Expertos hablan de aprovechar la oportunidad para atenuar el embargo a la isla
Los cambios, decisión de La Habana y no producto de las posturas de Washington: analistas
Un relevo generacional en Miami favorece el diálogo con el régimen cubano: encuesta
David Brooks (Corresponsal)
Nueva York, 20 de febrero. No cesa de asombrar cómo uno de los países más pequeños del mundo obliga a que los líderes políticos, empresariales, mediáticos y académicos del país más poderoso del mundo tengan que responder ante sus decisiones de hacer o no hacer, cambiar o no, o simplemente dejar todo en misterio.
Durante las últimas 24 horas el presidente George W. Bush, los altos funcionarios de su Departamento de Estado, su Consejo de Seguridad Nacional, legisladores federales, los precandidatos presidenciales y otras figuras políticas de primer nivel, analistas políticos y los principales centros de política exterior, todos los principales medios impresos y electrónicos, agrupaciones de derechos humanos, y más, han respondido a la decisión de Fidel Castro de no postularse por otro periodo.
Mientras se procede con una transición política en Cuba, nadie aquí espera algún cambio durante los pocos meses que quedan de la presidencia de George W. Bush, el décimo presidente estadunidense que prometió imponer cambios en la isla, sólo para acabar su periodo con Fidel Castro aun definiendo la política de su propio país y desafiando al superpoder.
Y una vez más, Washington y todos los expertos fueron reducidos a simples espectadores y tuvieron que reconocer que la transición es la determinada por Cuba, y no el resultado de la política que Washington ha promovido durante medio siglo.
Sin embargo, con esto sí se genera una renovada crítica a la política estadunidense hacia la isla y el consenso entre los principales centros de análisis y los grandes medios es que Washington, por su propia política, es quien ha quedado marginado en esta transición.
“Fidel Castro maneja su propia sucesión”
Julia Sweig, experta en la relación bilateral y directora del programa de América Latina para el Council on Foreign Relations, subrayó que el hecho es que Fidel Castro está “manejando su propia sucesión”, y que “lo está haciendo pacíficamente”, negociando la expectativas y sentando las bases para la próxima etapa de la vida política de la isla. Insistió en que es una oportunidad, y que desde hace tiempo se debería haber levantado el embargo y otras restricciones que sólo han limitado a la política exterior estadunidense justo en este tipo de coyuntura.
El ex coronel Lawrence Wilkerson –mano derecha del general Colin Powell y ahora copresidente de la Iniciativa de política EU-Cuba del New America Foundation–, consideró una vez más que esta coyuntura ofrece una oportunidad para cambiar la postura estadunidense, aunque admitió que “nuestra política hacia Cuba es un fracaso” y no habrá ningún cambio bajo esta presidencia. Sin embargo, subrayó que los precandidatos y otros deberían iniciar una evaluación de esta política, incluyendo cosas obvias como levantar la prohibición de viajes y algunos aspectos del embargo, para que el próximo ocupante de la Casa Blanca pueda implementar algunos cambios.
“Estamos permitiendo que Raúl Castro, Fidel Castro y el gobierno cubano dicten nuestra política exterior hacia Cuba”, lamentó la ex embajadora Vicki Huddleston, ahora en el Brookings Institution. La ex diplomática –durante un tiempo se desempeñó como jefa de la sección de intereses de Estados Unidos en Cuba– se suma al coro de que la reducción de contacto e intercambios con Cuba ha anulado la posibilidad de una mayor presencia estadunidense en la transición. Dijo que “nos hemos salido de esa ecuación, y mientras más permanezcamos fuera –al no tener este contacto, al permitir el embargo sobre comunicaciones– menos influencia tendremos en Cuba”.
El New York Times hace eco de estas perspectivas en su editorial de hoy, indicando que el gobierno de Bush ha hecho todo lo posible “para asegurar que no tiene la oportunidad de influir en los eventos” en Cuba. “En nombre de apretar el fracasado embargo, ha hecho mucho más difícil para académicos, artistas y gente religiosa viajar a Cuba y difundir la buena palabra sobre la democracia”, y además, ha descartado la transición actual como poco significativa. El Times propone dejar a un lado los intereses de Miami, aun si es particularmente difícil en un año electoral para abrir comunicación directa con Cuba y “los sucesores del señor Castro”.
Los precandidatos
Con el anuncio de Castro desde La Habana, la dinámica política dentro de Estados Unidos también puede cambiar. Los tres principales precandidatos se pronunciaron sobre el asunto ayer, con el republicano John McCain y la demócrata Hillary Clinton repitiendo la retórica de siempre de que Cuba tiene que demostrar cambios antes de que Washington considere un cambio de su política.
El demócrata Barack Obama –quien en 2003 como candidato al Senado abogó por levantar el embargo– ha condicionado su posición ahora, pero es el único que ha favorecido aflojar las restricciones a viajes y el envío de fondos a la isla, y ayer dijo que si hay muestras de un cambio hacia la democratización en la isla, “Estados Unidos debe estar preparado para dar pasos hacia la normalización de las relaciones y suavizar el embargo”.
A la vez, todo esto también podría fortalecer la posición de varios legisladores federales que han promovido atenuar el embargo. “Hemos tenido una mala política durante 50 años, por razones que no tienen nada que ver con Cuba”, declaró el representante federal Charles Rangel, presidente de uno de los comités más influyentes del Congreso, reportó el Wall Street Journal. Varios legisladores más perciben este momento como una apertura posible para promover cambios en la política bilateral.
También los cambios políticos y demográficos en Miami –donde siempre se ha definido la política exterior hacia Cuba– podrían influir en esta coyuntura electoral aquí. Lo que muchos expertos han detectado durante años, un cambio generacional en Miami, ahora se manifiesta en encuestas como la de la Universidad Internacional de Florida el año pasado, donde 65 por ciento de los cubanoestadunidenses dice apoyar un diálogo con el régimen cubano, un incremento de casi 10 puntos desde 2004.
A la vez, hay un reto real al monopolio del poder político en Miami entre cubanoestadunidenses. Joe García, un demócrata, está postulandose contra María Díaz Balart y podría ser uno de los primeros en romper el control que el trío de los hermanos Balart e Ileana Ros-Lehtinen han ejercido en determinar la línea dura de la política hacia Cuba.
Y por último, el sector empresarial, que desde hace años ha manifestado su oposición al embargo, también podría ver ésta como una oportunidad para redoblar esfuerzos para cambiar la política estadunidense, con el apoyo bipartidista de legisladores y gobernadores que ven el mercado cubano como algo más atractivo que mantener una posición ideológica alineada con un presidente y su gobierno cada vez más desprestigiado en Washington.
Al parecer, la transición en Cuba podría provocar una transición dentro de Estados Unidos. Pero tal vez Washington (y Miami) son más renuentes al cambio que La Habana.
Mientras en Cuba el proceso de transición se lleva a cabo en perfecta calma y tras debates dentro del marco socialista, los imperialistas y la gusanada de Miami no saben qué hacer y se hacen bolas, no están acostumbrados a quedar al margen de las decisiones que toman sus sirvientes en América Latina. Cuba, su pueblo y sus líderes, deciden su futuro, eso es libertad. A ver si ya vamos entendiendo más a fondo el concepto de libertad.
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