María Teresa Jardí
Nos recuerdan los a modo del usurpador que desde Victoriano Huerta no había dejado de sesionar el Congreso. Pero olvidan decir que Calderón, como Huerta, es un usurpador. Comparan a AMLO con algunos de los perores dictadores que la humanidad recuerda. Pero olvidan señalar que los dictadores son los que generan el odio necesario para aplicar la ley GESTAPO para reprimir a los pueblos que protestan. Les molestan tanto las Adelitas, a esos señores muy bien comprados, que se olvidan de que sus madres también son mujeres.
Aunque hoy no sea el usurpador el que directamente impide las labores de los legisladores, como sí lo hizo Huerta, el paralelismo a estas alturas, entre Fecal y Huerta, ya es impresionante.
Calderón es hoy el responsable, pudo no ser un usurpador, pero eligió serlo, y al ocupar la silla del presidente legítimo, es hoy el responsable directo de la entrega que la derecha, de la que el usurpador sólo es una pieza menor, ha venido haciendo de los bienes de la nación a corruptísimas empresas extranjeras y desde luego del remate de la nación que él mismo se ve obligado a hacer porque lo comprometió cuando esas empresas lo impusieron en México, con ayuda de los a modo del sistema, como el usurpador que es.
Lo que lo no exime --el ser una pieza menor-- del deber de explicar a qué instituciones se refiere Felipillo cuando se rasga las vestiduras porque las afecta el movimiento ciudadano.
Veamos. ¿A la policía? En México años ha que es público y notorio que no tenemos policía. “Los AFIS de día son Zetas por la noche”.
¿Al Ejército? El Ejército Nacional, entrenado hoy como kaibil y cuyo crecimiento ha sido al doble, al menos, desde 1944, lo que ha servido, entre otras cosas, para pasar a ser la fuente original generadora de los Zetas, es desafiado por estos narcos, que hasta ponen mantas buscando integrantes para el grupo delictuoso incluso en las plazas tomadas por el Ejército. Tenemos un Ejército en la calle que mata cada vez a más ciudadanos en retenes. Un Ejército en la calle para controlar al hampa. Delincuencia incontrolable porque se trata de un narcoestado y porque el hampa despacha desde Gobernación y además entrenado como Kaibil.
No tenemos un Ejército que cumpla con la función que la Constitución le señala, al menos, no de manera homogénea. El Ejército también es, desde Calderón, una institución tocada por las malas decisiones de quien usurpa el poder civil. Incluso al haberse disfrazado con la casaca militar que tan grande le quedaba, el usurpador golpeaba al Ejército Nacional degradado, de suyo, por el otro Ejército paralelo que es el Estado Mayor Presidencial que cuida la espalda a Fecal.
La existencia de las instituciones presume la estructura ética para que las mismas se sostengan. La estructura ética institucional, es lo que a las personas el esqueleto. Sin esqueleto seríamos una masa informe. Lo mismo sucede con las instituciones cuando se les va desmontando el entramado ético que les da sustento. Entramado, apoyado por las reglas de funcionamiento que el sistema legal otorga, necesario, para brindar, al pueblo, a la sociedad, a los ciudadanos, a jóvenes y a ancianos, a niños y mujeres, la seguridad nacional, pública y jurídica.
Al desmontar el entramado ético de las instituciones y al no aplicarse la ley, ni siquiera la ley reformada a beneficio de un sistema político agotado, se acabó con las instituciones. La impunidad como regla de la usurpación, evidenciada en los permisivos spots a modo de la ultraderecha usada para generar el odio, necesario, repito, para empezar a aplicar la ley GESTAPO en contra del movimiento ciudadano, acabó de matar a las instituciones.
Y como esto salta a la vista la pregunta es: ¿A qué instituciones se referirá Fecal cuando afirma sin empacho que se vulneran las mismas porque un grupo de legisladores, avalados por millones de mexicanos, toma la tribuna para impedir la entrega de México a las empresas extranjeras a las que el usurpador les debe tanto? Quizá un psiquiatra podría explicárnoslo.
Lo que sí está claro, además de la inexistencia de las instituciones, es que el usurpador apoya la generación del odio, por parte de la derecha, necesario para reprimir, con la Ley GESTAPO, al pueblo que defiende lo que por derecho le pertenece a la nación y su soberanía.
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