Castro, los signos que vienen
Fidel Castro
Foto: benjamín flores
México, D.F., 20 de febrero (apro).- Paradojas informativas: el anuncio sobre el retiro de Fidel Castro como presidente y jefe de las fuerzas armadas cubanas se dio a conocer al mundo a través de las agencias informativas estadunidenses, en especial, la cadena CNN que desde la 1 de la mañana del 19 de febrero difundió este acontecimiento perfectamente modulado por el ministerio de Información de la isla.Sin ser sorpresivo, el anuncio constituye el cierre cronológico de un gobierno unipersonal que duró casi 50 años. Sin embargo, la ausencia de Castro al mando de las instituciones estatales cubanas no significa el fin del régimen.En todo caso, la renuncia puede significar dos cosas importantes para el futuro inmediato de la isla: un incentivo para acelerar el proceso de transición hacia un nuevo régimen soberano, democrático y con una nueva generación de políticos que oxigene a la gerontocracia caribeña; o un pretexto para reforzar la cerrazón de una nomenclatura que en su interior comienza a hacer agua por todos lados y a ser impugnada por las bases juveniles.Un primer signo, impresionante para todo el mundo, es que Fidel Castro sobrevivió a 9 presidentes estadunidenses, a decenas de intentos de asesinato orquestados por la CIA o por la disidencia, a un bloqueo económico que le apostó fallida e inhumanamente a la rebelión por asfixia, al fin de la Guerra Fría que obligó a los revolucionarios del 59 a adoptar el discurso hermético, burocrático y antidemocrático del socialismo realmente existente.Sólo Isabel II, la monarca de Gran Bretaña, ha permanecido en el poder más tiempo que Fidel Castro, pero es obvio que el nivel de concentración de las decisiones fue muy diferente en Cuba.En otras palabras, el fracaso de la política del bloqueo para derrocar a Castro está a la vista. Cinco décadas de Guerra Fría no le hicieron mella a la innegable astucia y habilidad del comandante para mantener el control del régimen.Sin embargo, las consecuencias de esta tensión las ha pagado la propia población cubana. Ese es el otro signo: el agotamiento del control ejercido durante estas cinco décadas. La eficacia del régimen castrista se midió a la defensiva y en función de la amenaza estadunidense. Sin embargo, ese discurso legitimador ya no funciona ni entre los más acérrimos simpatizantes del régimen.Una generación que nació, sobrevivió y creció en el régimen, más del 65 por ciento de la población, ahora reclama, con los propios argumentos del régimen, la conformación de un sistema de privilegios, de prebendas y corruptelas creado a “nombre de la Revolución”.La expresión más clara fueron las grabaciones difundidas en todo el mundo, a través de Internet, del debate que sostuvieron unos jóvenes universitarios con Ricardo Alarcón, uno de los delfines del régimen castrista. Su demanda era absolutamente básica: el derecho de los cubanos a tener acceso a las mismas instalaciones que tienen los turistas y a tener acceso a los elementos de la modernidad informativa (crear cuentas individuales de e-mail, tener varias opciones de prensa, pluralidad en los medios oficiales).Es de preverse una mayor presión en este sentido. El triunfo de los disidentes que se mantuvieron en la isla y no se alinearon al “imperio yanqui” será este punto: la apertura informativa, inevitable y necesaria, que determinará el desarrollo de la nueva era de Cuba.Sin apertura informativa difícilmente se podrá dar un debate sobre las libertades civiles, sobre la reforma educativa, sobre los alcances de una transición necesaria, sobre las nuevas expresiones culturales. En otras palabras, sin apertura informativa no entrará oxígeno a la isla.Comentarios: jenarovi@yahoo.com.mx
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