Julio Hernández López
Mauricio Merino está en espera de que de entre Los Pinos, con el auxilio de un pastorcillo llamado Germán, se le aparezca la virginal presidencia del IFE en el cerro de San Lázaro. No sería el primer portento que viviera el académico de la doble eme, pues en horas previas sucedió que las fuerzas naturales desatadas en su contra (pues natural era que no pasara a la siguiente ronda, por bajas calificaciones) fueron conjuradas mediante mágicos pases (es decir, la negociación en lo oscurito que hizo pasar a la fase final más aspirantes de los que legítimamente tenían derecho) para que así el predestinado Mauricio quedara en forzadas (y por ello más maravillosas) posibilidades de recibir el ayate ugaldista lleno de rosas blancas y azules, con ribetes de tres colores, que formarán la imagen de una entrañable democracia morenita.
Los tres reyes magos partidistas que producen y dirigen el teatro legislativo en busca de consejeros electorales han visto, sin embargo, que la adoración de su divinidad reformista no se ha producido en los términos deseados. Oro ha corrido, incienso se ha quemado y mirra ha sido untada, pero nadie cree que haya nacido el Mesías electoral. Uno de los principales escribas, Emilio Gamboa, ha reconocido, por ejemplo, que la selección de los nuevos consejeros electorales provendrá de un acuerdo político y no de las calificaciones específicas de ciertos exámenes más bien escenográficos (si todo iba a acabar en lo que ya se sabía, es decir, en arreglos de elite, ¿tons pa qué tanto brinco dizque transparente, participativo, democrático y bla, bla, bla?). Un destacado profeta del beltronismo, Marco Antonio Bernal, ha precisado, además, con impresionante tino gramatical, que no hay candidatos “asépticos” para el relevo del IFE. Los antónimos de aséptico son “sucio, apasionado, séptico, subjetivo”. En términos médicos, lo que no es aséptico, es decir, lo séptico, es aquello que “produce putrefacción o es causado por ella”, y lo que “contiene gérmenes patógenos”. Los apuntes de medicina política del diputado Bernal también indicaron que “es casi imposible que (los aspirantes) no tengan alguna afiliación partidista”. Otro exégeta distinguido, el perredista Juan Guerra, anunció una mínima guerra santa si en el reparto de rebanadas del IFE no se incluye al ministro con licencia Genaro Góngora Pimentel: “si el PAN o el PRI se cierran, sólo nos quedarían dos alternativas, reventar los acuerdos o irnos a la elección de consejeros de medio pelo”.
Muchas otras tragedias de presupuesto y poder se vivían ayer en el pesebre de San Lázaro. Para empezar, los fariseos de menor monta lloriqueaban por los rincones a causa de que los tres grandulones de la obra pretenden quedarse con las partes del botín que hasta ahora se les habían respetado por sus servicios de alcahuetería. El Panal, pago en especie que Elba Esther se hizo a sí misma a la hora del magisterial fraude electoral, y Alternativa, el engendro divisorio de la izquierda que ha vivido entre pleitos internos por dinero y cargos, tendrán que rascarse con sus propias uñas si quieren seguir adelante, mientras Convergencia y el Partido del Trabajo sueñan con divisiones en el perredismo que arrojen a sus brazos electorales a López Obrador, con jugosos cobros previstos en candidaturas viables a diputaciones federales (una especie de chuchismo transperredista: en esa hipótesis Dante Delgado y Alberto Anaya serían los nuevos mercaderes tolerados del templo andresino).
Los chuchos, por cierto, han respondido con ardor ante los ataques de Porfirio Muñoz Ledo, quien se permitió acusar de trepadores a los dirigentes de Nueva Izquierda, sin reparar que su larguísima cola de escalador sin principios le hace morderse la lengua. El héroe del voto útil, que canjeó su fantasmal candidatura presidencial por un apoyo a Vicente Fox que luego le valió una embajada de lujo, quiere ser diputado federal en 2009, según la denuncia de los seguidores de Jesús (Ortega), y desde ahora es aspirante a coordinar el Frente Amplio Progresista, al igual que Manuel Camacho Solís, según los primeros reportes de los milagros de congruencia ideológica y combatividad social que se preparan para enero del año por venir. Y ya que del Arcángel del Rancho con Lago se ha hablado, sépase que la estatua de la mano rota ha sido reinstalada en Boca del Río, Veracruz, donde el pasado 13 de octubre había sido derribada por priístas siempre fi(d)eles. A ese motivo de alegría, Chente podrá sumar que el nuevo secretario de asuntos electorales de Los Pinos, Germán Martínez-Calderón, haya pagado de inmediato sus deudas con la dupla Fox-Espino para que GMC (la empresa de las Hummer en comodato) fuese votado casi por unanimidad impuesta para ser nuevo dirigente panista: el bravucón GMC mansamente ratificó al espinista Héctor Larios como coordinador de los diputados federales del blanquiazul (¿pues no que mucho cambio y mucha fuerza?).
Otra aparición del día fue la del fantasma de la incertidumbre. El apagón en la zona de la subestación eléctrica valle de México hizo pensar en acciones del Ejército Popular Revolucionario, que en otros días 10 ha hecho explosiones como en preparación de las conmemoraciones rebeldes de 2010. Las autoridades, cual es costumbre, se tropezaron en declarar que en el asunto no había atentados ni guerrilla. Y luego el secretario del exterior del Sindicato Mexicano de Electricistas, Fernando Amezcua, dijo que no había tales elementos insurreccionales externos, sino “falta de mantenimiento y equipo obsoleto”, pues “el gobierno está jugando con fuego o está apostando a un colapso del suministro eléctrico en la zona más importante del país” para entonces proponer “soluciones” como la de “entregar la industria eléctrica a las trasnacionales de la energía”. ¿Terrorismo económico de Estado?
Y, mientras el licenciado Calderón traza una inteligente línea de ataque a las ONG al pedir que a ellas se transfiera lo que a él algunos ciudadanos le quieran regalar, ¡hasta mañana, en esta columna peregrina!
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