Ahora más que nunca, a los gobiernos del PRIAN (federal y estatales), les URGE una oposición "a modo", con una izquierda "moderna" y legitimadora de sus desmanes e impunidad. Por eso fluye el dinero y "cortesías" a Nueva Izquierda o Los Chuchos, la corriente servil del perredismo
Hasta marzo de 2008 se renovarán, junto con la Presidencia Nacional del PRD, las directivas del partido en las diversas entidades federativas.
Pero ya comenzaron desde "endenantes", en corto y soterrados (como corresponde a todo pacto mafioso), los "arreglos" entre los responsables de la "gobernabilidad" política y los dirigentes formales del PRD, alineados o surgidos de Nueva Izquierda, la tribu que la prensa institucional califica de mayoritaria, y que se autoproclama moderna y conciliadora.
Con leves matices característicos de la personalidad de cada gobernador —sea del PRI, del PAN o del mismo PRD—, el primer contacto lo realiza el tercero en jerarquía (el Director General de Gobierno), a fin de sondear el escenario de la sucesión perredista y las "necesidades" de la dirigencia en funciones, así como el control que pueda seguir ejerciendo, para asegurar la continuidad de su colaboracionismo "institucional".
Según el panorama que presente el líder formal perredista, cruzado con los informes que hayan obtenido los "orejas" (o espías) del gobierno, el funcionario explora las posibilidades de que el grupo en funciones siga al frente del partido en el estado (o del nacional), con un incondicional de la línea "conciliadora", lejano del radicalismo que encabeza el tozudo "candidato derrotado" (obviamente, Andrés Manuel López Obrador) con sus "pocos" incondicionales, a efecto de proporcionarle a "los moderados" los apoyos necesarios para garantizar su continuidad institucional.
Tales "apoyos" pueden ser en efectivo o en especie, y ésta puede incluir el archivamiento convenenciero de averiguaciones previas —con pretexto o sin él— abiertas contra el dirigente o sus familiares, pasando por la vista gorda de transas con permisos callejeros o reparto de terrenos ilegales, hasta la entrega de materiales de construcción u otras canonjías, a cambio de la incondicionalidad y el voto del beneficiario a favor de la "continuidad" y de la simpatía y comprensión hacia el gobierno.
Desde luego, todo se trata en sigilo, en el más denso secreto, a veces en lugares "neutrales" para no despertar suspicacias o alentar habladurías, y cuando hay dinero de por medio (que es un actor principal casi siempre, por no decir siempre), la entrega es en efectivo, sin cheques ni recibos fiscales ni nada que pueda ser auditable o detectable por el IFAI, las Contadurías de los congresos o algún molesto chismoso. Absolutamente nada que pueda probar un contubernio o sometimiento lideril al gobierno. Lo único admisible y temporal, es un reporte o "tarjeta informativa" al superior, sobre los "apoyos" necesarios y el arreglo comprometido.
Esta mecánica, inercial hasta ahora, llegó a trastocarla ese molesto Peje y sus renegados seguidores que no ceden en sus pretensiones de deshacer estas mafias de corrupción e impunidad tan coordinadas, y limpiar la podredumbre de las "instituciones nacionales", empezando en casa, o sea, en el PRD.
Hoy, miles de ciudadanos independientes, seguidores voluntarios de López Obrador, decidieron afiliarse al PRD para votar por Alejandro Encinas y comenzar una buena pasada de escoba en todo el partido —sin dirigentes con colas largas y pisables, ni vínculos mafiosos con las autoridades del momento— y hasta con potentes desinfectantes que le den otra imagen a la política, más cercana a los ciudadanos y más lejana de los intereses depredadores.
Por eso en algunos casos, los propios Secretarios Generales de Gobierno (lugartenientes del Gobernador) intervienen personalmente para advertir a los dirigentes actuales sobre la gravedad de que puedan ser desplazados y, con ello, activarse los expedientes negros que tienen pendiendo sobre sus cabezas, y que sólo la simpatía y comprensión del gobierno ha evitado que se cumplan las órdenes de aprehensión que tienen en suspenso.
Garrote y zanahoria a la par, los funcionarios gubernamentales también ofrecen a las dirigencias impuestas por Los Chuchos, financiamiento suficiente para cooptar a quien sea necesario, para que los líderes se apliquen en garantizar, a cualquier precio, la continuidad de su control sobre el partido.
Desde luego, este escenario no estaría completo sin la participación, como comparsas, de los medios de comunicación "institucionales" con sus locutores y calumnistas que adornan con galas ficticias a la Nueva Izquierda ("moderna y conciliadora, institucional", le dicen), elevando a sus líderes, Los Chuchos, a insospechadas alturas épicas, como paradigmas de negociadores.
Es necesario que los integrantes de la corriente "mayoritaria" (en el aparato burocrático) del partido practiquen lo aprendido de chaquetazos y veleteos, para aceptar la nueva realidad que estableció López Obrador, o corren el riesgo de quedarse con un cascarón vacío de votos (que hoy están usufructuando) que tendrá que desaparecer por extinción voluntaria.
Pero ya comenzaron desde "endenantes", en corto y soterrados (como corresponde a todo pacto mafioso), los "arreglos" entre los responsables de la "gobernabilidad" política y los dirigentes formales del PRD, alineados o surgidos de Nueva Izquierda, la tribu que la prensa institucional califica de mayoritaria, y que se autoproclama moderna y conciliadora.
Con leves matices característicos de la personalidad de cada gobernador —sea del PRI, del PAN o del mismo PRD—, el primer contacto lo realiza el tercero en jerarquía (el Director General de Gobierno), a fin de sondear el escenario de la sucesión perredista y las "necesidades" de la dirigencia en funciones, así como el control que pueda seguir ejerciendo, para asegurar la continuidad de su colaboracionismo "institucional".
Según el panorama que presente el líder formal perredista, cruzado con los informes que hayan obtenido los "orejas" (o espías) del gobierno, el funcionario explora las posibilidades de que el grupo en funciones siga al frente del partido en el estado (o del nacional), con un incondicional de la línea "conciliadora", lejano del radicalismo que encabeza el tozudo "candidato derrotado" (obviamente, Andrés Manuel López Obrador) con sus "pocos" incondicionales, a efecto de proporcionarle a "los moderados" los apoyos necesarios para garantizar su continuidad institucional.
Tales "apoyos" pueden ser en efectivo o en especie, y ésta puede incluir el archivamiento convenenciero de averiguaciones previas —con pretexto o sin él— abiertas contra el dirigente o sus familiares, pasando por la vista gorda de transas con permisos callejeros o reparto de terrenos ilegales, hasta la entrega de materiales de construcción u otras canonjías, a cambio de la incondicionalidad y el voto del beneficiario a favor de la "continuidad" y de la simpatía y comprensión hacia el gobierno.
Desde luego, todo se trata en sigilo, en el más denso secreto, a veces en lugares "neutrales" para no despertar suspicacias o alentar habladurías, y cuando hay dinero de por medio (que es un actor principal casi siempre, por no decir siempre), la entrega es en efectivo, sin cheques ni recibos fiscales ni nada que pueda ser auditable o detectable por el IFAI, las Contadurías de los congresos o algún molesto chismoso. Absolutamente nada que pueda probar un contubernio o sometimiento lideril al gobierno. Lo único admisible y temporal, es un reporte o "tarjeta informativa" al superior, sobre los "apoyos" necesarios y el arreglo comprometido.
Esta mecánica, inercial hasta ahora, llegó a trastocarla ese molesto Peje y sus renegados seguidores que no ceden en sus pretensiones de deshacer estas mafias de corrupción e impunidad tan coordinadas, y limpiar la podredumbre de las "instituciones nacionales", empezando en casa, o sea, en el PRD.
Hoy, miles de ciudadanos independientes, seguidores voluntarios de López Obrador, decidieron afiliarse al PRD para votar por Alejandro Encinas y comenzar una buena pasada de escoba en todo el partido —sin dirigentes con colas largas y pisables, ni vínculos mafiosos con las autoridades del momento— y hasta con potentes desinfectantes que le den otra imagen a la política, más cercana a los ciudadanos y más lejana de los intereses depredadores.
Por eso en algunos casos, los propios Secretarios Generales de Gobierno (lugartenientes del Gobernador) intervienen personalmente para advertir a los dirigentes actuales sobre la gravedad de que puedan ser desplazados y, con ello, activarse los expedientes negros que tienen pendiendo sobre sus cabezas, y que sólo la simpatía y comprensión del gobierno ha evitado que se cumplan las órdenes de aprehensión que tienen en suspenso.
Garrote y zanahoria a la par, los funcionarios gubernamentales también ofrecen a las dirigencias impuestas por Los Chuchos, financiamiento suficiente para cooptar a quien sea necesario, para que los líderes se apliquen en garantizar, a cualquier precio, la continuidad de su control sobre el partido.
Desde luego, este escenario no estaría completo sin la participación, como comparsas, de los medios de comunicación "institucionales" con sus locutores y calumnistas que adornan con galas ficticias a la Nueva Izquierda ("moderna y conciliadora, institucional", le dicen), elevando a sus líderes, Los Chuchos, a insospechadas alturas épicas, como paradigmas de negociadores.
Es necesario que los integrantes de la corriente "mayoritaria" (en el aparato burocrático) del partido practiquen lo aprendido de chaquetazos y veleteos, para aceptar la nueva realidad que estableció López Obrador, o corren el riesgo de quedarse con un cascarón vacío de votos (que hoy están usufructuando) que tendrá que desaparecer por extinción voluntaria.
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