David Brooks
Washington, 28 de abril. Las autoridades de salubridad de Estados Unidos afirman que es probable que la influenza A/H1N1 provoque muertes en este país, e informaron que el número de casos confirmados ascendió a 64, mientras que el presidente Barack Obama solicitó 1.5 mil millones de dólares al Congreso en fondos de emergencia para enfrentar la enfermedad.
Plenamente creo que veremos muertes por esta infección en Estados Unidos, declaró el doctor Richard Besser, director de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), al reportar los 64 casos confirmados en cinco estados, con 45 de ellos en la ciudad de Nueva York, casi todos concentrados en la comunidad de una preparatoria privada donde algunos alumnos regresaron de vacacionar en México.
Las autoridades municipales de salud de Nueva York reportan que cientos de estudiantes de esa preparatoria se han enfermado y se sospecha que el virus se lo contagiaron entre ellos mismos, e incluso presumen que ya se ha difundido a dos escuelas más, una en Manhattan. Está aquí y se está dispersando, declaró el comisionado de Salud de Nueva York, Thomas Frieden, y agregó que no se sabe si esto afectará otras partes de la ciudad.
Habrá más contagios: Besser
Tal como advirtió desde el principio, Besser dijo que se tiene que suponer que el número de casos detectados continuará elevándose, aunque hasta el momento la mayoría sólo ha mostrado síntomas leves. Sin embargo, se reportó que el número de casos que requirieron hospitalización se elevó de uno a cinco o siete. Pero nadie tiene una respuesta, más allá de hipótesis de diversos tipos, de por qué esta enfermedad ha tenido consecuencias letales sólo en México.
En tanto, el presidente solicitó fondos de emergencia para la compra de drogas antivirales y trabajos de monitoreo tanto aquí como en apoyo de los esfuerzos en el extranjero.
En el Capitolio hoy se realizaron las primeras audiencias sobre la amenaza de salud pública de esta enfermedad; algunos legisladores expresaron que se ha intensificado la ansiedad entre el público. La almirante Anne Schuchat, subdirectora de los CDC sobre salud pública, dijo ante el Senado que aunque todo indica que no es posible contener el virus, sí podemos reducir el impacto de su dispersión, y en consecuencia su impacto en la salud. Aunque trató de asegurar que hay mucho que podemos hacer y que las inversiones en capacitación para enfrentar este tipo de crisis están demostrando su valor, tuvo que alertar que la enfermedad podría empeorar mucho más, y recordar que hoy, no tenemos todas lás respuestas.
Del otro lado del país, el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, declaró un estado de emergencia que permite la movilización de recursos y otras medidas para enfrentar el brote de influenza porcina en ese estado, donde hay por lo menos 13 casos confirmados. El gobernador también apeló a la calma al asegurar que no hay necesidad de alarma.
A la vez, el vocero de la Casa Blanca, al igual que otros funcionarios, subrayaron que todos los esfuerzos del gobierno, como las disposiciones para prevenir un mayor contagio, la vigilancia de salubridad en puertos de ingreso a este país y en la frontera, así como el despliegue de personal y medicinas a estados afectados, son medidas de contingencia más que de alarma y pánico.
Besser reiteró que aún no se tienen datos fundamentales para evaluar la magnitud de este problema. Recordó, para ponerlo en contexto, que unas 36 mil personas, en promedio, mueren cada año por influenza estacional en este país. Sin saber cuántas personas han sido contagiadas y de ellas, cuántas han tenido síntomas graves o fatales, es imposible determinar la gravedad de este brote.
Sin embargo, lo preocupante es que se trata de una cepa que combina virus porcino, aviar y humano, algo aparentemente nunca visto, y que se está transmitiendo de humano a humano.
Todos los días vuelve el fantasma de la gran influenza de 1918, y eso es lo que alarma a la población y a los expertos. Sobre todo porque ese virus se expresó en tres etapas, la primera sólo con síntomas leves, pero meses después regresó con una fuerza sin precedente.
Para los políticos, desde Obama y su gabinete hasta los gobernadores y legisladores, el reto es cómo responder de una manera que tranquilice a la población y les asegure que se está haciendo todo lo necesario, pero a la vez demostrando que reconocen que se está enfrentando algo potencialmente grave. Ese equilibrio es cada vez más difícil, sobre todo cuando todo está condicionado por algo que todo experto afirma es impredecible.
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