Un tiroteo en una ciudad fronteriza deja narcotraficantes muertos y policías heridos; un jefe policíaco y sus guardaespaldas, abatidos a tiros; cuatro puentes de ingreso a EU son bloqueados por manifestantes que demandan que los militares salgan de sus poblados… escalofriantes escenas que muestran que eso es México todos los días, sumergido en una horripilante ola de violencia
Por Arthur Brice (CNN)
WASHINGTON, D.C., 18 de febrero.- Un tiroteo en una ciudad fronteriza deja cinco presuntos narcotraficantes muertos y siete policías heridos. Un jefe policíaco y sus guardaespaldas son abatidos a tiros a la puerta de la casa del primero en otra ciudad de la frontera. Cuatro puentes de ingreso a los EU son bloqueados por manifestantes que demandan que los militares salgan de sus comunidades y a quienes los funcionarios acusan de estar financiados por los cárteles de la droga.
Eso fue México el martes.
Sin embargo, lo más significativo es que esas escalofriantes escenas se repiten prácticamente todos los días de unos años a la fecha.
México, un país que comparte unos 2 mil millas de frontera con los Estados Unidos, está sumergido en una horripilante ola de violencia que algunos comparan con una guerra civil. Los narcotraficantes se baten fieramente entre sí y con las autoridades mexicanas. La tasa de homicidios alcanzó un nivel récord el año pasado y las estimaciones apuntan a que serán peores este año.
Todos los días, los diarios y medios electrónicos están saturados de relatos e imágenes de truculentos asesinatos. La portada del miércoles del periódico La Prensa mostraba un grueso título que decía simplemente “Histeria!. Toda la página exhibía fotos de cuerpos ensangrentados y soldados con rostros sombríos. Una foto mostraba a un hombre con dos niños que caminaban en una calle y al fondo se veía un vehículo del ejército con un soldado en posición de ataque.
Larry Birns, director del Consejo de Asuntos Hemisféricos con base en Washington, se refiere a esta situación como un enfermizo vértigo hacia el caos y el saqueo. Y por lo que se percibe su expresión no es una hipérbole.
“El espeluznante retrato de la violencia es horrorosa y sin precedente”, afirma Robert Pastor, consejero de seguridad nacional para Latinoamérica del presidente Jimmy Carter a finales de los años 70.
“Sin duda México atraviesa por una época difícil. No solamente hay violencia con los cárteles, sino que toda la población está aterrada”, expresa Peter Hakim, presidente del Diálogo Interamericano, con sede en Washington.
Durante una entrevista hace unas semanas, el ex vocero de la Casa Blanca, Newt Gingrich, se refirió a esta situación como una guerra civil. Birns coincide con él.
“Desde luego que es una guerra civil, pero sólo por lo que toca a la violencia”, dijo el miércoles. “También hay un conflicto cívico, pues crece el número de personas que consideran que los valores de la ley y la democracia pueden ser violados impunemente”.
Hakim no se aventura a ir tan lejos.
“Debemos de ser cuidadosos y no exagerar”, dijo. “México está lejos de ser un Estado fallido. México tiene instituciones reales. Mantiene elecciones regulares”.
Enrique Bravo, analista de un grupo de consulta, señala que hasta ahora la violencia ha afectado principalmente a los cárteles de la droga y se localiza principalmente a lo largo de la frontera y la costa oeste de los EE.UU.
La violencia a lo largo de la frontera es particularmente preocupante, añade.
Por su parte, Birns advierte que todo indica que esta ola de violencia pronto comenzará a afectar a instituciones norteamericanas.
Pastor y Hakim apuntan que los Estados Unidos alimenta la violencia, no sólo porque representa un excelente mercado para las drogas ilegales, sino también porque suministra la mayoría de las armas que están en poder de los cárteles de las drogas.
Pastor externa que hay por lo menos 6,600 tiendas de armas estadounidenses en un radio de 100 millas de la frontera con México y que más del 90 por ciento de las armas que entran ilegalmente a México provienen de los EE.UU.
Y no se trata únicamente de revólveres. Los narcotraficantes utilizaron una bazuka durante el tiroteo que sostuvieron el martes con policías federales y elementos del Ejército en Reynosa, Tamaulipas, al otro lado de McAllen, Texas.
“Los cárteles de la droga están mejor equipados que el Ejército”, refiere Hakim.
Una profunda corrupción entre los funcionarios públicos garantiza el éxito de los narcocárteles.
“Hay demasiado dinero involucrado en el comercio de estupefacientes; también hay mucho miedo involucrado en esta actividad ilícita de manera que ninguna institución puede sobrevivir sin verse afectada”, sostiene Birns.
Un ejemplo reciente: Noé Ramírez Mandujano, que fue uno de los funcionarios antidrogas de mayor rango de 2006 hasta agosto de 2008, fue arrestado y acusado de haber aceptado 450 mil dólares de soborno al mes por parte de los traficantes mientras ocupó ese cargo.
Ante esta situación desesperada urge una nueva perspectiva de problema, señalan algunos.
Pastor califica el problema de México “incluso peor que el que vivió Chicago en la era de la Prohibición” y agrega que se requiere una situación similar a la que terminó con la violencia en esa urbe norteamericana.
“Lo que funcionó en Estados Unidos no fue Eliot Ness”, subraya al referirse al famoso agente federal que combatió a los gángster en los años 20 y 30. “Fue la revocación de la Prohibición”.
Ese punto de vista ha venido ganando terreno en Latinoamérica.
La semana pasada, los ex presidentes de México, Colombia y Brasil se pronunciaron por la despenalización de la mariguana para uso personal y un cambio en la estrategia en la guerra contra las drogas, durante un encuentro de la Comisión Americana sobre Drogas y Democracia que tuvo lugar en Brasil.
“El problema es que las políticas actuales están basadas en prejuicios y temores y no en resultados” recalcó César Gaviria, ex presidente de Colombia, durante una rueda de prensa.
Felipe Calderón, de México, ha declarado la guerra a los cárteles, pero algunos dicen que ha fracasado.
“Parece como si las instituciones mexicanas hubieran sido rebasadas por la guerra antidroga”, comenta Birns. “Las fuerzas del orden ganan una que otra batalla ocasional, pero la guerra está perdida. Y no hay perspectivas de que se vaya a ganar”.
Mientras tanto, los asesinatos continúan a una velocidad récord.
El miércoles, las ciudades mexicanas de Torreón y Gómez Palacio reportaron por lo menos 8 ajusticiados a manos de hombres fuertemente armados.
El saldo: siete muertos, siete heridos.
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