MÉXICO, D.F., 12 de enero.- Carlos Salinas de Gortari está a sus anchas. Es dueño de su entorno. Tiene agenda todos los días. Hace reuniones, articula grupos, visita a Felipe Calderón. Junta a la Maestra, a Peña. Conspira. Tira línea. Califica y descalifica. Decide en su partido. Quiere decidir en los demás partidos. Y sigue un tour de medios masivos, que fácilmente le abren sus puertas.
Su discurso golpea al “populismo”. Obvio. Pero también se lanza contra el neoliberalismo y el desastre actual de la nación. Es sorprendente. Es divertido. Y es espeluznante. Salinas habla de los neoliberales en tercera persona del plural. “Ellos, los neoliberales”. Y sermonea a los tecnócratas que hundieron al país.
“México es el país al que le fue peor en la crisis”, dice Salinas. Y es cierto. “Su economía no crece”. También es cierto. “Creció la pobreza”. Todo eso es cierto.
Pero no es verdad que la responsabilidad sea de los tecnócratas neoliberales que no siguieron las recomendaciones de Carlos Salinas y la continuación de sus grandes reformas. Por el contrario: este es el México que Salinas construyó.
Ahí está la maestra Elba Esther Gordillo al frente del SNTE. ¿Quién la puso? Salinas. Ahí sigue Carlos Romero Deschamps, autor material del Pemexgate. También lo puso Salinas. Y ahí están los 30 hombres más ricos de México, consolidados durante el sexenio de Salinas.
Tenemos también un campo devastado por el Tratado de Libre Comercio. Y ¿quién fue su autor? Carlos Salinas. Una educación sin recursos en los estados. ¿Quién la descentralizó? Salinas, también. Y una banca incompetente. ¿Quién la privatizó? Carlos Salinas.
Ciudad Juárez devastada por las maquilas, convertidas en el nuevo modelo industrial por el salinismo. Las políticas sociales, reducidas a programitas efímeros, asociados a procesos electorales, gran inspiración inaugurada por el Pronasol de Salinas. Una industria eléctrica cuya generación de energía se ha privatizado en un 40%, gracias a la Ley del Servicio Público Eléctrico que Carlos Salinas hizo aprobar por el Congreso. Mil empresas públicas privatizadas y un Estado sin patrimonio y sin riquezas.
Y en lo político, la costumbre de imponerse por el fraude electoral cuando no se logra la voluntad de la gente, también con el sello de Salinas. Y la decisión de fortalecer al PAN artificialmente para evitar el ascenso de la izquierda al gobierno de la República. ¿Quién fue? ¡También Salinas! Sí, el mismo que ahora se quiere deslindar del desastre de los gobiernos panistas a los que él impulsó y prendió incienso.
Y convirtió también a México en “socio” minoritario y subordinado de Estados Unidos. Lo que vivimos hoy es la consecuencia lógica, directa, del sexenio de Carlos Salinas. El desastre de nuestros días en todos los órdenes de la vida nacional fue sembrado por las decisiones de un gobierno que impuso por la fuerza la política neoliberal.
Este es el México del estancamiento económico, de la concentración oligárquica, de los líderes mafiosos, de la pobreza extrema. Este es el México del desastre. Este es el México de Carlos Salinas. Este es el México que él destruyó. No son ellos. Es Salinas.
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