jueves, enero 31, 2008

Siete vidas de Ulises

Julio Hernández López

Alejandro Barrita Ortiz no era un policía cualquiera, aunque el nombre de la corporación que manejaba sugería tareas menores, como si sólo se encargara de la vigilancia burocratizada de rubros empresariales varios. Formalmente fue director de la Policía Auxiliar, Bancaria, Industrial y Comercial (PABIC), pero en los hechos ocupaba la jefatura de los equipos clandestinos de represión de Ulises Ruiz Ortiz.

El nombre de Barrita Ortiz fue insistentemente vinculado a secuestros, torturas y asesinatos cometidos en el marco del conflicto de una gran parte de la sociedad oaxaqueña contra un mandatario estatal. Muchos de quienes fueron levantados de las calles por automóviles sin placas y ocupantes sin identificación oficial, o que estuvieron recluidos y sufrieron tormentos en casas de seguridad, culpaban a Barrita de lo que les había sucedido, y en ese tenor fueron presentadas varias denuncias de corte judicial.

Ayer ese gran represor fue asesinado en un parque deportivo pero, a diferencia de lo que ocurre en el resto del país, donde la matanza de jefes policiacos es asociada de inmediato a la “guerra” gubernamental contra el narcotráfico, en esta ocasión las especulaciones se dirigieron a los grupos guerrilleros que actúan en aquella entidad, en especial al Ejército Popular Revolucionario (a la hora de redactar las presentes líneas no había ningún comunicado o indicio que apuntara a un móvil preciso).

En caso de mantenerse la vertiente guerrillera (es decir, que no sea un clásico ajuste de cuentas entre bandos del narcotráfico, unos con charola y otros sin ella; recuérdese que, al encarcelar a Pedro Díaz Parada en enero de 2007, en la entidad fue roto el pacífico acuerdo no escrito que permitió el florecimiento de esos negocios consentidos. Como en otras entidades, la voracidad federal panista pretende sustituir con “empresarios” propios a los viejos operadores de entidades “priístas”); en caso de confirmarse que fue un atentado guerrillero, pues, el gobernador Ruiz Ortiz habrá recibido un milagrosamente oportuno tanque de oxígeno para mantenerse en el cargo, luego que en días recientes la oficina de Galicia-Bucareli hizo publicar, en columnas que le son amigas, algunas versiones de presuntos gritos y manotazos sobre el escritorio que habría dado el secretario de ¡Joder-nación!, J.C. (léase yei ci) Mouriño al premoderno Ruiz porque éste no lograba controlar sus problemas locales y amenazaba con permitir que estos, desbordados, llegaran a la ciudad de México. Los Cantores Transitorios de las Epopeyas de Galicia –disfrazados de periodistas “objetivos e imparciales”– aseguraban que El Niño de Bucareli estaba demostrando fuerza y fiereza políticas como no había habido nunca antes en los anales (es decir, en el registro de sucesos por años, ¡coño!) del Ministerio del Interior.

O arreglas tus broncas o te vas, habría dicho el supersecretario, casi tronando los dedos, a un Ulises hecho venir al Distrito Federal a toda velocidad. Incluso, en un fino desdén torero, le habría sugerido a Ruiz Ortiz la importancia de que considerara la posibilidad de ser embajador de México en algún lugar donde no hubiera APPO. También se hizo circular la versión de que José Antonio Estefan Garfias podría ser el sucesor del diplomático Ulises y que el nuevo grupo ganador, impulsado por el virrey J.C., sería el de Diódoro Carrasco, priísta habilitado como panista a quien, además, le mencionan para ser próximo secretario de Agricultura, aunque otros apostadores sugieren el nombre de otro priísta converso, el guerrerense Florencio Salazar Adame.

La muerte violenta de Barrita puede colocar a la entidad en una nueva espiral de represión e inestabilidad que harían más difícil llevar a la práctica las presuntas intenciones mouriñistas de cambios en Oaxaca (tumbar a URO del helicóptero del poder). Si de verdad fue un comando guerrillero el que actuó contra el jefe policiaco, Ruiz Ortiz tendrá pretexto de sobra para emprender cacerías de sospechosos y asustar a los estrategas juveniles calderónicos con el petate del EPR. Provocación montada o acto genuino de grupos armados, el asesinato de ayer agudizará los ánimos represivos que comparten los gobiernos federal y oaxaqueño. Mientras tanto, el secretario de Joder-nación seguirá jugando a la política en su oficina.

Astillas

Hoy se materializará uno más de los intentos de unidad en la acción de organizaciones sociales que se oponen, por sufrir gravemente sus consecuencias, a las políticas del calderonismo. La marcha que irá del Ángel de la Independencia a la Plaza de la Constitución tiene en estos momentos, sin embargo, un compromiso mayor, pues nunca como ahora ha estado en vías de consolidación jurídica un proyecto derechista tan trascendente que, de triunfar –mediante la aprobación de reformas legislativas diversas y mediante la operación práctica del Tratado de Libre Comercio en su renglón agropecuario–, significará un gran retroceso social e histórico y la implantación (mediante el uso de la fuerza pública, de ser necesario) de medidas económicas y políticas que concentrarán las ganancias y el poder en la elite pripanista. Con una izquierda electoral dividida y debilitada, los movimientos sociales progresistas constituyen un espacio de resistencia que debe fortalecerse (el Sindicato Único de Trabajadores Inexistentes del Astillero –Su tía– se sumará a la susodicha marcha)… ¡Chido!, el conciliador y equilibrado León, él, Godoy, invitó a su toma de posesión como administrador de la Hacienda Cárdenas a Felipe Calderón y a Andrés Manuel López Obrador. Total, si alguno no quiere ir, será por problemas de sociabilidad, pero invitados (y con fotógrafo disponible) están los dos… Y, mientras PAN y PRI se preparan para caer, el próximo 7 de febrero, en el mismo pecado original de exclusiones que estigmatizó a la administración Ugalde del IFE, ¡hasta mañana, con Barack Obama cantando rancheras –con muchísima mejor entonación que Hugo Chávez– a cuenta del voto hispano en Gringolandia: tan-tan!

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