Gerardo Fernández Casanova
Que el fraude electoral jamás se olvide
El pasado domingo 9 de diciembre, 183 Aniversario de la Batalla de Ayacucho, y víspera de la asunción de Cristina Fernández como Presidenta de Argentina, se firmó el Acta Constitutiva del Banco del Sur por los Presidentes de Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay y Venezuela; el de la República Oriental de Uruguay la firmó posteriormente. El acto, celebrado en la sede de la Presidencia argentina, fue una verdadera fiesta de solidaridad y voluntad patriótica latinoamericana. Siete discursos, incluido el de la entonces presidenta electa, manifestaron la voluntad política emancipadora que campea en toda la región, sin dejar lugar a dudas.
Conforme a su concepción política y a su diseño sustantivo, el Banco del Sur será el instrumento financiero de la integración regional, destinado al financiamiento de proyectos comunes y, particularmente, al rompimiento de las asimetrías económicas entre países y regiones. El paso dado apunta hacia un ambicioso proyecto para destinar los más de 250 mil millones de dólares que constituyen las reservas internacionales de los países firmantes y que, de manera francamente suicida, están depositados en el Tesoro de los Estados Unidos, subsidiando a la economía más grande del mundo. La paulatina liberación de tales recursos para destinarlos al apuntalamiento de las economías participantes para satisfacer sus necesidades de inversión, devolverá soberanía a los estados e igualdad entre las naciones y los pueblos.
Evo Morales abrió la lista de oradores subrayando la importancia del momento histórico, en el que coinciden democracias liberadoras sometidas a sus pueblos y no al imperio; señaló la triste historia de los condicionamientos perversos de los organismos financieros internacionales, que inicialmente exigieron el alineamiento anticomunista, luego el antinarco, más adelante el antiterrorismo y, ahora en su país, la exigencia es contra el indio. Advirtió de la brutal resistencia de los grupos privilegiados de siempre y de todos los países a los cambios que sean a favor de los pueblos, y convocó a jamás rendirse en la búsqueda de la igualdad y la justicia.
Lula destacó el significado de la constitución del Banco del Sur como instrumento para consolidar el proceso de integración y de recuperación de la soberanía, tendiente a la creación de un fondo de estabilización para casos de crisis en la balanza de pagos de algún país miembro y un sistema de pagos en moneda local, independiente de los organismos internacionales. El presidente de la mayor economía latinoamericana dejó en claro la posición de su país indicando que ninguno, incluso el más poderoso, podrá aspirar al progreso si no incluye al de los vecinos, si no se actúa de manera sólida en la eliminación de las asimetrías, si no se adoptan medidas diferenciadas para responder a las necesidades de Bolivia, Ecuador, Paraguay y Uruguay. De manera muy sentida, Lula destacó el gran avance que ha significado la creación de un ambiente de confianza entre los gobernantes, lo que hace diez años hubiera sido inusitado entre Argentina y Brasil, más dispuestos a competir que a compartir, hoy ha sido rebasado, al igual que con los otros gobiernos. Terminó con una bella referencia diciendo que fue una gran alegría gobernar a Brasil al mismo tiempo que Kirschner gobernó Argentina.
Rafael Correa, que a su condición de economista agrega una profunda sensibilidad política, saludó la creación de la nueva arquitectura financiera, por la que se va haciendo realidad la utopía bolivariana, siempre traicionada por la sumisión de las elites gobernantes de antaño a los poderes omnímodos del exterior, por el egoísmo y la competencia fratricida, recrudecida durante la larga y triste noche neoliberal; sometidas por la vía de la deuda externa a los dictados del FMI y sus recetas de ajustes dramáticos, diseñadas para la expoliación de los pueblos y la sumisión de los estados; con las autonomías de los bancos centrales, que sólo lo eran respecto de los gobiernos nacionales, pero no respecto del FMI del cual son dependientes y contribuyentes. Hizo hincapié en la necesidad de recuperar y colocar al servicio de la región los más de 250 mil millones de dólares de reservas que los países firmantes tienen colocados fuera de la región con bajos rendimientos, lo que significa el financiamiento por los pobres a los poderosos. Saludó la nueva realidad latinoamericana, en la que se observa cómo los regímenes neoliberales se derrumban cual castillo de naipes, para dar lugar al cambio de época en que los pueblos recuperan su capacidad de decidir su destino.
Nicanor Duarte Frutos, presidente de Paraguay, en emotivo discurso reconoció el valor de la nueva relación entre los gobernantes de la región, aludió a la vieja costumbre de no mirarnos y de estar más atentos al guiño de Europa o de la Casa Blanca para acomodarse a sus conveniencias. Hoy se dan batallas memorables por la liberación, en la renovación de viejos sueños y utopías oxidadas, para participar con justicia en el disfrute de la riqueza que todos producimos. El Banco del Sur, dijo, abre la puerta de la emancipación y la soberanía financiera, pero también a la emancipación política y cultural, contra las cadenas de dependencia establecidas por las condicionantes del FMI, contrarias a nuestras realidades.
Con su proverbial capacidad para extraer lecciones de la historia, Hugo Chávez destacó la fecha del 9 de diciembre, 183 Aniversario de la Batalla de Ayacucho, en la que se dieron cita los pueblos sudamericanos hechos ejército para la victoria definitiva por la independencia, sólo unidos la pudieron alcanzar. Como entonces, sólo unidos podemos ser verdaderamente libres. Destacó el postulado de la igualdad; sin igualdad la libertad no existe. Lamentó que durante 200 años la anhelada libertad se viera frustrada por las oligarquías criollas que, sumisas a intereses externos, cancelaron los sueños integradores y libertarios. Presentó al Banco del Sur como parte de un sistema de ideas, junto con Telesur, Petrosur, Unesur y los proyectos de desarrollo común, tendientes todos al objetivo emancipador. Destacó que el aprovechamiento de los recursos naturales requiere de inversiones cuantiosas, para las cuales se cuenta con el capital de las reservas, hoy secuestrado en depósitos en los Estados Unidos y en Europa, pero que tendrá que recuperarse para servir a sus pueblos y sus necesidades de inversión para lograr la igualdad y la libertad. No desconoció los obstáculos a que se enfrentan estas ideas, comenzando por la propia conciencia, frecuentemente incapaz de imaginar nuestra potencia.
Néstor Kirschner, el presidente anfitrión, hizo un muy sentido homenaje a las relaciones que tuvo con cada uno de los presidentes presentes, destacando el agradecimiento a Hugo Chávez por la solidaridad con que acompañó y apoyó a la Argentina en los momentos en que nadie les quiso ayudar. Fuera de formas meramente de cortesía diplomática, narró experiencias que nutren ese espíritu de integración y de entendimiento entre los pueblos. Lo mismo hizo Cristina, abonando a la convicción de que la vieja separación y competencia entre los países del Sur era, no sólo producto de egoísmos locales, sino principalmente del afán hegemónico por mantenernos desunidos a los latinoamericanos.
Como mexicano saludo con entusiasmo lo que aquellos países hermanos están logrando, sin perder la esperanza de que, algún día más temprano que tarde, los mexicanos podamos volver a formar filas en la lucha emancipadora por la Patria Grande. Comprender lo que allá sucede me lleva a comprender con mayor claridad los nefastos motivos de quienes fraguaron el fraude electoral del 2006.
Para quien se interese en conocer los videos del acto a que me he referido, recomiendo acudir a aporrea.org de fecha 10 de diciembre. Vale mucho la pena.
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