Por María Teresa Jardí
Las personas no somos imprescindibles. Nadie lo es. Ha quedado demostrado mil veces incluso por la historia. Nos vamos unos y llegan otros. Pero hay algunos que son mucho más imprescindibles de lo que somos la mayoría. Y, hay algunos, muy pocos, que lo son del todo para la humanidad entera y esos serán recordados mientras el hombre exista sobre la Tierra. Es el caso de Jesús de Nazaret, por poner un ejemplo conocido por todos y que va más allá de que se crea o no en su resurrección y de que se crea o no en que es el hijo de Dios.
¿Cuántos de ustedes recuerdan el nombre del asesino del Che? Muy pocos sin duda. Pero ¿cuántos no sabrían quién es el Che? De los que me leen no creo que haya uno solo que no lo sepa.
¿Cuántos recuerdan a Pinochet o a Franco? Algunos todavía. Pero no perdurará más allá de dos generaciones más, si acaso, su recuerdo y siempre como dictadores genocidas.
Mientras que el recuerdo del Che seguirá vivo mientras exista un habitante en la Tierra, como el de Jesús de Nazaret.
En algunos casos es intermitente ese recuerdo, es decir, a veces la humanidad lo necesitará más y estará más vivo y otras menos y algo se le olvidará. Y, claro, hay personas que ocupan ese lugar de manera más modesta: en un país, en una región, en un continente… Me refiero a los universales entre los que están Jesús y el Che y entre los que ya está ubicado también Fidel.
Aquí a Juárez y a Lázaro Cárdenas cada día se les recordará más, es decir, se irá convirtiendo en más imprescindible su recuerdo, en la difícil época que ya está aquí, por poner un ejemplo nacional y lo mismo ha empezado a suceder con Felipe Carrillo Puerto y no tardará en suceder con Manuel Crescencio Rejón, —a propósito de la criminal Ley GESTAPO aprobada ya por los impresentables representantes partidarios, que no representantes de los ciudadanos, que en el Senado ganan como si no fueran una mierda también ellos— por poner dos ejemplos más locales, de momento, luego se generalizarán sobre todo en el caso de Rejón y su, mandado al bote de la basura por los partidos políticos, Juicio de Amparo.
¿A ver quién puede recordar de pronto el nombre de un senador por Zacatecas? Y si alguno lo sabe ¿cuántos lo recordarán dentro de, pongamos, diez años?
Esos hombres imprescindibles también se mueren, a veces asesinados, justamente porque los asesinos saben que al que ejecutan es un ser imprescindible para la humanidad entera, pero más que nada se les mata porque sus asesinos saben que ellos no son apenas nada más que una mierda, como los senadores y los diputados mexicanos.
Fidel Castro es un tipazo, sin duda, y además de los pocos, muy pocos, hombres imprescindibles que serán recordados mientras exista una persona sobre la Tierra. ¡Ni hablar! ¡Honor a quien honor merece!
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