José Agustín Ortiz Pinchetti
Crisis es una mutación que puede conducir a la muerte, a la quiebra o a la salvación y al triunfo. Una coyuntura radical. El PRD está en crisis, pero puede dar un giro favorable con un gran esfuerzo de organización y de toma de conciencia. Está afrontando indicios de descomposición y severas derrotas electorales. Pero tiene una fuerza mayor gracias a haberse montado en la ola de la candidatura presidencial de AMLO.
¿Relación conflictiva con AMLO? No lo creo. Más bien puede decirse que las tribus o corrientes están conflictuadas entre ellas, que dañan al partido y que algunas de ellas resisten el papel protagónico del tabasqueño. Es lícito, como parte de la vida parlamentaria, entrar en negociación con las otras fuerzas. Pero sería un error fatídico reconocer o apoyar al gobierno de Calderón. No sólo es espurio, está vinculado con la irremediable decadencia de un sistema que apenas satisface con plenitud las exigencias de 9 por ciento de la población. Calderón no necesita del PRD, le basta con la alianza convenenciera del PRI. Aceptar su propuesta de aumento de impuestos sin la eliminación previa de los privilegios de la oligarquía y la reducción del despilfarro del gasto es simplemente suicida. Ningún partido del mundo apoyaría a un gobierno por más legítimo que fuera su origen en una propuesta tan descabellada. Parece que a veces no se entiende lo que es ser oposición.
AMLO fue recibido con entusiasmo en el congreso perredista. Su discurso fue aplaudido en grande. ¿Cuál ruptura? No sería justo que el PRD lo traicionara.
Su hoja de servicios es brillante. Sin recursos organizó al partido en Tabasco. Logró posicionarlo en el sureste. Como su presidente lo sacó de la depresión de 1994 e hizo posible en 1997 el triunfo de Cárdenas en el Distrito Federal y convirtió al PRD en la segunda fuerza en la Cámara de Diputados. Su gestión como jefe de Gobierno del Distrito Federal llevó al partido a las puertas del triunfo en la elección presidencial. AMLO está contribuyendo a la causa progresista en México formando un gran caudal político con el registro de sus simpatizantes. Ni el PRD ni ningún otro partido podrían haber acumulado más de un millón de adherentes en siete meses.
Ciertos grupos del PRD han querido aprovecharse de esta fuerza ciudadana o la han rechazado en forma mezquina; algunos acusan a AMLO de una posición radical. Quien lea con cuidado su discurso del jueves pasado, se dará cuenta que su propuesta no sólo es moderada, sino es todo un programa viable e inteligente de modernización del país. El partido debería impulsarla en lugar de perder su energía en querellas internas.
El partido y AMLO se necesitan. La fuerza obradorista y las estructuras del PRD, del PT y de Convergencia se necesitan. Más que nunca los que apostamos a la confluencia estamos seguros que encontrarán fórmulas para colaborar. El partido del sol azteca debe abandonar la política rapaz del reparto de cuotas y arriesgarse a la conquista del poder por la vía democrática, empezando por la base. En cierta forma el PRD debe morir y transfigurarse en un gran polo progresista que pueda competir con ventaja en las elecciones intermedias de 2009 y ganar la Presidencia en 2012.
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