José A. Rodríguez está por jubilarse; trabajó en la agencia 30 años, casi siempre en AL
El actual director de la central compareció ante el Comité de Inteligencia del Senado
La desaparición de las cintas daña la autoridad moral de EU, señala líder demócrata
David Brooks (Corresponsal)
El director de la CIA, Michael Hayden (al centro), llega al Comité de Inteligencia del Senado estadunidense donde se desarrolló una audiencia a puerta cerrada para tratar el caso de la destrucción de videos de interrogatorios con técnicas violentas a sospechosos de terrorismo Foto: Ap
Imagen proporcionada por el Comando Central de Estados Unidos de Abu Zubaydah, cuyo video al momento de ser interrogado y presuntamente sometido a tortura fue destruido por la CIA Foto: Ap
Nueva York, 11 de diciembre. Como todo escándalo en Washington, no es el aparente delito sino el intento para encubrirlo lo que desata la crisis política; y eso es lo que está al fondo del cada día más explosivo escándalo sobre el empleo de la tortura por la CIA y si hubo un intento por encubrirlo.
Ahora el escándalo reveló otro elemento más: el oficial de la CIA acusado de ordenar la destrucción de videograbaciones de sesiones de interrogatorio “con técnicas severas” de dos operativos fue jefe de estación de la CIA en México y jefe de las operaciones de la agencia en América Latina.
El director de la CIA, Michael Hayden, se presentó hoy ante el Comité de Inteligencia del Senado en una audiencia a puerta cerrada, en lo que será una de las primeras citas con el Congreso sobre un escándalo que estalló la semana pasada, cuando se reveló (primero por el New York Times) la existencia y destrucción por la CIA de cientos de horas de videos de interrogatorios en 2002 empleando “técnicas severas” contra dos de los primeros detenidos de alto nivel de Al Qaeda después del 11-S.
José A. Rodríguez, Jr., el oficial de la CIA de origen puertorriqueño quien se está jubilando este año después de una carrera encubierta en la agencia de 30 años, fue identificado como quien dio la orden, a finales de 2005, de destruir estas videograbaciones que ahora se encuentran como el eje de una magna controversia política aquí.
Las preguntas giran en torno a sobre si Rodríguez fue quien tomó la decisión unilateral de destruir las grabaciones, o si obtuvo autorización de sus superiores. Hoy el New York Times informa que según fuentes de inteligencia, abogados de la sección de operaciones de la CIA sí aprobaron la destrucción. Pero el asunto ya ha brincado el patio de la CIA y ahora se pregunta si la Casa Blanca u otras dependencias estaban enteradas de la existencia y la destrucción de este material, y por supuesto, si lo que está grabado es o no tortura.
En el pleno del Senado hoy, el líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, reprobó los hechos declarando que la destrucción de los videos daña la “autoridad moral” de Estados Unidos. Sugirió que se tendrá que averiguar si hay un mayor encubrimiento de esta decisión de la CIA, y advirtió que estos acontecimientos podrían representar la “obstrucción de justicia”.
O sea, este asunto apenas empieza y abre de nuevo todo el debate sobre el empleo de tortura, y si hay pruebas de violaciones de la ley nacional e internacional. Además, abogados de otros detenidos o ex detenidos de la CIA en Guantánamo y otros países, tratan de averiguar si sus casos pueden ser impactados con la destrucción de este material.
A la vez, al primero negar su existencia y luego destruir los videos, la CIA o algunos de sus altos funcionarios podrían enfrentar cargos de obstrucción de justicia, ya que en el curso de 2005 había investigaciones precisamente sobre el trato a detenidos por la CIA. De hecho, esas investigaciones más la revelación del Washington Post de la existencia de una red de cárceles clandestinas de la CIA, y las secuelas del escándalo de Abu Ghraib (revelado por Seymour Hersh del New Yorker y CBS News) aparentemente motivaron la decisión de la CIA de destruir el material.
Según algunas versiones, la CIA temía ser obligada a revelar las videograbaciones ante un tribunal u otra instancia, particularmente a finales de 2005, cuando se intensificaba el debate sobre el uso de tortura y de las operaciones secretas de la CIA en torno a los detenidos. A la vez, se especula que altos oficiales de la CIA podrían haberse preocupado de que a falta de una firme base legal justificando sus actividades podría exponer a sus agentes a acusaciones de violar la ley.
CBS News reportó que el oficial (ahora jubilado) que encabezó la captura de uno de los operativos de Al Qaeda en 2002 declaró ahora que rehusó emplear las “técnicas severas” de interrogación, y que esa tarea fue realizada por ex comandos militares contratados por la CIA.
Ese oficial, John Kiriakou, dijo a NBC News y otros medios que la aplicación del waterboarding (la técnica extrema de interrogatorio que simula el ahogamiento y que desde hace 50 años es considerada por expertos como tortura) fue aprobada a los más altos niveles del gobierno estadunidense. La decisión de aplicar el waterboarding al detenido, Abu Zubaydah, dijo Kiriakou, “no es algo que se hace nada más así. Es una decisión política tomada en la Casa Blanca con la concurrencia del Consejo de Seguridad Nacional y el Departamento de Justicia”, indicó.
Larry Johnson, un ex oficial de la CIA y del Departamento de Estado, afirma en su blog (www.tpmcafe.com/blog/coffeehouse/2007/dec/11/disentangling_torture_tapegate) que está seguro que la CIA “mantenía plenamente informado al presidente y a su equipo de seguridad nacional sobre los métodos y los resultados de la interrogación” del detenido de Al Qaeda, y hasta dice que es muy probable que el entonces director de la CIA, George Tenet, le mostró parte de la videograbación al propio presidente.
Un héroe ahora bajo investigación
En agosto, el representante demócrata de Texas, Silvestre Reyes, presentó a Rodríguez como “un héroe americano” en una ceremonia en su honor durante la Conferencia sobre Seguridad Fronteriza en El Paso, y declaró que era hora de reconocer “su compromiso y devoción a Estados Unidos y su servicio a nuestro país”.
Ahora Reyes, como presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara, encabeza parte de la investigación sobre el escándalo de la CIA y, por consecuencia, de quien llamó “héroe”.
Hayden, en una ceremonia anunciando la próxima jubilación del jefe de operaciones clandestinas de la CIA también en agosto, lo elogió como “un líder ejemplar” de la agencia en su calidad de jefe de su servicio clandestino y le otorgó el Premio del Director. Hoy Hayden fue interrogado por legisladores en sesiones a puerta cerrada sobre este asunto, incluso el papel del quien llamó “líder ejemplar” hace sólo tres meses.
Poco se sabe de este “héroe”, ya que operó como oficial clandestino durante su carrera de tres décadas, pero lo que se ha confirmado es que fue jefe de estación de la CIA en México a partir de 1999. Su siguiente nombramiento fue en 2002, por lo cual se puede suponer que permaneció en México durante ese periodo.
Su carrera sufrió un revés a finales de los 90 cuando era en encargado de operaciones de la CIA en América Latina, donde lo único que se sabe es que intentó interceder para liberar a un amigo suyo en República Dominicana arrestado por narcotráfico, reportó el Wall Street Journal.
Un dato no confirmado oficialmente es que siendo agente de la CIA fue agregado militar en la embajada de Estados Unidos en Argentina entre 1994 y 1996. Se piensa que podría haber sido jefe de estación en Colombia en algún momento entre 1996 y 1998.
Lo que sí está confirmado es que la mayor parte de su carrera en la CIA fue dedicada a América Latina. En 2001 fue nombrado jefe del Centro Antiterrorista de la agencia. En 2004 llegó a ser director del Servicio Clandestino Nacional (antes llamado Dirección de Operaciones).
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