Julio Hernández López
Cual ya va siendo costumbre, la administración calderonista se ha enredado con sus propias hechuras. El primer oso del día fue cometido por el secretario Carstens, quien no pudo sino aceptar públicamente que él, el hombre de los dineros, no sabía nada de los 7 mil millones de dólares comprometidos para el troyano Plan México. Luego hubo de entrar en acción un minibombero de lujo, Max Cortázar, el baterista que funge como encargado de la comunicación social de Los Pinos, quien, al mejor estilo del siempre recordado Rubén Aguilar (el portavoz del último tramo del foxiato), explicó lo que el embajador de México en Estados Unidos, Arturo Sarukhán, había querido decir: los famosos 7 mil millones de dólares no son dinero extra que se vaya a aportar a la oficialmente denominada Iniciativa Mérida, sino que es la suma del gasto ordinario en materia de seguridad pública que el gobierno federal planea realizar en tres años.
Las penurias continuaron con la visita que Patricia Espinosa hizo a legisladores federales para tratar de convencerlos de que los buenos vecinos gringos dan dinero por nada y que, en consecuencia, la honra y la integridad patrias están a salvo aunque un señor pecoso y con barba de chivo ande regalando a los infantes paletitas disfrazadas de asistencia antinarcóticos. De las palabras de la secretaria de Relaciones Exteriores se colige que las máquinas, vehículos, aparatos, programas y demás cachivaches de alta tecnología intervencionista que México les comprará a compañías gringas con el dinero que Washington nos “regalará”, serán instalados, vigilados y reparados por puro Mexico Power y que no vendrán, como ha sucedido en aventuras similares en muchos otros países, espías y expertos militares disfrazados de técnicos a “capacitar” a los nativos, a instalar equipo y software (sin copias ni enlaces directos al Pentágono y a la FBI, la DEA y demás oídos amigos), a dar “mantenimiento” y a “supervisar” el buen funcionamiento de los modernos caballitos tecnológicos de Troya. Ayer, la todopoderosa secretaria de Estado, Condoleezza Rice, vio en el Congreso de Estados Unidos cómo una mujer con las manos teñidas de rojo sangre protestó aparatosamente por la política gringa en Medio Oriente. Afortunadamente para nuestra Condolicia Espinosa nadie en México habrá de culparla centralmente de lo que está sucediendo con la rebautizada Iniciativa Mérida, pues la funcionaria del calderonismo sólo es una pieza mecánica, una soldada del poder que cumple instrucciones provenientes de los jardines donde hay arbustos (bushes) y pinos (pines, en inglés, sin em).
En Campeche de Mouriño suceden accidentes que muestran la vulnerabilidad del sistema petrolero nacional. Trabajadores sin la debida protección y con equipamientos a medias o descuidados mientras los grandes contratistas jijos de su Bribiesca se llevan los miles de millones de pesos en negocios que pretenden ser limpios y legales pero que están obligadamente sujetos a las leyes de la corrupción dominante. Y, así sea accidentalmente, las escenas de descompostura en la operación petrolera alientan las voces y las esperanzas de quienes creen necesario inyectar capitales privados, nacionales y extranjeros, al gran negocio en riesgo.
De Zavala a Zavaleta, la diferencia son dos letras: la cesionista Ruth se tomó ayer la foto con la esposa de Felipe Calderón. Eso sí, la presidenta de la mesa directiva de San Lázaro hizo saber a los periodistas que no sabía que Margarita Zavala estaría en la inauguración de un congreso sobre adicciones. De cualquier forma, tan a gusto se sintió la perredista en ese acto de colaboración que instauró un diálogo público con la señora Calderón acerca de hijos y problemas para educarlos. La emotiva escena tuvo punto culminante cuando Zavaleta invitó a Zavala a formar frente común contra el consumo juvenil de drogas y Zavala le contestó a Zavaleta que sí. ¡Ah los (nada) extraños caminos de la convalidación gradual! Lo de ayer es un ensayo preparatorio de venideras fotografías de la diputada Ruth Zaval(et)a con el licenciado Felipe Calderón. ¿Especulación? No: ella misma dijo días atrás que por problemas de agenda no pudo estar, lo que le hubiera encantado, en la ceremonia en que el ocupante de Los Pinos entregó la medalla Belisario Domínguez a los deudos de Carlos Castillo Peraza. ¡Foto!, ¡foto!, ¡foto!
Astillas
Germán Martínez ha dicho que será la historia la que juzgue a Vicente Fox. Cómoda salida para quien fue secretario del gobierno calderonista encargado de investigar y castigar latrocinios y pillerías que, bueno, ya la historia consignará y juzgará (siempre y cuando no compren el silencio de esa historia postulándola a presidir un partido oficial)… ¡Oh, no, la argentina Cristina Kirchner ha dicho a periodistas de su país que en caso de ganar la presidencia (como todo indica) no compartirá el poder con su esposo, el actual mandatario! No conforme con negarse a establecer una pareja presidencial, también se manifestó en contra de que la comparen con Evita Perón o Hillary Clinton, pues “no hay mejor cosa que ser parecido a uno mismo”. Ni modo, señora Marta… Este viernes deberán exhibirse en mil cines del país los avances de Fraude, México 2006, la película dirigida por Luis Mandoki. Problemas de distribución de esos tráileres hicieron que en la programación de esta semana quedaran fuera de muchas salas cinematográficas pero, según eso, el próximo viernes todo funcionará cual si fuésemos un país moderno y civilizado, sin censura abierta o disfrazada… Y, mientras continúa el forcejeo entre la corriente perredista que al buscar el “reconocimiento” de Calderón trata de aislar a López Obrador y empujarlo fuera de la estructura del PRD, y el propio movimiento lopezobradorista que considera que el aparato del sol azteca ya no responde a los intereses de las mayorías de izquierda, ¡hasta mañana, en esta columna con frío!
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