Carlos Fernández-Vega
Aumento de $1.96 diarios a minisalarios
La transparencia de Pemex
Con las cifras oficiales (INEGI) recién salidas del horno se puede conocer el maravilloso resultado real del primer año del “presidente del empleo”: en términos netos se generaron alrededor de 53 mil plazas del primer día de diciembre de 2006 al último de noviembre de 2007, una cantidad equivalente a tan sólo el 5.5 por ciento de la que machaconamente para este tema difunde la propaganda de Los Pinos, cuyo inquilino celebra que a estas alturas el “panorama (es) verdaderamente distinto”.
Dicho balance incluye un misterioso descenso de casi medio punto porcentual (equivalente a 210 mil puestos de trabajo) registrado en la tasa oficial de desempleo abierto (que desde mayo no dejó de crecer) del cierre de octubre al último día de noviembre del año que está por fenecer, pero aún con ese ingrediente, y siempre en el mejor de los casos, el citado es el raquítico resultado neto en generación de plazas laborales.
Y subrayo en el mejor de los casos, porque si se considera el resultado del último día de diciembre de 2006 al último de noviembre de 2007 (11 meses), entonces la euforia y la fanfarria se reduce a 4 mil 500 plazas generadas en términos netos durante ese lapso, una cantidad abismalmente alejada de las 960 mil presumidas, un día sí y otro también, por el inquilino de Los Pinos, quien, como en los mejores tiempos de Fox, sólo suma, nunca resta, para obtener la cifra neta.
Cuando el michoacano se instaló en Los Pinos, la tasa oficial de desempleo abierto llegó a 3.58 por ciento de la población económicamente activa; al cierre de noviembre de 2007 fue de 3.46 por ciento, una reducción de 0.12 puntos porcentuales, equivalentes a 53 mil 400 plazas más en términos netos entre la primera y segunda fecha. Al cierre de ese diciembre, la referida tasa fue de 3.47 por ciento de la PEA y de 3.46 por ciento el último día del undécimo mes de 2007. La diferencia, 0.01 puntos porcentuales, igual a 4 mil 500 plaza laborales generadas en términos netos.
De todo 2007, noviembre fue uno de los meses en el que menor generación de empleo formal se registra (98 mil plazas, siempre según cifras oficiales), pero para efectos de la estadística del INEGI ha sido el que mayor descenso observa en la tasa de desocupación abierta: 0.47 puntos porcentuales, igual a casi 210 mil puestos de trabajo. Lo anterior llama la atención, porque desde mayo dicho indicador (nacional y urbano) reportó alza constante hasta que, justo en tiempos del primer aniversario, se hizo el milagro.
Lo anterior, por lo que toca a los resultados concretos del “presidente del empleo”, pero si de promesas cumplidas se trata no puede dejarse a un lado la relativa al “fortalecimiento del ingreso de los mexicanos” (adivinen quién lo dijo). Y como roto va con descosido, ayer se conoció el “aumento” (ni la burla perdonan ya) a los salarios mínimos generales (4 por ciento para las tres zonas geográficas), cuyo promedio alcanza la estratosférica cantidad de 1.96 pesos diarios, o si se prefiere 59.62 mensuales o 715.4 anuales. Entonces, sin ánimo de martirizar a nadie, lo que hoy se compra con un peso 25 años atrás se adquiría con 6 centavos.
Cuatro por ciento de “incremento” para 2008, tras que los precios de la canasta básica aumentaron, en promedio, 35 por ciento a lo largo de 2007, y cuando en diciembre de 2006 esa misma comisión tripartita concedió 3.9 por ciento, equivalente a un peso con 85 centavos, como promedio para el presente año, y así por el mismo caminito a lo largo de casi tres décadas.
De nueva cuenta, pues, en el seno de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, gobierno, patrones y “líderes obreros” descaradamente violan la Constitución, pues su “aumento” de 4 por ciento a los mini-mini salarios para 2008 no cumple con espíritu ni letra del artículo 123, que en su fracción sexta establece: “los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos...”. Y el mismo 4 por ciento recibieron los salarios mínimos profesionales (de albañil a zapatero, sin olvidar el reportero).
Lo más simpático de todo esto es que, año tras año, el “argumento” de gobierno, patrones y “líderes obreros” (que siempre firman, aunque sea “bajo protesta”) es que el “aumento” al de por sí raquítico mini ingreso no puede ser mayor “para no afectar el sano crecimiento de la economía y el buen desempeño en la generación de empleos”, cuando todos sabemos y padecemos la inexistencia de crecimiento y la falta de empleo.
Así, en la zona A el salario mínimo general pasa de 50.57 a 52.59 pesos diarios (2.02 pesos de “aumento”); en la B de 49 a 50.96 pesos (1.96 pesos “más”) y en la C de 47.60 a 49.50 pesos (1.90 pesos de “incremento”).
Así, en el mismo día dos excelentes noticias que documentan igual número de promesas cumplidas: un exitoso “presidente del empleo”, con resultados aterradores en la materia, y el incuestionable cuan notorio “fortalecimiento del ingreso de los mexicanos”, por medio de suculentos “aumentos” salariales de 1.96 pesos diarios promedio, en medio de una escalada de precios en alimentos y en espera del gasolinazo ya oficializado, por mucho que el Banco de México asegure que en la primera quincena de diciembre la inflación fue de 0.2 por ciento. Por cierto, ¿dónde se abastece el gobernador Guillermo Ortiz, que le sale tan barato?
Las rebanadas del pastel
Otro éxito de la “continuidad” es la transparencia en la toma de decisiones y los actos de gobierno, sobre todo cuando se trata de disponer de los bienes propiedad de la nación. Un ejemplo lo aportó La Jornada: “pactan Pemex y 5 trasnacionales ocultar acuerdos; las obligaciones de confidencialidad, con Shell, Chevron, Nexen, Petrobras y Statoil; romper el silencio causará penalidad hasta por 500 mil dólares; Petróleos Mexicanos clasificó como información confidencial los resultados derivados de los acuerdos suscritos con cinco empresas petroleras trasnacionales e incluso asumió con esas firmas extranjeras el compromiso de no proporcionarlos al IFAI, según los textos de los convenios…”.
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