María Teresa Jardí
Dicen que llorar, reír y bostezar son ejercicios recomendables para el buen funcionamiento del corazón humano. Pero como la risa que ya sólo los caricaturistas nos proporcionan también invita al llanto y como el bostezo, al parecer, previene cuando ya empieza el infarto, el llanto es lo único que todavía no logra la clase política arrebatarnos a los mexicanos. Y la dosis cotidiana de llanto la proporcionaba ayer la información de los poderes plenipotenciarios que se le otorgan al impresentable, desde donde se le quiera analizar, Genaro García Luna.
Incluso como protector, al menos, quizá autor, de su policía “estrella”, secuestradora y asesina de Fernando Martí, nada menos que el hijo menor del magnate vendedor de uniformes y el resto de implementos usados tanto por los deportistas, como del gusto de la juventud que puede pagar por las caras camisetas y los caros tenis y los pants, etc., que se venden en Martí. No es difícil imaginar lo que viene para el resto con los poderes absolutos entregados a García Luna para que ejecute mejor, asesine, torture, veje, invente, fabrique… etc., etc. Poderes arbitrarios a modo de poder acabar de imponer el narcoestado con el que la derecha fascista, que hoy encabeza el Ejecutivo federal bajo las siglas del PAN usurpando el Poder, entrega México a los gringos. Entrega, sin honor ni vergüenza y con el mismo cinismo con el que le regala, al mismo gobierno extranjero, un Banco. A base de lograr que la Constitución mexicana de tan violada compita por el primer lugar de la ignominia con la indígena asesinada por una gastritis acompañada por una anemia igual de asesina. Un Banco antes rescatado y vuelto a vender sin el pago ni de un peso de impuestos, a base de un rescate cancelador de la vida digna para varias generaciones de millones de mexicanos obligados a vivir en la miseria extrema. Banco entregado por el fecalismo, al mismo gobierno extranjero, que el imperio vecino, en medio de su propia debacle, encabeza. Al mismo gobierno al que le regalarán, también, los fascistas panistas, poniendo en manos de otro a modo igual de impresentable, pero eso sí, al servicio hoy de Obama como antes lo estaba de Bush. Los gobernantes gringos, sin importar el color de la piel, están al servicio de los que explotan al mundo para beneficio propio como si nunca fueran a morirse y sin pensar que el trato al planeta no va a permitir que sus generaciones drogadictas que les sigan disfruten tampoco de una vida digna por mucho que acumulen sus progenitores, los que ni en la tumba encontrarán el descanso porque serán maldecidos para siempre por el resto de humanos que queden de pie en el
que ya pinta para ser convertido en infértil, planeta Tierra.
Por manos de Roberto Hernández, quien estaría preso en cualquier otro lugar con gobernantes menos indignos, le entregarán a los gringos la nueva refinería, para los mismos propósitos, decididos en su hacienda, previo el asesinato atroz de perros y gatos para no afearle el lugar al asesino comandante de los marines a modo para invadir lo mismo Irak que cualquier país de América Latina, con gobiernos a modo del fracasado sistema capitalista.
Poderes plenipotenciarios le entrega a García Luna la derecha fascista, que ha convertido en bananera a la república propiciando además que deje de ser México una nación soberana, en aras de imponerle al país el PLAN MEXICO, que no porque se llame Iniciativa Mérida —como lo de los levantados que no porque se les llame así dejan de ser desaparecidos y quién sabe en cuántos casos “el levantón” no lo será forzado de personas con tintes políticos— deja de ser, al más puro estilo del fracasado PLAN COLOMBIA, que tanta sangre de colombianos derramara impunemente. El mismo PLAN, que en contra de los mexicanos nos vienen a imponer los gringos de la mano de los poderes plenipotenciarios, entregados por el fascista Calderón, enemigo número uno de la nación mexicana, a Genaro García Luna.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario