Pedro Echeverría V.
Este 22 de diciembre se cumplirá el décimo aniversario del asesinato de 45 indígenas en la población de Acteal, Chiapas y a los pocos días, el primero de enero, se conmemorará el 14 aniversario del levantamiento zapatista del EZLN y su presencia pública en San Cristóbal de las Casas aquel primer día de 1994. El levantamiento nos reanimó en la izquierda a quienes nos sentíamos derrotados por el gobierno de Salinas después de la firma del TLC y el “destape” de Colosio como candidato presidencial; asimismo despertó a todos aquellos políticos que ese mismo gobierno había logrado adormecer con su discurso de “liberalismo social” y de ubicación de México en el “primer mundo”. Salinas se retiró del gobierno como un asesino, ladrón y represor; le entregó el poder a Ernesto Zedillo quien (al asumir el cargo con una enorme inexperiencia) buscó destruir al EZLN por todos los medios. En ese contexto se encuentra la matanza de Acteal.
2. Se han dado varias interpretaciones sobre este asesinato, siempre de acuerdo a los intereses económicos y políticos de quienes las han expresado. Los familiares de los asesinados, los indígenas y los trabajadores de Acteal, el EZLN, etcétera, tienen las pruebas y la convicción de que fue un crimen de Estado y que quienes deben estar en la cárcel son los asesinos intelectuales (entre ellos Zedillo) no los indígenas presos que fueron los “chivos expiatorios” o ejecutores de mano pagados por el gobierno y el PRI.
Sin embargo seguirán saliendo otras versiones que, para pagar favores, buscan limpiar la imagen de Zedillo y del ejército. El intelectual Aguilar Camín, que ahora busca limpiar el nombre de Zedillo, así como casi todos los de su revista Nexos, siempre declararon ser enemigos del zapatismo, al mismo tiempo que el gobierno de Zedillo los subsidiaba con cargos de gobierno, trabajos especiales y subsidios.
3. Acteal sólo fue un asesinato colectivo más que (obviamente) nunca debió darse. Sin embargo en Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Hidalgo, Michoacán, también se han registrado decenas de asesinatos de indígenas y campesinos que tampoco se han investigado y siguen cubriéndose con la gruesa lona del silencio. Acteal no podrá olvidarse, pero tampoco los estudiantes asesinados en Tlatelolco, los guerrilleros urbanos de la guerra sucia, los campesinos de Los Charcos, los guerrilleros de Genaro y Lucio, los asesinados de la APPO en Oaxaca, los de la Siderúrgica y miles y miles que no fueron los primeros ni serán los últimos. El poder, cualquier poder, para mantener su dominio reprime, encarcela, asesina a sus enemigos y opositores. Si contáramos por el número de asesinados, el yanqui Bush ocuparía un primerísimo lugar seguido por los gobernantes de Israel, Inglaterra, España. ¿Recuerdan a los GAL de Felipe González?
4. En los EEUU, además de los multihomicidas gobernantes, muchos niños, adultos, adolescentes, asesinan por antojo, por simple locura o por religión en escuelas iglesias o clubes. En los países altamente desarrollados que generalmente aparecen como “campeones de la libertad y la democracia”, los asesinatos masivos están a la orden del día. ¿Qué podíamos esperar de gobiernos como los de Salinas y Zedillo que veían crecer rápidamente una oposición de izquierda en las ciudades y desde 1994 un levantamiento indígena donde menos lo imaginaban? Salinas y Zedillo lograron incorporar a cientos de jóvenes en programas sociales que en un tiempo militaron en la izquierda, sobre todo en el Partido Comunista, corrientes maoístas y trotskistas, los usaron incluso como estrategas en el campo, en programas de solidaridad y del medio ambiente. Pero los sectores incontrolables recibieron siempre represión, como pasó en Acteal.
5. A dos meses de haber tomado posesión Zedillo de la Presidencia, en febrero de 1995 le preparó una trampa al líder del EZLN; idéntica a la que le tendieron en 1919 a Emiliano Zapata por el presidente Venustiano Carranza en el estado de Morelos. En aquellos años Zapata, Francisco Villa y Carranza representaban los tres liderazgos más importantes de la revolución de 1910/17. Zapata y Villa habían establecido en 1914, en la Convención Aguascalientes, una alianza contra Carranza y los burgueses que lo rodeaban. Pero en los siguientes años los carrancistas despedazaron militarmente el villismo hasta rendirlo para luego pasar a eliminar al zapatismo, a quienes nunca pudieron derrotar por las armas por contar con el apoyo de indígenas y campesinos. Entonces Carranza recurrió a la simulación, al engaño, a la traición, a la emboscada y al asesinato de Zapata y acompañantes. Esto también se preparó contra el sub Marcos.
6. También Villa fue asesinado en una emboscada tendida por el gobierno de Obregón en 1923, en la que murieron acribillados él y sus acompañantes en una ciudad norteña y un año antes, en 1922, Ricardo Flores Magón (el periodista, revolucionario y anarquista más importante de México) fue asesinado en las cárceles norteamericanas por órdenes del mismo gobierno obregonista. Así han muerto y se busca matar a los luchadores sociales de auténtica oposición, así como murieron los indígenas de Acteal y de otros lugares de México. No importa si se está rezando, estudiando, trabajando o protestando. Cuando el poder decide eliminar a sus opositores y da las órdenes a las fuerzas represivas ya nada lo puede evitar. ¿No se recuerda acaso el 10 de junio de 1971 cuando los jóvenes paramilitares, “los halcones”, recibieron las órdenes de golpear y disparar sobre los estudiantes que se manifestaban aquel día de corpus en la ciudad de México?
7. Pero Acteal, aunque no fue el primero ni el último asesinato en masa no debe repetirse ni olvidarse. Para que no se repita debemos luchar contra todo tipo de poder capitalista: poder económico, político, intelectual, religioso, de género, de padres, etcétera. El poder siempre buscará eliminar a quienes se le oponen o simplemente son sus críticos. No basta con protestar contra los asesinatos, en indispensable organizarse desde abajo para acabar con el poder o por lo menos debilitarlo. Zedillo debe ir a la cárcel por Acteal y otros asesinatos, pero también deberían estar allí los demás mandatarios del mundo. Pero ello, como dirían por ahí, es “un sueño guajiro”. Para remediar mucho de nuestros problemas y asesinatos necesitamos a un pueblo con alto nivel de conciencia política, dispuesto a luchar donde se encuentre contra todas las formas de poder. Es una batalla que durará muchísimas décadas, pero hay que empezarla.
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