Entrevista a Roy Chaderton, embajador de Venezuela en México
Georgina Saldierna
El diplomático expresa que la relación bilateral ha avanzado, se queja del tratamiento mediático aun racista hacia el presidente Chávez e insta a empresarios del país a no espantarse con la nacionalización de la industria cementera, pues “la democracia más dinámica de nuestro continente” crece 9% al año.
A unos días de que se anunció su traslado a la Organización de Estados Americanos (OEA), el embajador de Venezuela en México, Roy Chaderton, considera que se ha avanzando en la normalización de las relaciones entre los dos países, pero es necesario quitar “lastres y fantasmas”, que son elementos de perturbación.
En entrevista con este diario, denuncia que los medios privados de información mexicanos son quizá los más agresivos en el mundo, en intensidad y volumen, contra el gobierno de Hugo Chávez y que las críticas contra el mandatario rayan en el racismo y el clasismo.
Diplomático de larga trayectoria, con amplia experiencia en la OEA, Chaderton Matos se refiere a la nacionalización de la industria cementera, considera que la medida no debería afectar los nexos entre México y Venezuela, y recomienda a los empresarios mexicanos no espantarse por la decisión, pues su país crece a una tasa anual de casi 9 por ciento y, por tanto, representa una oportunidad para que puedan hacer negocio.
–Cuando llegó a México, ¿cómo encontró la relación con su país?
–No era buena, pero debo decir que la encontré con parte del camino desbrozado, porque las gestiones de alto nivel que se habían dado a lo largo de meses anteriores, eran positivas a partir de la llegada del presidente Calderón. La Secretaría de Relaciones Exteriores también había dado por su lado señales positivas y la respuesta del Presidente fue muy positiva también, así que la encontré en estado de normalización.
–¿Cómo la deja?
–Creo que el estado de normalización toma tiempo. En algunas cosas hemos avanzado, pero pienso que es necesario deslastrar esta relación de fantasía y de fantasmas que son elementos de perturbación.
–Cuando habla de quitar lastres y fantasías, ¿a qué se refiere?
–A que me encuentro fantasmas que quedan de otros tiempos y fantasías. Cuando empiezo a imaginar aspectos que no existen, cuando empiezo a imaginar obstáculos donde no los hay, creo que ahí tenemos dificultades para completar la normalización, pero estamos trabajando bien. Usted ha podido ver la actitud amistosa del gobierno de Venezuela en relación con México, a pesar de que existen diferencias. México propone una vía ortodoxa, Venezuela propone una vía heterodoxa, pero mientras no nos convirtamos en jueces, creo que la situación puede mejorar mucho. Cuando empezamos a enjuiciar lo que en una u otra parte ocurre ya con detalle y con precisiones, entonces nos estamos desviando de las observaciones equilibradas a definiciones favorables a una u otra posición interna del otro, lo cual no es lo deseable.
–¿Esta actitud es de algún sector en especial en México?
–El problema aquí son los medios: la mayoría de los medios privados que están concertados con fuentes de poder fuera de México.
–¿Estados Unidos?
–Seguro. Pero, debo decir que, salvo mejor opinión, posiblemente los medios privados más agresivos en intensidad y volumen contra el proceso bolivariano en todo el mundo son los mexicanos. Uno escucha un lenguaje de horror. Ya no solamente la crítica que es normal cuando alguien está en desacuerdo con algún proceso o con alguna política. Tengo ocho meses aquí y prácticamente todos los días, en primera plana, hay presentaciones muy negativas, despectivas, clasistas y racistas en contra del presidente Chávez. Eso se da también en España. Por ejemplo el Grupo Prisa, que son los fascistas de clóset. Hay unos fascistas impúdicos, como el señor (José María) Aznar. Esos están concertados en una campaña mundial contra el presidente Chávez, dirigida por Estados Unidos. Y los fascistas del clóset son la derecha del PSOE en España y el diario El País, por supuesto. También en Colombia, el diario El Tiempo, que ahora es propiedad parcial del Grupo Prisa, y hay diversos grupos que de alguna u otra manera se meten. Hay una concertación para presentar una imagen absolutamente negativa de la democracia más dinámica de nuestro continente.
–Pero, ¿a qué atribuye usted que en México se presenta este fenómeno? ¿Resabios del proceso electoral de 2006?
–El presidente Chávez está consciente de eso, pero dijo muy claramente, hace como ocho o nueve meses, que había que pasar la página. Nosotros la hemos pasado, pero alguna gente en este país no la ha pasado. Y parece que es un buen negocio relacionar al presidente Chávez con todo lo que los mexicanos puedan temer o desconfiar. Pero todo eso es artificial, porque nosotros somos amigos de México. Nosotros no intervenimos en la política mexicana, simplemente tenemos un proceso que no coincide. Por eso hablaba del proceso ortodoxo y del proceso heterodoxo, pero ambos se pueden respetar, y nosotros, yo lo he dicho en varias ocasiones, podemos tener relaciones normales, inclusive buenas, con gobiernos conservadores o de derecha.
–Durante su estancia en México tuvo problemas, por ejemplo, con Manuel Espino, de la ODCA, y con otros personajes. ¿Como catalogaría su presencia en el país?
–Yo amo a este país desde niño y algunos problemas que hayan surgido no van a opacar o neutralizar esos sentimientos. Me voy afectado, porque me voy antes de lo previsto, pero hay razones de Estado que me llevan a otro destino. En general el balance es positivo –enfatiza.
–Ahora que se anunció la nacionalización de la industria cementera en su país, ¿cómo ve la relación México-Venezuela?
–México tiene una gran experiencia en nacionalizaciones, por tanto, lo menos que podemos esperar es comprensión a una decisión tomada dentro de nuestros ordenamientos jurídicos. Pero aparte de eso ha habido indicaciones muy claras a la industria cementera de la voluntad del gobierno de adquirir 60 por ciento de los activos de cada una de esas empresas y por supuesto de Cemex. La empresa tiene la alternativa de aceptarlo, con lo cual entraría a un sistema de empresa mixta, que también puede ser negocio. Eso dependerá de su estrategia empresarial. La firma también puede retirarse del país tras haber recibido una compensación justa o, como dijo nuestro ministro coordinador del proceso, en el transcurso de las negociaciones podría surgir una opción adicional. Así que todo está en manos de los negociadores. Estamos completamente abiertos a una amistosa negociación.
–¿Esto no afectará las relaciones diplomáticas?
–No debería, porque estamos actuando dentro de la ley y con el mayor respeto. Debo decir que alguna gente ha olvidado o le pasa inadvertido, que desde la llegada del presidente Chávez se registró un relanzamiento de las relaciones comerciales México-Venezuela. Desde 1999, cuando asumió, cada año, casi en progresión geométrica, ha ido creciendo la relación económica, salvo en 2002 y 2003, cuando el golpe de Estado y el sabotaje petrolero.
–¿Pero la decisión de nacionalizar no viene a interrumpir esta buena relación? –se le insiste.
–Venezuela crece a un ritmo de casi 9 por ciento y lo hace desde hace cinco años, entonces lo menos que se puede esperar no sólo es respeto, sino que los empresarios mexicanos entiendan que hay posibilidades de hacer negocios.
–Entonces, que no se espanten.
–Lo inteligente sería que no se espanten, porque hay muchas empresas mexicanas en Venezuela y les está yendo bien a todas. El hecho de que se nacionalice o se estatice eventualmente Cemex, no quiere decir que esto sea una agresión contra esta empresa, simplemente es una necesidad de Estado.
Tras mostrarse renuente a hablar sobre política interna de México, Chaderton señala que aún no hay fecha para un encuentro Calderón-Chávez. Pero la reunión se realizará, confía el diplomático, quien en dos meses se incorporará como enviado de su país ante la OEA.
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