sábado, enero 26, 2008

Cuestionarlo todo

Jaume d'Urgell
Rebelión

Con la sucesión a la vuelta de la esquina, abocados a una profunda y prolongada crisis económica, con las Elecciones Generales en ciernes, la ultraderecha anclada en las cavernas y la judicatura compitiendo con el episcopado en su carrera por el premio Nobel de Salvajismo Medieval, asistimos a un panorama de intensa inestabilidad política, que debemos aprovechar en beneficio de la Paz, la Democracia y la Justicia Social, o lo que es lo mismo: Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Quienes vivimos y trabajamos en este país de países llamado oficialmente: "Reino de España", asistimos a un momento crítico de nuestra historia. La desmesura de la oligarquía política y empresarial ha provocado un nivel de inestabilidad social sin precedentes, lo que unido a una coyuntura económica desfavorable, supone una oportunidad única para encauzar las reivindicaciones de la clase obrera y propiciar la evolución hacia otros escenarios políticos, marcados por la necesidad de introducir cambios en la organización del Estado, de modo que en beneficio del interés común, la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad constituyan las verdaderas razones de ser de las instituciones democráticas.

El actual contexto socioeconómico propicia un aumento de la brecha entre clases

El pasado 18 de diciembre, el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, daba a conocer un informe cuyos datos hablaban de un aumento del 50% de los casos de embargo hipotecario (solo en la provincia de Valencia, el aumento alcanzaba el 82% respecto al período anterior).

Esta misma semana (la del lunes 21 al domingo 27 de enero de 2008), la mayoría de los índices bursátiles de las principales plazas de la Unión Europea han registrado caídas inéditas desde 1940. La novedad: en nuestros días, estas pérdidas se trasladan a los pequeños inversores o se provoca su 'absorción gradual por los mercados', eufemismo utilizado para evitar reconocer públicamente que el poder adquisitivo de los asalariados disminuirá todavía más, conjugando inflación, política monetaria y moderación salarial, para garantizar que ni los pobres salgan de su precariedad, ni los ricos vean amenazados sus privilegios.

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