Juan Carlos Camaño, presidente de la FELAP
Red Voltaire
“En la lucha de ideas todos somos comunicadores y las concepciones elitistas deben ser combatidas, en la necesidad de ampliar nuestras propias filas, que no se componen sólo de periodistas profesionales, y que no deberán restringirse únicamente a ellos”, manifestó el periodista argentino Juan Carlos Camaño, presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), durante el actor de apertura del X Congreso de la organización realizado del pasado jueves 4 al sábado 6 en Villa Gesell, ciudad balnearia de la provincia de Buenos Aires.
La Agencia Nacional de Comunicación reproduce a continuación alguno de los conceptos manifestados por Camaño durante su intervención:
-“Tal cual lo hemos reiterado largamente, y de manera muy insistente en los últimos tres años, nuestra ética social deberá seguir siendo guía de nuestra ética profesional. Entre otras cuestiones, porque a la imposición a sangre y fuego del código de ética de los barones de la información y la comunicación es imperioso e impostergable oponerle –desde adentro de la profesión y desde afuera de ella- la ética y la dignidad de los que en este mundo –y muy especialmente en nuestra región- no se resignan a vivir de rodillas frente al imperio”.
-“Y esto requiere del mayor número de hombres y mujeres capaces de informar y comunicar la verdad en un amplio campo de disputa, donde lo peor que podría pasarnos es que caigamos en la trampa de exigirnos a nosotros mismos un título habilitante, ya sea para denunciar los crímenes, ya sea para organizar las voces dispersas de los que claman por justicia”.
-“En la lucha de ideas todos somos comunicadores y las concepciones elitistas deben ser combatidas, en la necesidad de ampliar nuestras propias filas, que no se componen sólo de periodistas profesionales, y que no deberán restringirse únicamente a ellos. Nosotros no debemos estrechar la mira, sino todo lo contrario. Decimos otra vez: más allá de la profesión lo que está en juego es la vida de la humanidad y el planeta y los periodistas no somos quiénes para poner el carro por delante del caballo”.
-“Sabemos que antes, mucho antes de los lógicos, legítimos y necesarios debates sobre semiología, deontología, redacción periodística, nuevas y sofisticadas tecnologías -que aquí también se van a hacer, con justa razón-, antes que todo eso junto está en juego la vida de miles de millones de seres humanos, en un planeta sistemáticamente agredido –al igual que sus habitantes- por la planificación de la desigualdad”.
-“Existen el hambre y la muerte por planificación de la desigualdad, en función de la maximización de la tasa de ganancia de una elite transnacional de la que forman parte los grandes centros informativos y comunicacionales dotados para la guerra, para lo único que ha quedado dotado un sistema que, como el sistema capitalista no está preparado, desde sus cimientos, para la paz, la solidaridad, la cooperación, la fraternidad”.
-“Nuestra ética social va por delante de nuestra ética profesional, porque los interminables genocidios por planificación de la desigualdad, nos exigen ser mucho más que buenos periodistas, nos convocan, desde la dignidad, a ser hombres y mujeres decididamente comprometidos en la lucha por la justicia social”.
-“Ningún periodista, por más honesto que se suponga, puede limitarse hoy, frente a la barbarie de los saqueadores de la tierra, a ser neutral. O se combate al crimen organizado por el capitalismo rapaz e inhumano, o se es a conciencia, o por omisión dudosa, acomodaticia o cobarde, cómplice de los sátrapas y sus satrapías. El llamado periodismo de las dos supuestas campanas, nacido de la escuela dura-blanda o blanda-dura de Estados Unidos, es un periodismo obsoleto frente a un mundo en llamas”.
-“Es este un tiempo de celebraciones, en el nombre de los seres humanos, periodistas o no, trabajadores de prensa o no, comunicadores sociales o no, en el nombre de las gentes que no se resignan a que este mundo de invasiones oprobiosas y asesinatos programados sea por siempre el destino de la humanidad. Y este en un tiempo –más que nunca antes- de periodismo de combate organizado”.
-“De nada vale inmolarse desde el individualismo profesionalista y de poco sirven las quijotadas profesionales. Sí importa, y mucho, subrayar aquello de luchar para organizarse y organizarse para luchar. Porque se trata de que en la lucha de ideas se impongan las ideas de los que decimos, hasta con la entrega de la vida, que un mundo mejor es posible”.
-“Hoy, ante los retos de vida o muerte y la propia destrucción del planeta no se conciben organizaciones de periodistas que reciclen en la práctica profesional el periodismo basura, empalagado del sentido común dominante y ajeno al sentido crítico”.
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