Gilberto López y Rivas
Como una plaga de alcances catastróficos para los pueblos de Morelos llegó el Partido Acción Nacional al gobierno de la capital y del estado. No es que los anteriores gobiernos priístas hubieran sido menos peores, sino que el panismo acentuó todavía más la corrupción desmedida, los desastres ambientales, la urbanización salvaje y la represión contra las resistencias populares que en años recientes han enfrentado la contraofensiva de la ultraderecha y el capitalismo neoliberal que ésta propicia.
De 2000 a 2006, Morelos tuvo su primer gobierno panista con Sergio Estrada Cajigal, quien –además de sus desvaríos a costa del erario como el llamado “helicóptero del amor”– reprimió violentamente protestas sociales como las del Casino de la Selva, Tlalnepantla; Confitalia, Temoac y la del Hospital del Niño, entre otras. Su presunta relación con el narco quedó en evidencia tras la aprehensión del coordinador de la Policía Ministerial, Agustín Montiel, quien fuera reconocido torturador en Guerrero.
En 2006, otro panista, Marco Antonio Adame Castillo –identificado como uno de los principales militantes del Yunque en el estado—, fue electo gobernador en elecciones cuestionadas por 47 quejas ante los órganos electorales locales. Durante su campaña fue duramente golpeado por los medios tras la denuncia pública de que un hermano incómodo dirigía una banda de robacoches.
El panismo estatal, al igual que la Presidencia espuria, pretende destrabar el Plan Puebla-Panamá buscando abrir al norte, en el municipio de Huitzilac, una vía rápida hacia Toluca, mediante un trazo carretero entre Fierro del Toro y Xalatlaco. Otro proyecto se ubica en el poniente aún no urbanizado de la capital del estado, donde en tiempos recientes se ha propuesto la construcción de un libramiento que partiendo de la carretera México-Cuernavaca, debería conducir al aeropuerto internacional de Tetlama, afectando a las comunidades de Chamilpa, Santa María Ahuacatitlán y Tetela del Monte. En este proyecto, Alpuyeca sería la desembocadura del libramiento poniente de Cuernavaca sobre la Autopista del Sol en dirección a Acapulco, pero también sería la salida de la carretera Siglo XXI (Veracruz-Acapulco) a la misma autopista del Sol y como punto de paso de otra carretera hacia Toluca. (Ver: Morelos, zona de desastres e injusticias ambientales, documento de numerosas organizaciones de la sociedad civil.)
Frente a estas estrategias en las que tierra, territorio, recursos y ciudad no son más que objetivos de la especulación inmobiliaria, la depredación incontrolada de acuíferos, la deforestación, la expansión y densificación citadinas, con su secuela de grandes centros comerciales, gasolineras, zonas residenciales y de “interés social”, un nuevo embate de resistencias populares se deja sentir en Morelos a partir del legado histórico de Emiliano Zapata y Rubén Jaramillo.
En marzo de 2006, los habitantes de Alpuyeca bloquearon la carretera para exigir el cierre de un tiradero de basura a cielo abierto en el que sin control sanitario se depositaban desechos hospitalarios, industriales y fosas sépticas de los municipios de Cuernavaca, Jiutepec, Zapata, Temixco, Xochitepec y Zacatepec, pero también llegó a recibir desechos de Toluca y el Distrito Federal. El basurero recibía un promedio de 8 mil toneladas desechos por semana, de las cuales 5 mil 700 provenían de Cuernavaca (900 toneladas diarias)
El basurero fue emplazado sobre una zona cuyo suelo es rico en arenas (82 por ciento) y arcillas (8 por ciento), extraordinariamente poroso para la filtración de los jugos de la basura (lixiviados) al subsuelo. A poca profundidad corre un acuífero muy importante, cuyas aguas kilómetros abajo brotan en el manantial denominado Los Cuartos, punto donde nace, en parte, el río Tetlama. Las personas que se bañan en estas aguas adquieren todo tipo de enfermedades estomacales y de la piel. La filtración de lixiviados y los constantes incendios en el tiradero han provocado que esa región tenga los más altos índices de cáncer en el estado.
El gobierno, en plena campaña electoral, firmó un acuerdo para cerrar el tiradero en un plazo de 90 días, mismo que no cumplió, por lo que la comunidad volvió a la acción directa hasta lograr el cierre total, aunque el gobierno no llevó a cabo la remediación biológica del sitio, como se había comprometido.
Además de las luchas de Alpuyeca, Tepoztlán, Cuernavaca, Cuautla, Ocotepec se han dado en el estado numerosas movilizaciones en defensa de la tierra, el territorio y los recursos naturales. Una reciente es la de Xoxocotla y otros 12 pueblos más que se oponen a la construcción de casas. Tras un enfrentamiento con la policía, los habitantes de siete poblados realizaron bloqueos carreteros que paralizaron Morelos estado (La Jornada, 5/6/07 y días siguientes). Asimismo, el 12 de enero hubo una tentativa de represión a habitantes de Loma Mejía, Temixco, quienes a la fecha resisten la instalación de un relleno sanitario en sus tierras ejidales.
El 28 y 29 de julio pasado se constituyó el Consejo de Pueblos de Morelos. Desde esa fecha, las resistencias de la tierra de Zapata se coordinan principalmente desde ese espacio. “Tenemos que entender que hoy –afirmaba el Manifiesto fundacional– si la lucha de cada pueblo está aislada se condena a la derrota, al despojo, a la destrucción de su organización comunitaria y a ver morir a cada uno de sus recursos vitales y sus sueños. Mientras que los pueblos que nos juntemos no podremos ser derrotados jamás.” Morelos representa al México digno que resiste contra sus opresores.
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