Por Julio Pimentel Ramírez
Como es tradición en la política mexicana y forma parte de la sabiduría popular, que si bien eventualmente suele equivocarse en muchas ocasiones guarda concordancia con la realidad, lo que declaran los personajes del poder, sobre todo cuando abordan grandes temas, hay que tomarlo con reserva y con frecuencia exactamente al revés.
Valga esta digresión para referirnos a palabras vertidas, en estos días de la catástrofe que padecen los hermanos tabasqueños y en plena conmemoración mexicana de los muertos y del halloween impuesto por la cultura sajona, tan cara a quienes desean vivir el sueño americano en tierras nacionales, por personajes del gobierno ilegítimo: Calderón, alumno destacado de la escuela foxiana de las ilusiones y las mentiras, declara ufano que ha cesado el temor y la incertidumbre desatada por el proceso electoral, que lo impuso en el poder de manera ilegal, y que los mexicanos conviven en una sociedad segura que se encuentra en la senda del crecimiento económico.
Así, somos testigos de que la estatura política de Calderón no le permite otear por encima de la muralla verde que lo acompaña por todos lados y darse cuenta de la gravedad de los problemas nacionales, además que no ve ni oye a los millones de mexicanos que no olvidan los agravios sufridos en los comicios pasados y que cada día confirman sus temores sobre la continuidad de la política económica que agrava los costos sociales en una nación depauperada y golpeada por el huracán neoliberal que azota la república desde hace ya treinta años.
En estos momentos la atención de la opinión pública se encuentra dirigida, con razón, a los graves sucesos que tienen al 80 por ciento del territorio tabasqueño bajo el agua y que tiende a agravarse con más de un millón de damnificados que en corto plazo pueden ser afectados por epidemias y otros males que, como siempre, se centran en los que menos tienen, aunque por el momento las inundaciones igualen bajo sus aguas a las clases sociales, según algunas crónicas periodísticas.
En este capitalismo salvaje que predomina en México, el tiempo pondrá a cada quien en su lugar: los ricos absorberán pérdidas y los desposeídos agravarán sus penurias cotidianas y muchos de ellos emigrarán en busca de sustento, ahora sufren por exceso de agua después clamarán por ella al aventurarse en el inclemente desierto norteño.
En su segunda visita a Tabasco, en la que solamente contempló desde el aire el sufrimiento de los de abajo, Felipe Calderón expresó que lo sucedido es a consecuencia del cambio climático, recurso oratorio carente de contenido pues no se vincula con las causas reales de esas transformaciones ecológicas, que no son otras que la instrumentación de un modelo económico que pone en el centro la obtención de alta ganancia en corto plazo y que en el caso de nuestro país se acentúa por la corrupción de los hombres del poder, políticos y hombres de negocio, indistintamente.
Así, no cabe dudad que la naturaleza y la sociedad se encuentran íntimamente vinculadas y lo que sucede en una de ellas repercute directamente, o a través de diversas mediaciones, en la otra. La tragedia provocada por intensas lluvias consecuencia de frentes fríos combinados con inestabilidades atmosféricas, que devastan Tabasco y afectan también al siempre relegado y olvidado estado de Chiapas, no puede verse solamente como un desastre natural sino hay que analizarlo en un contexto más amplio relacionado con el modelo económico, político y social que predomina a escala mundial y que tiene como eje rector la acumulación de ganancia aún a costa del rompimiento del equilibrio ecológico y de la polarización social, es decir del predominio de unos cuantos multimillonarios sobre miles de millones de seres humanos que se debaten en la pobreza y el olvido, que son noticias cuando se trata de convertir el dolor humano en mercancía.
Si bien ahora lo principal es acudir en auxilio de los cientos de miles de damnificados en Tabasco y respaldar sin egoísmo todas las iniciativas que ayuden a paliar los efectos de este desastre de alto costo social y de sufrimiento humano que apenas comienza, llegará el momento en el que habrá que evaluar responsabilidades, terminar con la impunidad de los que medran con los recursos públicos y diseñar políticas preventivas que verdaderamente atiendan las causas de fondo de catástrofes de este tipo, de lo contrario en algunos años más volveremos a quejarnos y declararemos nuevamente que nunca habíamos visto algo así.
Compartimos con los lectores de POR ESTO! la denuncia de Andrés Manuel López Obrador, quien afirmó que la inundación en Tabasco se debe no sólo a las lluvias, sino también a la corrupción de gobiernos que desviaron los recursos destinados a obras hidráulicas e infraestructura, y anunció que investigará la probable responsabilidad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que primero decidió acumular agua en las presas y después la desalojó de manera repentina.
El acelerado crecimiento urbano de Villahermosa, capital de uno de los estados con mayor presupuesto gubernamental, no fue acompañado de las obras hidráulicas necesarias para una región de sus características, además no se trabajo adecuadamente el desazolve de los ríos que cual venas cruzan y dan vida a su territorio, pero que si no son atendidos correctamente pueden colapsarse y afectar a aquellos a los que normalmente proporcionan satisfactores.
Se han hecho públicos datos sobre los enormes recursos que Pemex entregó a gobernadores de la entidad y que no fueron aplicados en mejorar su infraestructura. En las próximas semanas seguramente será uno de los temas agendados en el ajuste de cuentas que sigue a una tragedia de estas dimensiones.
Como subraya el Presidente Legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador, "no hay desarrollo en el estado. Tabasco tiene todo, hay de todo, pero se lo clavan todo, para ser claros. Ahora están atentando hasta con la sobrevivencia misma, contra la existencia misma del estado. La corrupción ha sido devastadora para Tabasco, pero ahora hay que sacar a la gente del agua, hay que apoyar a quienes están afectados, pero no se debe dejar pasar lo otro y buscar una solución estructural y de fondo".
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