miércoles, octubre 10, 2007

No fumar: ¿prohibición o intolerancia?

Miguel Angel Velázquez

A las autoridades les importa más el ahorro que la salud

Acuerdo Nueva Izquierda-PAN

A fuerza de no querer parecernos a nosotros mismos, hemos ido tragando ideas para menospreciar nuestra historia, para aborrecer nuestras costumbres, para sentirnos ciudadanos del mundo, que en el mundo global ser mexicano, o de cualquier país, resulta poco.

Ahora nos dicen que en bien de la salud de muchos, se prohíbe fumar. Tal vez sea cierto, pero la prohibición tiene un tufo a intolerancia que no cabe en una ciudad como la de México, donde pese a las presiones, las libertades ciudadanas, que en muchos lugares del país se han restringido, se han ampliado en los recientes diez años.

Seguramente es cierto que el humo del tabaco daña a quien lo respira, pero también lo es que la medida, que por ejemplo en Nueva York tiene a hombres y mujeres fumando en las calles en horas de oficina, es de una intolerancia digna de regímenes dictatoriales.

Y es que a los diputados de la asamblea del DF no se les podía ocurrir otra cosa que no fuera prohibir. ¿No hubiera sido más fácil que se hubiera dejado en libertad, por ejemplo, a los dueños de restaurantes para que pudieran avisar a sus clientes que en ese lugar se permite fumar y usted entra bajo su propio riesgo?

De esa manera se hubiera podido evitar, por ejemplo, lo que será un hecho lamentable en el DF: la segregación, la discriminación. Era tan fácil como haber permitido que el ciudadano ejerciera su derecho a escoger en donde puede comer, o tomar un café, por ejemplo.

Pero no, el asunto era prohibir, dejar sin opción al ciudadano, quien en muchas ocasiones cae en las trampas que plantean los argumentos de la imposición, porque la verdad no es que a las autoridades, de aquí o de otros países inmersos en la globalización, les importe la salud del fumador o de quien está a su lado; más bien, son las autoridades las que nos han dicho que debido a las enfermedades que causa fumar, se gastan millones y millones de pesos.

Vale la pena señalar, entonces, que lo que el estado se niega a hacer, es el gasto para tratar de curar los males del fumador, dineros que, por ejemplo, se podría utilizar en comprarle un nuevo rancho a Fox, o en pagar los salarios del cuerpo de seguridad del espurio, o en componer carreteras para luego regalarlas a la iniciativa privada.

Y lo peor, quien sabe de dónde salió la idea de que el gobierno de Marcelo Ebrard, para mitigar las pérdidas que seguramente tendrá la industria restaurantera –para no dejar el ejemplo–, se les habrán de condonar impuestos, y aquí sí que todos perdemos.

La tesis de la imposición sería: para que muchos ciudadanos no fumen, que todos, incluyendo los no fumadores, paguen, porque a fin de cuentas a quienes se les quitará el pago de las obligaciones fiscales, son algunos de los que más dinero allegan al presupuesto de la ciudad, sobretodo si, como se quiere, el DF tiene como destino ser una ciudad de servicios, donde los restaurantes proliferarán.

¿De dónde provendrán los recursos que requiere el DF para sus múltiples necesidades, si a quienes se debería cobrar más no pagan? Seguramente del aumento en las tarifas de los servicios públicos, y entonces todos, fumadores y no fumadores, tendremos que tapar el hoyo financiero que, por chico o grande que sea, deberá llenarse.

Por lo pronto, ya no hay remedio. Seremos gente de la globalización. Nuestro país está lejos de pertenecer a eso que se llama primer mundo, pero eso sí, sus mañas ya las vamos aprendiendo, cuando menos prohibir le sale muy bien a las autoridades. Nada más hay que recordarles que hubo una vez en la historia, no muy lejana, cuando el mundo no sabía igual en cualquier parte, que una revolución se armó bajo la consigna: prohibido prohibir. Ojalá no sea para tanto.

De Pasadita

Corre el rumor de que se ha consumado un acuerdo político entre Nueva Izquierda y los miembros de la bancada de Acción Nacional en la Asamblea Legislativa, y tiene que ver con el presupuesto para la ciudad que tendrá que aprobarse en breve. La idea es desaparecer o inutilizar la Procuraduría Social, Servicios Urbanos y Desarrollo Social. Con esas acciones se pretende paralizar al gobierno de Marcelo Ebrard, y con ese mismo fin se tiene la intención de remover en la propia asamblea al director de comunicación social, y dejar allí a un incondicional de Víctor Hugo Círigo y su hermano Rene.

Para sellar los acuerdos, la semana pasada el jefe delegacional en Iztapalapa fue a Gobernación para pedir que se le dieran dineros del fondo para desastres debido al peligro que representan las grietas en el suelo de la demarcación, y la dependencia, es decir el panismo, se la hizo buena. Se trató, no se puede pensar de otra forma, del acuerdo Nueva Izquierda-PAN, y si no, ¿por qué la misma secretaría ha negado la ayuda a Alvaro Obregón donde la problemática es aún más grave? ¡Que vergüenza!

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