Por Dagoberto Márquez
Por ser un ente diverso y plural, que puede jugar un papel valioso en el bien de todos, hay que llevar al Congreso federal y de los estados, a las mejores personas que den una mayor atención a las necesidades sociales, antes que a las de sus partidos.
Se trata de un órgano de representación social y popular donde se trabaja en la revisión, en la valoración, así como en el perfeccionamiento de las leyes.
Se trata de un órgano de representación civil donde, en teoría, se preocupan porque la sociedad y el país avancen, porque el pueblo tenga al menos una protección mínima así como el apoyo político que indica la Carta Magna pues así fue concebido el Constituyente de 1917, esto es, el más cercano referente histórico del Congreso de que hoy hablamos. Un asunto revolucionario ligado a la planificación política y a las elecciones, al sufragio de la gente, en la medida de que quienes ahí trabajan son sus legisladores, senadores y diputados, personas dedicadas a revisar, a revisar para perfeccionar, a perfeccionar para proteger, a proteger para avanzar y nada de eso podría entenderse si no fuera por el pueblo, por el que los lleva ahí con la fuerza de su voto.
A nivel local tenemos al Congreso del Estado, un órgano que en paralelo al de la Unión lleva a cabo las mismas funciones, en las distintas entidades así como en la capital de la República donde se le conoce con otra definición pero sí, se trata del Congreso, es decir, de la cabeza del Poder Legislativo, uno de los tres poderes con que contamos en México y donde una de sus acciones también principalísimas se tiene en el parlamento, en el parlamento político, una práctica republicana donde tiene cabida el análisis, la discusión y el debate, herramientas imprescindibles originadas en la democracia para sacar adelante proyectos y posiciones políticas en torno de las acciones del gobierno y de la sociedad en su conjunto.
Un asunto común visto desde un punto de vista amorfo, con simplismo, pero un asunto crucial si nos atenemos a su verdadera importancia dado que lo anterior incide de manera directa en la conducción del país entero, en la conducción de las instituciones así como en la conducción de las masas.
Estimado lector, Fina lectora, más allá de que con periodicidad leemos información relacionada con representantes populares y el Poder político que los asume, lo que ahora intentamos hacer es tratar de hacer entender qué hace y cómo y por qué dicho Poder está ahí, a la espera de ser observado y analizado desde diversos ángulos, sin olvidar que unos podrán ser indulgentes y que otros podrán ser críticos, severos.
Como corresponde a un verdadero análisis donde no tiene porqué haber mala fe sino capacidad para entender las cosas juiciosamente. Donde no tenga porqué haber predilección ni sumisión política o literaria, sino independencia para comprender yerros y aciertos. Un asunto de equilibrios combinado con imparcialidad, dado que el Congreso nos representa a todos y eso no es un asunto utópico ni de juego, pues ahí se hacen las leyes. Las que después van a tener que aplicarse desde otro (poder) refiriéndonos al Poder Judicial, donde ministros, magistrados y jueces han de revisar casos y más casos hasta llegar a certeras o erróneas conclusiones, para emitir sentencias, amparos y revocaciones pues así son las cosas en un país como el nuestro.
Pero veamos qué pasa en el Congreso porque, de acuerdo con nuestro enunciado, es eso lo que nos interesa ahora. De manera que si usted nos lo permite, continuamos.
El Congreso de la Unión en la capital de la República está conformado por 500 diputados en la cámara baja así como por más de 100 senadores en la alta. Aquí en Guerrero, el Congreso Local está integrado por 46 diputados, la mayoría representante de una contienda electoral en cada uno de los 28 distritos así como por los (diputados) plurinominales, quienes de acuerdo con lo que la ley prevé llegan ahí por una prerrogativa política que la ley permite a los partidos. En conjunto, dichos legisladores revisan, analizan, valoran, discuten, alentando o limitando sendas iniciativas, las cuales hace tiempo sólo parecían provenir del Ejecutivo, el otro Poder cuyo representante a nivel federal está previsto y constituido en el Presidente de la República, y a nivel local en el gobernador de cada uno de los estados.
Las iniciativas, sin embargo, se han diversificado y hoy día no sólo son enviadas por el representante del Ejecutivo sino (por así estar previsto) también por los propios legisladores. Ahora bien, por ‘iniciativa’ ante el Congreso hay que entender la acción propuesta cuyo fin está previsto en la lógica de modificar, enmendar, derogar o adicionar alguna ley, lo cual beneficia o perjudica según diversas causas y opiniones. Esta es una facultad que permite la adecuación o la corrección de las leyes en una nación dinámica y compleja como la nuestra, lo cual sería impensable si trasladáramos las cosas al uso del poder desde un Estado con facultades casi meta constitucionales o capacidades monolíticas, como lo fue antes por un cierto tiempo aquí en México.
En otro sentido, un Congreso tiene leyes, artículos, normas internas que regulan su vida. Esto se conoce como Ley Orgánica y su propósito es hacer de la cámara un recinto donde lo mismo ha de respetarse la pluralidad (de las ideas), como las funciones mismas del Congreso. La ley citada está prevista y delineada y la misma es revisada y sancionada periódicamente. En dicha tesitura toman posición y participan todos los partidos, los que se representan allí mismo.
La Ley Orgánica tiene el propósito de hacer del Congreso un ente dinámico, analítico, discutidor y pensante, un órgano de previsión y de planificación legislativa y política, donde exista cabida de todas las expresiones, de todas las ideas, pues sólo de esa forma puede construirse una nación con bases políticas sólidas. Si lo anterior no fuera así, habría confusión, anarquía y caos. Algo que terminaría por desquiciar la vida de un país, en deterioro y perjuicio directo de su gente (y sus instituciones). Por esta razón, un Congreso, aunque costoso en cierta forma, siempre será de utilidad, de mucha utilidad para el ciudadano común, para la sociedad en su conjunto, aunque muchas veces no se entienda qué pasa ahí exactamente, dado que de no ser por la información generalmente reducida y ocasionalmente localizada, no habría forma de saber en un nivel masivo lo que (ahí) ocurre.
Pero sí, en un Congreso se trabaja, a veces tranquilamente, pero en ocasiones de manera febril y todo depende de las circunstancias que se vivan, pues en una sociedad compleja y a veces conflictiva como la nuestra, las cosas no pueden entenderse de otra forma y quien lo dude sólo tiene que examinar a más detalle lo que sí ocurre, dándose una vuelta por sus instalaciones para comprobar cómo y por qué podríamos estar en un acierto o del todo en un error al decir así las cosas.
Sin embargo, pero visto este asunto desde un punto de vista crítico y severo, algo pasa en el Congreso, porque existe la impresión de cierta ineficacia, de un alto costo y escasa efectividad, de acuerdo con otro tipo de percepciones. Y se dice esto porque de acuerdo con diversas opiniones, en el Congreso no discuten sobre cosas pendientes, importantes y hasta urgentes para el grueso de la sociedad. Porque, de acuerdo con opiniones diversas, se discute, pero no se incluyen asuntos ni puntos inherentes a las aspiraciones sociales colectivas, como por ejemplo ‘más graves sanciones o las modificaciones y cambios’ que hagan de la vida (del pueblo) una más digna y segura, lo cual provoca tensiones, nerviosismo y frustración.
Y es cierto, porque si vemos (las cosas) desde un punto de vista más crítico y más severo, al debate en el Congreso no llega un ápice de aquello más importante que podría ser la derogación o el cambio de artículos y preceptos que en perspectiva podrían propiciar más avance y más tranquilidad en la población, yéndose la mayor parte del tiempo en discusiones y en temas sólo acordes con los partidos, cosas de coyuntura, los presupuestos, asuntos de los ayuntamientos, asuntos secundarios y punto. Nada de cosas más de fondo, que causen o propicien un efecto de revuelta que permita suponer un antes, así como un después, en materia política, pero más en favor de la sociedad toda, quedando la impresión a veces de que en el Congreso no existe voluntad política para reformar verdaderamente.
Pero sí, el Congreso es crucial y necesario porque la discusión y el debate deben continuar por el bien de todos, y es ahí donde las condiciones legales y políticas lo hacen posible y algo como eso se tiene que reforzar realmente.
Y la discusión y el debate son necesarios porque en la vida de cualquier nación, si no se fortalece su práctica, esto lleva a otro estado de cosas. A la anti-democracia así como a la confrontación directa. A la ilegalidad política, así como a la anarquía y al caos. Si ocurriere algo como esto, jure usted que no sólo el atraso podría reinar entre nosotros, sino también la orfandad (política) desde las instituciones. El oscurantismo, para que se entienda.
Sí, la orfandad política y el oscurantismo porque una cosa como ésa sólo ahondaría las tensiones así como la desigualdad socioeconómica. Por eso, bienvenido el debate, la discusión abierta que permita el avance, el perfeccionamiento de la ley y, si es posible, la prosperidad y la tranquilidad de la ciudadanía que con su pago de impuestos hace posible la vida orgánica de las Cámaras. Donde se antoja, por cierto, como imposible cualquier tipo de retroceso, pues es de todos sabido que un pueblo desorganizado o en involución plena, no aspira sino a más inequidad política.
Por eso, a revisar y a ver qué pasa en el Congreso o, en su caso, a convalidar (las cosas), porque una posición política inmadura o de plano carente o absurda, no hace más que obstruir sin sancionar nada, lo cual, lejos de ayudar, sólo confunde y destruye.
Finalmente, el Congreso, con todo lo malo que en un momento dado pudiere tener (según cierta óptica), es importante, mucho. Algo necesario y crucial para toda la comunidad, porque de cara al futuro los tiempos podrían ser complejos y si algo ocurre, un ente legislativo como ése puede protegernos. Por más que haya gente que todo lo ve mal, sojuzgando casi siempre las cosas.
Sí señor, si los tiempos venideros son complejos y las generaciones que siguen no se organizan, los destinos pueden cumplirse y es así que el Poder Legislativo del que hablamos puede jugar un papel valiosísimo, por lo que hay que fortalecerlo, llevando ahí a las mejores personas que garanticen una mejor y una más humana continuidad en favor de todos. Algo difícil de impulsar y de prever, si en las elecciones no se razona el sentido del sufragio, porque la mediocridad también se impone si el ciudadano no elige libre, firme y razonadamente.
Pero sí, el Congreso es una representación civil crucial como necesaria.
Es todo.
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