Félix Sautié Mederos
Después de haber conocido sus nuevas amenazas contra nuestro pueblo cubano, debo responderle y decirle: No, señor Bush, para resolver nuestros problemas nosotros no necesitamos de su "ayuda", porque hay ayudas que matan y además porque la política agresiva y genocida de su Gobierno hacia Cuba constituye uno de los mayores problemas que tenemos que enfrentar y que resolver.
¿Quién es usted señor Bush?, ¿de dónde ha sacado tanto odio y tanta agresividad, contra el mundo y contra nuestro pueblo? Mientras más lo pienso, más lo comprendo, usted que dice ser tan religioso, tan "cristiano", como para convocar a la guerra "en nombre de Dios" y rezar en la Casa Blanca antes de invadir a Irak basado además en mentiras flagrantes, debería comprender que usted es realmente el Anticristo de esta época. Usted pretende salvar al mundo con la mentira, con la ignominia, con las torturas y con la guerra. Pero ya en Apocalipsis, Juan anuncia su ascenso y su propia destrucción: "La Bestia que has visto, era y ya no es; y va a subir al abismo pero camina hacia su destrucción" (Ap. 17,8. Biblia de Jerusalén). Quizás antes de continuar adelante con su política de muerte, de guerra y de amenazas, debería ser más profundo en sus meditaciones para comprender la verdad, porque los pueblos que ya no lo resisten más se habrán de levantar en masa contra su poder y sus mentiras. Y serán bienaventurados porque tienen hambre y sed de justicia. Yo, en su lugar, me preocuparía más por eso que por seguir matando a víctimas inocentes en Irak, Afganistán y en el Oriente Medio. Me preocuparía más por eso, que por seguir amenazando al pueblo de Cuba y continuar azuzando el odio y el rencor, porque usted no quiere que nuestros problemas se resuelvan, sino que se agudicen. Usted lo que desea con nosotros, es revivir la vieja estrategia imperial de la época de nuestras guerras de independencia y empujarnos a que nos exterminemos unos contra otros, para hacer más fácil su dominio sobre Cuba. Pero esto no lo va a lograr, porque la lección está aprendida y bien aprendida, los que repudiamos nuestros propios errores, lo hacemos para con su rectificación convertirnos en más fuertes para alcanzar una invulnerabilidad real frente a sus ambiciones de apoderarse de Cuba. Son nuestros propios errores los únicos que pueden destruirnos y seguir tras de lo que usted plantea sería nuestro principal error, por eso no lo vamos a hacer y sí lo vamos a denunciar ante el mundo para que todos comprendan sus verdaderas intenciones.
Sus iniciativas, además, deberían concentrarse en el levantamiento del bloqueo contra Cuba y cambiar las amenazas de exterminio por una política más realista de paz y cooperación, de amor y de concordia, pero parece que estas palabras no existen su diccionario personal.
Señor Bush aquí no va a haber ningún alzamiento, aunque pensándolo bien sí lo habría si usted se decide a agredirnos, pero ese alzamiento sería para enfrentar al invasor. No se olvide de aquello que dijo Jesús sobre que: aquel que a hierro mata, a hierro muere. Por el momento es todo lo que podría decirle, porque no hacen falta muchas palabras para denunciar a su odio y su obcecación que logran todo lo contrario de lo que se plantea con su retórica mentirosa.
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