Fabián Pena
Las sucesivas revoluciones industriales han creado acumulativamente las condiciones materiales necesarias y suficientes como para desterrar de la faz del planeta la insuficiencia alimentaria.
Los avances en genética animal y vegetal, y el desarrollo de nuevos procesos, han dado como resultado la optimización en la producción de alimentos suministradores de las proteínas requeridas por el Hombre para su subsistencia.
Sin embargo los países del Sur se han visto sometidos especialmente en los últimos tiempos a la falta forzada de nutrientes básicos, consecuencia del accionar faccioso de empresas transnacionales que acaparan la producción de estos insumos proteínicos.
Los Estados han tenido entonces que salir al ruedo para enmendar estas “distorsiones” del Mercado generadas por agentes económicos que en su lógica capitalista corporativa tomaron la decisión de limitar la oferta de sus productos aduciendo precios regulados insuficientes: leche en polvo, carnes, azúcar, caraotas/porotos/Feijoo, son los blancos predilectos de estos traficantes de alimentos que han mostrado su verdadero rostro, el de la codicia y el desprecio humano: dos condiciones esenciales del sistema capitalista en su actual fase de desarrollo.
En el origen de este sistema, el conocimiento humano creado por las sociedades se había incorporado a los procesos productivos como capital fijo bajo la forma de tecnología, hecho que impactó en las relaciones de producción y en el mundo del trabajo de forma dramática para la humanidad. El excedente de valor generado por el capital había encontrado un acelerado mecanismo de acumulación. Hoy necesita de mayores volúmenes de investigación en ciencia y tecnología para sostenerse y amortiguar así las crisis expansivas del capital global.
La denominada propiedad industrial protege por medio de patentes los conocimientos creadores de las tecnologías construyendo monopolios temporales pero sin la contrapartida requerida por las leyes nacionales y tratados internacionales de divulgar de manera suficientemente clara y completa la información técnica contenida en los documentos de patentes, que servirían a los Estados y sus sociedades para reproducir tecnologías sin erogar grandes inversiones por contratos de transferencia.
¿Porque proteger por patentes tecnologías procesadoras de nutrientes alimenticios?
Dada la perversa práctica de las corporaciones alimenticias, las tecnologías procesadoras de alimentos y nutrientes deberían excluirse de la protección por patentes y reapropiarse bajo la forma de licencias obligatorias según lo establecido en el Acuerdo sobre los ADPIC, si de vidas humanas y salud pública se trata.
Licenciar las patentes de medicinas que combaten graves enfermedades, como lo hecho por varios Gobiernos de países en desarrollo, o incluso humanamente subdesarrollados como los EE. UU, podrían ser los antecedentes a esgrimir en la decisión de consolidar la Soberanía Alimentaria tan anhelada por los pueblos de América.
Tal vez considerar a las tecnologías en manos de traficantes de alimentos simplemente de Uso Libre.
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