Antonio Gershenson
Las inundaciones de Tabasco muestran que es mucho lo que hay que cambiar. Las actuales parecen ser las peores, pero ya las ha habido, las más recientes en 1999, y las más duras hasta ese momento. Ha habido suficientes advertencias, inundaciones anteriores, de que había que tomar medidas, y no se tomaron.
Pemex informa de aportaciones para prevenir inundaciones durante los gobiernos estatales de Madrazo y Andrade, y de que no hay evidencia de que los recursos se hayan empleado en ello. Podemos decir que lo que hoy sucede es más bien evidencia de que no lo hicieron. Pero eso no es todo.
Se informa en estas páginas que han estado rompiendo los diques del río Grijalva en el tramo que atraviesa el centro de Villahermosa, la capital estatal. Tenemos que ir hacia arriba de ese río para ver otras causas, muy importantes, del problema.
En otra información de La Jornada vemos lo sucedido arriba, en Chiapas, donde hay cuatro plantas hidroeléctricas con sus respectivas presas, a lo largo del Grijalva. Todas ellas se diseñaron exclusivamente para generar electricidad, y no se consideraron problemas como las inundaciones, que ya las había. La capacidad de las presas consideraba la generación de energía, pero nada más.
De la que está más abajo, Peñitas, estuvo dejando pasar 2 mil metros cúbicos de agua por segundo. Un metro cúbico equivale a mil litros. La razón es que la presa ya rebasa su capacidad instalada. Se aclara que en 1999, con las inundaciones inmediatas anteriores, ya se había rebasado la capacidad instalada. Arriba de Peñitas están las presas, y centrales, de Malpaso, Chicoasén y La Angostura, que es la que tiene más capacidad de almacenamiento de agua. Pero esta última ya está, se nos informa, al 94 por ciento de su capacidad.
Los 2 mil metros cúbicos por segundo que bajaron por el Grijalva bastaron, entre otras cosas, para romper los diques del río en Villahermosa y extender la inundación. Entonces, debemos revisar muchas cosas en la forma como se ha querido tener un desarrollo en México.
Por un lado, está el problema de cómo se manejó el agua de las presas del Grijalva anteriormente, para que se hayan llenado así. El Centro Nacional de Energía (Cenace), de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), da entrada o salida a cada planta eléctrica, pero además ha habido protestas porque se les da preferencia a las plantas de gas natural de empresas extranjeras, dejando las propias de la CFE para cuando son indispensables. Y se usan las hidroeléctricas en las horas de mayor demanda, para luego dejarlas fuera. Esto puede haber dado lugar a que las presas, al llegar las lluvias, estuvieran más llenas que si se hubiera usado el agua para generar todo el tiempo, sacando plantas de las empresas privadas. Y luego está el problema que mencionamos, de la construcción de presas exclusivamente para generar electricidad, habiendo otros problemas.
Voy a poner un ejemplo. No con la idea de copiarlo, que las condiciones son muy diferentes. Pero sí con la intención de mostrar que estas cosas son posibles. Se trata de la presa, y planta hidroeléctrica, y más cosas, de Tres Gargantas, en China, sobre el río Yangtse. Se ha construido en respuesta a múltiples inundaciones, que causaron 300 mil muertos a lo largo del siglo XX. La última inundación, en 1998, causó daños estimados entre 20 y 30 mil millones de dólares. Aproximadamente ese es el costo de la presa y sus obras asociadas. La cortina de concreto mide dos y medio kilómetros de largo, 181 metros de altura y 100 de espesor. Ya ahora funciona para prevenir inundaciones, y al ser terminada la obra, en 2009, será también la mayor planta para generar electricidad en el mundo, con una capacidad de 18 mil 200 megavatios. Aproximadamente, será 50 por ciento mayor que la actual mayor planta del mundo, Itaipú, en Brasil. Además de protección y de generación de electricidad, será el principal medio de transporte fluvial de China. El tiempo de la obra, unos 18 años, no es un obstáculo para realizarla, motivada originalmente por las inundaciones pero que va dirigida a la solución de varios problemas.
No es una obra del momento. Hay toda una historia, que se inicia hace casi 2 mil 300 años con la construcción del sistema de obras y presas para controlar las aguas del río Ming, tanto para evitar inundaciones como para ampliar las tierras de riego. Y ese sistema, con algunos cambios, ahí sigue funcionando.
A partir de nuestra propia realidad, ya es tiempo de ver los problemas y sus soluciones de manera más global, y no seguir sólo con grandes inversiones, cuando las hay, para un solo objetivo, cuando que las necesidades son variadas. Que el desastre de Tabasco sirva de lección.
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