Iván Restrepo
La justicia del estado de Colorado, en Estados Unidos, se ocupa desde hace varios años de Mark C. Hollstrom, un quiropráctico de 46 años a quien le retiraron la licencia para ejercer esa profesión en 1996, al acusarlo de “molestar” sexualmente a sus pacientes. Estuvo en la cárcel por ese delito. La primera demanda en su contra data de 1995, cuando una mujer lo acusó de hacerle un masaje en los senos bajo el pretexto de detectar cáncer, cuando su mal era dolor de cuello y espalda a causa de un accidente de tráfico. Luego hubo otras denuncias de pacientes que también fueron “molestados”. Al comprobar la conducta sexual “inapropiada” de Hollstrom, la justicia de Colorado resolvió que está incapacitado de por vida para ejercer cualquier trabajo relacionado con terapia o tratamiento de pacientes; que debe recibir tratamiento sicológico por su conducta y no tener contacto alguno con las mujeres que lo acusan de abuso.
Mientras en Estados Unidos al señor Hollstrom se le declaraba de “ubicación desconocida”, ejercía fuera de Estados Unidos y aun gozando de prestigio. Además, promovía por diversos medios una red de tratamientos quiroprácticos. Desde 2004 comenzó a laborar en Cancún. Localizado por las autoridades del vecino país, las nuestras no tuvieron más remedio que deportarlo para que respondiera en Colorado por los delitos que se le imputan, entre ellos el asalto sexual a una menor de 14 años y un intento de violación. Las autoridades migratorias de Cancún otorgaron a Hollstrom el permiso para prestar sus servicios de “doctor quiropráctico” en la clínica Alerfin”, muy publicitada hasta en las plazas comerciales de la ciudad. Cabe señalar que dicho sujeto fue deportado de Sudáfrica en 2002, acusado de cometer un fraude por 35 mil dólares y “realizar prácticas profesionales sin licencia”.
No es el primer caso de personajes con negros antecedentes que se refugian en el Caribe mexicano con el visto bueno de las autoridades migratorias y de las instancias oficiales locales. Uno de ellos, Von Cammron Odom, muy buscado por la agencia antidrogas del vecino país, fue detenido en Panamá en octubre pasado. Antes vivió cinco años tranquilamente en Playa del Carmen. Otro caso fue el de un ex represor de la dictadura militar argentina, convertido en empresario de sitios de prostitución. La protección que se le brindaba el año pasado la denunció oportunamente el diario Por Esto!
Mientras los delincuentes reciben el visto bueno de las autoridades migratorias para trabajar y vivir en México, profesionistas de reconocida capacidad no logran la autorización para ejercer en el país, pese a que cumplen con los requisitos que exigen las instancias oficiales. Quizá porque no entran al círculo de corrupción que rodea a quienes deben expedir los permisos en la Secretaría de Educación Pública y en la de Gobernación. Peor les va a los centroamericanos que intentan llegar por nuestro país a Estados Unidos: se les maltrata y roba.
Cancún es uno de los sitios predilectos del turismo extranjero. También el de mayor número de suicidios de México. Casi todos, de gente pobre, reflejo de las condiciones sociales y económicas en que vive la mayoría de la población. Es, además, de las ciudades con menor espacio verde por habitante. En contubernio con los intereses privados, las autoridades han vendido las reservas territoriales que debían ser para esparcimiento ciudadano. El más reciente intento de privatización fue el del parque Cabah, último pulmón verde importante de la ciudad. La protesta de la población paró en seco el proyecto.
El domingo próximo habrá elecciones estatales en Quintana Roo. El PRI espera ganar por amplio margen. Es el partido al que pertenecen ex gobernantes y políticos con fama de corruptos y de proteger al narco. Obtendrá la mayoría, no por combatir la pobreza y la desigualdad, o por defender el medio ambiente, sino gracias al manejo corporativo que desde el poder se hace de sindicatos, prestadores de servicios y grupos campesinos o marginados. Además, por utilizar a un equipo de futbol, el Atlante, con fines electorales. Una muestra de que en México la política a veces se ejerce con los pies.
¿A veces?
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