lanzar a los manifestantes el "ya pónganse a jalar, huevones" que tenemos de sobra conocido quienes andamos en estas lides de la protesta social. Ciro Gómez, también de Milenio (ahora TV) refuerza los datos de la Sra. Garza con los resultados de una encuesta: el 81% de los encuestados opina que la respuesta gubernamental ha sido insuficiente y el 80% de "la población" aboga por incrementar la participación del ejército para poner orden, lo cual es lo que pareciera están pidiendo ambos "periodistas". El mismo día, Natividad González Parás se atreve un poco más: señala a los zetas como los que están detrás de los bloqueos.
Será el sereno, lo que se ve es que el número de bloqueadores de calles es mayor y más beligerante que el de muchas protestas en esta ciudad; normalmente los manifestantes "de izquierda" se muestran cautelosos y bien portados, jamás bloquean calles, ya que hacerlo es casi un pecado capital. En una ocasión, cuando habían apresado a algunos compañeros, era urgente la denuncia pero éramos tan pocos (si mucho diez) que para llamar la atención nos atravesamos en la calle Zaragoza, no duramos ni un minuto, la andanada de mentadas de madre no se hizo esperar y hasta los mismos compañeros se negaban a participar. Me acuerdo de una jovencita, de una organización cercana a La Otra, quien muy firmemente aclaró que ella no iba a parar el tráfico, lo cual no dejó de extrañarme ya que algunos de los chavos apresados eran justamente miembros o adherentes de La Otra. Por lo mismo que sabemos que realizamos protestas bien modositas, fue que nos extrañó que de pronto un contingente nada despreciable de manifestantes mostrara un espíritu más combativo que el usual; si esto lo da el pago del que habla el gobierno hay que reconocer que los manifestantes cumplen sobradamente con el trabajo por el que reciben su paga. Es que el hambre es canija y más en este sexenio del desempleo.
Pagados o no, no nos queda a nosotros pugnar por el cese de dichas manifestaciones. Sólo nos preguntamos cómo en el caso de nuestras protestas hay una respuesta expedita y excesiva (como cuando se inauguraba el Paseo Santa Lucía con la presencia de Calderón, que la treintena de participantes fuimos más pronto que lo cuento rodeados por una cantidad mayor de policías que nos acorralaron y nos impidieron avanzar o retroceder y nos mantuvieron a raya – sin más agresiones que los empujones necesarios para violar nuestro derecho al libre tránsito, eso sí- y ahora, por alguna razón, la respuesta ha sido lerda y lenta. En fin, veremos qué pasa mañana con la llegada de Calderón a la localidad, ¿habrá manifestaciones, bloqueos y demás, con el séquito de guaruras del EMP? Veremos.
Mientras tanto, asumimos el lema: Protestar es un derecho, reprimir es un delito.
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