Carlos Fernández-Vega
En este México que por decreto del inquilino de Los Pinos en turno nunca más registraría una crisis económica (Calderón dixit), el desempleo abierto reportado en febrero pasado resultó de igual magnitud que el observado en igual mes, pero de 1995 (el año de la mayor sacudida hasta ese momento, en la historia moderna), aunque 14 años atrás ese indicador correspondió exclusivamente a la desocupación urbana y el del segundo mes de 2009 a la existente en toda la República, con lo que el presidente del empleo ya puede presumir dos galardones concretos: que durante su mandato alrededor de 800 mil mexicanos se han incorporado al de por sí voluminoso ejército de reserva, y que la la tasa oficial de desempleo abierto en el segundo mes del presente año es la mayor en esa misma etapa del tan presumido México moderno.
Así, al cierre de febrero poco más de 2 millones 420 mil mexicanos en edad y condición de laborar se encuentran en tan dramática situación, un monto nunca antes reportado. Cuando Felipe Calderón arribó a Los Pinos la tasa oficial de desempleo abierto en el país era de 3.58 por ciento de la población económicamente activa. Veintisiete meses después, tal indicador se incrementó a 5.3 por ciento de esa misma PEA, de tal suerte que en términos reales no sólo no se han generado puestos de trabajo durante su estadía en la residencial oficial, sino que se han cancelado plazas existentes.
En febrero de 1995, de acuerdo con el registro del INEGI, la tasa oficial de desempleo abierto en las principales ciudades del país (aquellas con 100 mil o más habitantes) fue de 5.3 por ciento de la PEA, pero en igual mes de 2009 ese indicador afectó a 6.4 por ciento de esa misma población, para concretar un promedio nacional de 5.3 por ciento. Además, la población subocupada se incrementó a 8 por ciento de la población empleada, una proporción 20 por ciento superior a la de enero.
En el segundo mes de 2008, la tasa oficial de desempleo abierto registrada por el INEGI fue de 3.91 por ciento de la población económicamente activa; un año después, esa misma tasa se incrementó a 5.3 por ciento, con lo que en el periodo alrededor de 600 mil mexicanos se incorporaron al ejército de reserva (50 mil mensualmente, en promedio).
Pues bien, aquel que en su campaña electoral no dejó de advertir a propios y extraños que si cierto personaje llegaba a la Presidencia de la República automáticamente se convertiría en un matachambas, hoy tiene el privilegio de presumir que en su administración (para vivir mejor, dice su propaganda) se ha registrado la mayor tasa oficial de desempleo abierto en el México moderno, y va por más. De hecho, el logro se consolida cuando se conoce (cifras del Inegi) que durante su estadía en la residencia oficial (27 meses, hasta febrero) sólo en cuatro ocasiones se reportaron tasas de desocupación ligeramente por abajo de la que Vicente Fox (un auténtico matachambas) le heredó (3.58 por ciento) y en 23 alzas constantes, hasta alcanzar 5.3 por ciento de la PEA en el segundo mes de 2009, o lo que es lo mismo una proporción 48 por ciento superior a la observada el último día del mandato foxista. Sin duda alguna, todo un logro para el presidente del empleo.
Lo que confirma la información del Inegi no sólo es el constante cuan peligroso incremento del desempleo abierto en México, sino la reconversión de un país medianamente industrializada (otrora con muchas aspiraciones en ese sentido) a otro moderno y de gran calado en el que el grueso de su población ocupada se dedica a los servicios: casi siete de cada 10 mexicanos, mientras los tres restantes laboran en el sector productivo.
Pero los logros no se limitan al empleo. También se presume como el presidente del estado de derecho, y con el caso Banamex ha demostrado fehacientemente que tal calificativo es tan sólido y real como el del empleo. Tan claro lo quiere dejar, que ordenó a sus muchachos en el Senado frenar, así sea momentáneamente, un acuerdo de los inquilinos de Xicoténcatl para evitar ser obligado a fijar una posición oficial en el caso del citado banco. Hizo lo que tanto repudió cuando estaba en el paraíso de la oposición. De cualquier suerte, qué posición oficial debería fijar Calderón, cuando es obvio que lo anunciado por Agustín Carstens tiene el aval del inquilino de Los Pinos, es decir, sí violamos la ley, pero temporalmente: de tres a seis años.
Las rebanadas del pastel
De la realidad, la banca y el empleo: hace exactamente un mes me despidieron del Banco Compartamos (el de los Legionarios de Cristo), institución que se enorgullece por ser una empresa diferente y donde el valor central se supone que es la persona. Desafortunadamente esta empresa como tantas otras en el país tiene la política no escrita de antes de firmar contrato te hacen firmar tu carta de renuncia y como es obvio, si no la firmas pues simplemente no te contratan, cosa que en muchos casos no te puedes dar el lujo. Después llega el fatídico día de que te corren y utilizan descaradamente esta ventaja para negociar tu salida, o bien, como yo, entras en un largo proceso: primero yendo a la Junta de Conciliación y Arbitraje donde la misma gente que trabaja ahí te manda con coyotes y cuando por fin encuentras a un abogado confiable te pone en antecedentes de que la mayor parte de los casos se tardan meses, incluso años, en resolverse. También te advierten que en el 90 por ciento de los casos de todas formas tienes que llegar a un acuerdo, ya que al juez, en otra gran cantidad de casos, es más fácil que le den una mordida. Antes de empezar con todo este proceso legal, mandé un correo a dos de los directores de Compartamos y me puse en contacto con Presidencia para evitar todo esto; hasta hoy no he tenido respuesta por parte de Carlos Labarthe, director general, ni de Iván Mancillas (otro de los fundadores) a quienes me dirigí y por parte de Presidencia sólo tengo un número de folio. Esperaré hasta junio o julio por la primera audiencia, también que mi juez no conozca a los abogados de Compartamos, que no sea sobornable y que milagrosamente tenga dinero para seguir manteniendo mi casa en lo que consigo otro empleo, y que mi próximo empleador tenga la ética suficiente para que la ley se cumpla (Rocío Verónica Beltrán Alvarez, rossveronique@yahoo.com) (carta resumida por razones de espacio; originalmente fue enviada a senadores, Los Pinos y gabinete presidencial, entre otros; nadie respondió).
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario