Por Alfredo Jalife-Rahme
¿Bipolaridad del dólar y el yuan?
El nuevo orden mundial será necesariamente triple: geopolítico, geoeconómico y geofinanciero. El rotativo sudcoreano Korea Herald ha iniciado una serie sobre el “Nuevo Orden Financiero Global”, entre la que destaca “El Ascenso del Renminbi” como divisa global (10.2.09) por Lee Chang-kyu (LC-k).
Cada vez más resalta que los geoestrategas estadounidenses intentan aliarse con los países asiáticos de la Cuenca del Pacífico, en la línea de Henry Kissinger (ver Bajo la Lupa; 18.1.09), lo que se subsume en la primera gira de Hillary Clinton, la Secretaria de Estado de Obama, a Japón, Sud-Corea, China e Indonesia.
EU ha perdido la paciencia con los países grandes de la eurozona (Alemania y Francia) quienes cada día se acercan más a Rusia, cuando el posicionamiento de Washington en el Gran Medio Oriente (debido concurrentemente al belicismo de Israel) se ha deteriorado en forma dramática.
Bismarck vuelve a tener razón: “la geografía es destino”, lo que en la etapa presente significaría la europeización de Rusia, la rusificación de Europa y la desamericanización del Gran Medio Oriente que se acerca más a la Unión Europea, a Rusia, a China y a India (pese a los esfuerzos contrarios del eje EU-Israel). Es evidente que la israelización de EU le ha causado un enorme daño en el corazón euroasiático: en el Gran Medio Oriente.
Este contexto es relevante para ubicar el artículo de LC-k, becario del Instituto Internacional Coreano de Política Económica, quien cuenta con un Doctorado de la Universidad de Pittsburgh, y se ha consagrado al estudio de la economía y las finanzas de China.
Aunque discrepemos sustancialmente, su artículo es digno de análisis debido a su formación estadounidense y a su pertenencia a un país donde EU cuenta con una base militar (pese a que en fechas recientes se ha alejado de su unilateralismo, en particular, respecto al contencioso nuclear de Nor-Corea). Pese a que la economía y su divisa “won” han recibido una paliza como consecuencia del tsunami financiero global provocado por EU, su PIB (1.78% del PIB mundial) no es nada despreciable, si se toma en consideración su exigüidad territorial (del tamaño de Chiapas) y su población (la mitad de México), ha desplazado a nuestro país del décimotercer sitial mundial (datos del Banco Mundial del 2007).
En síntesis: LC-k demuestra impecablemente la fortaleza del yuan chino (vernáculamente conocido como “renminbi”) en las regiones del Sudeste asiático y de Asia Central, que ha llegado hasta desplazar al dólar estadounidense en sus intercambios comerciales. Aunque admite el ascenso espectacular del yuan, todavía no le ve posibilidades en el corto ni el mediano plazos para sustituir al dólar estadounidense como la divisa de reserva mundial y parece insinuar, sin pronunciarlo expresamente, la bipolaridad (el dominio financiero de ambas divisas) del yuan y el dólar en la parte asiática de la Cuenca del Pacífico, extensivo al Sudeste asiático y a Asia Central.
Elimina la relevancia de Japón con todo y su yen: “en la actualidad, debido a los bajos precios del petróleo, los países exportadores de hidrocarburos no tienen la capacidad de financiar las deudas fiscales de EU. Japón debe ser excluido, debido a los problemas de su economía (Nota: lleva casi una generación en deflación). Entonces China es la única que parece cargar con la responsabilidad”. ¿Que advendrá cuando vuelva a rebotar el precio del petróleo?
En el peor de los casos, LC-k apuesta a la unipolaridad del dólar, y en el mejor de los casos, a una alianza entre el dólar estadounidense y el yuan chino: “para ser realistas (sic) ninguna (¡súper-sic!) divisa más que el dólar puede ser el candidato como la principal divisa internacional en las actuales circunstancias”. Ya veremos.
Recordemos que en la reciente cumbre del G-20 en Washington, en el ocaso del régimen torturador bushiano, fue Japón (seguramente también el “México calderonista”, cuya opinión, si es que la tuviese, no es muy tomada en cuenta en estos menesteres) el único país que apuntaló la unipolaridad del dólar, como filtraron nuestros amigos chinos, cuando Rusia y la eurozona reclamaron la multipolaridad de las divisas.
Según el dolarcentrista LC-k, a Shanghai le tomará “varias décadas” para convertirse en “un verdadero centro financiero internacional” y cita al estadounidense Barry Eichengreen de que al yuan le tomará entre “cuatro o cinco décadas” para convertirse en la “nueva divisa de reserva”. Ya veremos.
Asegura que “China no seguirá una reorganización más radical del presente sistema internacional de divisas”. ¿Qué tan seguro está? ¿No será más bien que China espera que pase el cadáver del dólar frente al pórtico de su pagoda?
Afirma en forma aventurera que “cualquier medida rápida (sic) y drástica (sic) para convertir al renminbi en una divisa internacional podría llevar a un desastre (¡súper-sic!) irrecuperable. Un cambio a una economía global basada en el yuan podría ser peligrosa (sic) si se considera la inmensa exposición de China a sus activos en dólares”.
Aquí se precipita LC-k, ya que China no optará por un cambio “rápido y drástico”, contrario a su milenaria costumbre gradualista, pero tampoco aceptará la hegemonía del dólar que tanto ha criticado.
China se ha puesto la cuerda la cuello con tantas reservas de divisas en dólares (las mayores del mundo), además de sus cuantiosas inversiones en los volátiles Bonos del Tesoro de EU y en sus hipotecarias paraestatales quebradas (Fannie Mae y Freddie Mac), pero tampoco se va a disparar a la ingle arrojando sus dólares, por lo que, a nuestro juicio, ha optado por una reconversión paulatina de sus reservas a otras divisas menos riesgosas (que tampoco hay tantas).
El problema del análisis de LC-k es que permuta la unipolaridad del dólar por la todavía inviable unipolaridad del yuan y soslaya que el mundo tiende a la multipolaridad y regionalización de las divisas.
Mañana nos podemos encontrar con alianzas entre las divisas que no desean depender tanto del dólar que sirvió para implementar el poderío global de EU.
Se ha detectado una cierta convergencia de intereses entre el yuan y el yen, y no es nada descabellado, en el mero ámbito geofinanciero, sustentar la probabilidad de una alianza tripartita entre el dólar estadounidense, el yuan chino y el yen nipón (a la que se pudiera agregar la nueva divisa creada por la anglósfera a inspiración británica).
Dado este reacomodamiento de las alianzas geofinancieras con las divisas, tampoco sería insensato prever una alianza entre el euro y el rublo ruso, a la que más tarde se pudieran sumar los países petroleros del Golfo Pérsico.
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