Huele feo su corrupción.
por Eddy Torzón
No fueron suficientes las denuncias de las transas denunciadas, probadas e impunes del foxiato. El PAN como partido, como expresión política, reincidió en el encubrimiento de sus corruptelas y hoy su pestilencia es nauseabunda.
Ya no sólo son los bribones Bribiesca, amparados por su desbocada madre y su estúpido padrastro. Ya quedaron rebasadas las transas de Diego Fernández de Cevallos (quien acusaba a López Obrador de "jefe mafioso" sin cuidarse la lengua) y Fauzi Hamdan, verdadero maniobreros de la política.
Hoy Camilo Mouriño, alabado como "joven maravilla", el favorito del Edén, aporta su ración de podredumbre, con su cínico tráfico de influencias y el favoritismo a sus negocios familiares, al amparo y con el aliento del poder. Y es el ejemplo de la nueva casta política del PAN, de la que se ufanó su actual y torpe gerente, Germán Martínez Cázares, cuyo tono bravucón y peleonero dista mucho de la conciliación a la que dice exhortar.
El PAN que se ostenta como "gente decente", con cada día que pasa, con cada evidencia de tráfico de influencias, no sólo apesta más a corrupción insultante, sino que contamina la vida pública de México, país que pretende entregar al extranjero.
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