Tenemos confianza “en nuestra fuerza” y en la solidaridad internacional, afirma el canciller
Gerardo Arreola (Corresponsal)
La Habana, 24 de octubre. La línea anunciada este miércoles por el presidente George W. Bush vaticina “una escalada sin precedente” contra Cuba, pero al mismo tiempo muestra “frustración” por la falta de resultados de su política en la isla, donde la reacción “es de serenidad y de firmeza”, dijo hoy el canciller Felipe Pérez Roque.
El ministro de Relaciones Exteriores salió rápidamente a replicar a Bush, apenas unas dos horas después que el mandatario habló en el Departamento de Estado.
Pérez Roque subrayó claramente la implicación de violencia en el discurso del jefe de la Casa Blanca y sus riesgos, pero al mismo tiempo contrastó la retórica del presidente estadunidense con el hecho de que Bush no ha conseguido en siete años de gobierno destruir el sistema político cubano.
Sin aludir a la enfermedad del presidente Fidel Castro, el canciller también comparó las pretensiones estadunidenses con la situación de orden y tranquilidad en la isla, en el trance del interinato de Raúl Castro.
Al final de un discurso de casi una hora, ante periodistas, funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores y algunos invitados, el canciller volteó el enfoque y expuso en un pliego de 12 puntos lo que Cuba considera “la agenda” con Estados Unidos.
Aunque Pérez Roque dijo que era una plataforma que Bush debía considerar, el perfil del mandatario y el año que le queda en el poder prácticamente descartan un giro tan espectacular. Pero su formulación pública implica un horizonte de entendimiento y el papel queda sobre la mesa del próximo jefe de la Casa Blanca.
En sustancia, los 12 puntos reclaman: respeto a la independencia cubana; cese de las amenazas, del estímulo a una oposición interna, de las emisiones hostiles de radio y televisión y de la propaganda sucia; levantamiento del bloqueo económico; plena libertad de viaje de los estadunidenses y cubanos emigrados a la isla; derogación de la ley que otorga residencia a cualquier cubano que pisa territorio estadunidense y cumplimiento de los actuales acuerdos migratorios; liberación de los cinco agentes cubanos presos en Estados Unidos; extradición a Venezuela o juicio local a Luis Posada Carriles, confeso instigador de atentados contra objetivos cubanos; cese de las presiones contra terceros países para hostilizar a la isla y cierre de la prisión de Guantánamo y devolución a Cuba del territorio que ocupa la base naval.
En la réplica a Bush, Pérez Roque puso los reflectores sobre la porción del mensaje que conlleva la amenaza de fuerza, cuando dice que la palabra clave en el trato con Cuba no es “estabilidad”, sino “libertad”.
“Cuba entiende estas palabras como un acto irresponsable, que da una idea del nivel de frustración, de desesperación y de odio personal”, señaló Pérez Roque. El discurso confirma que la política de Bush “es el cambio de régimen en Cuba, incluso por la fuerza”.
El canciller repasó los escenarios implícitos en la formulación (un “fantasioso levantamiento interno”, un ataque directo), pero desembocó, igual que lo hacen invariablemente otros dirigentes cubanos en esa hipótesis, en que la defensa convertiría una agresión a la isla en un conflicto prolongado.
Desde que tomó el mando directo del país, en julio de 2006, Raúl Castro dispuso un vasto ejercicio militar, con movilización de todos los escalones de fuerzas disponibles, incluyendo civiles encuadrados en milicias y reservas, y que concluirá en noviembre de 2008, precisamente cuando termine el mandato de Bush.
Pérez Roque revisó también el escalamiento del lenguaje del presidente de Estados Unidos hacia Cuba, desde 2004, cuando habló, primero, de “trabajar” para una “transición rápida y pacífica a una democracia”; luego, de “acelerar” ese proceso y así siguió en un endurecimiento que lo llevó este año a proponerse “presionar duro”, hasta llegar a los giros de hoy.
“Si el objetivo de las palabras del presidente de Estados Unidos es intimidar al pueblo, asustar a su dirección, debo decirle desde ahora que es un completo fracaso”, señaló el canciller. “Pero hay, y tomamos nota de ello, una evolución de la agresividad, del tono de su lenguaje hacia Cuba”.
Examinado el factor de la amenaza de violencia, Pérez Roque entró a los contrastes. Primero dijo que “la palabra de orden en Cuba es coraje, serenidad absoluta y confianza en nuestra fuerza y en la solidaridad que el mundo dispensa hoy” a su país.
En las palabras de Bush hay “una clara frustración”, dijo el ministro cubano, porque la isla “ha derrotado todos sus intentos, sus planes, todas sus iniciativas”. Ahí Pérez Roque citó el crecimiento de la economía, el tránsito de la crisis de la década pasada a un periodo de recuperación y las elecciones municipales del domingo anterior, como muestras de que aquí pasan cosas, menos el vuelco que busca la Casa Blanca.
El canciller recordó, además, en la misma línea, la ronda de reuniones abiertas en barrios y centros laborales para que la población opine sobre el discurso de Raúl Castro del 26 de julio y exponga el conjunto de problemas nacionales.
“Entendemos la reacción de hoy como un acto fruto de la desesperación”, estimó Pérez Roque. “El presidente ve que se le acaba el tiempo, que no puede cumplir con su promesa”. El canciller citó como resultado de ese dilema el llamado de Bush a otros gobiernos a que se unan a Estados Unidos en su hostilidad contra Cuba.
Luego el ministró entró a rebatir línea a línea parte de la “descripción mentirosa y ridícula” de Bush sobre Cuba. Rechazó la afirmación del mandatario de que Estados Unidos envió a la isla 270 millones de dólares en ayuda humanitaria el año pasado, cuando en realidad, dijo Pérez Roque, fueron 5 millones de dólares, provenientes de grupos simpatizantes del gobierno cubano, “en abierto desafío a persecuciones y prohibiciones” de la Casa Blanca.
A un llamado de Bush a la deserción de militares y agentes de la seguridad, Pérez Roque lo consideró “intento vano y ridículo”. En este tramo el canciller resumió su valoración del presidente estadunidense así: “Usted delira”.
El repunte de la hostilidad estadunidense no tomó por sorpresa a los cubanos, según las señales públicas. El conflicto había sido analizado en perspectiva por el diplomático, Ramón Sánchez Parodi, quien fue jefe de la Sección de Intereses de su país en Washington, vicanciller a cargo de asuntos hemisféricos y embajador en Brasil.
En un reciente análisis, Sánchez Parodi concluyó que las secciones de intereses (oficinas diplomáticas de rango inferior al de embajada), acordadas en 1977, no cumplieron el objetivo que tenían, de normalizar las relaciones, en lo que se interesaba Jimmy Carter, pero que fue descartado por los siguientes gobiernos: Ronald Reagan, Bill Clinton y los Bush, padre e hijo.
Sánchez Parodi consideró tan “impensable” un avenimiento con el actual mandatario como una agresión militar, aunque “siempre, y aún ahora, los cubanos tenemos que estar preparados, por si acaso”.
De los actuales aspirantes presidenciales, ni siquiera el senador Barack Obama “se aparta de condicionar el futuro de las relaciones a un cambio” en el sistema cubano, señaló Sánchez Parodi.
El diplomático concluyó: “Si no aparece algún cambio en el pensamiento de estos políticos en los próximos 15 meses, poco podemos esperar los cubanos de la visión política de los dirigentes norteamericanos, salvo seguir ocupados en el desarrollo de nuestro socialismo y en el enfrentamiento a la hostilidad” estadunidense.
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