Ricardo Andrade Jardí
Y mientras el usurpador “demócrata”, que afirma haber ganado las elecciones del 2006, sin que él o su partido hallan mostrado una sola de las actas de escrutinio que “tienen en su poder” y que “prueban” sus afirmaciones, hablaba de “no sembrar miedo y mentiras para no cosechar ira y odio”, sus esbirros, incluyendo a la telecracia, por supuesto, sacaban a la luz pública un difamante, estúpido y denigrante spot, que pretende, como lo hubiera soñado Goebbels, a partir de las mentiras, comparar a AMLO con Hitler y sus copias.
Todas las comparaciones en el spot se hacen desde sujetos que accedieron por el voto popular o USURPARON el poder con golpes de Estado. Pero es probable, que quienes lo hicieron desconozcan, incluso a los dictadores (todos, los que el periodo histórico lo permite, amigos del PAN) presentados, los que tienen más similitudes ideológicas con Fecal y el PRIAN que con el movimiento de resistencia civil pacífica en defensa del petróleo.
Una vez más la derecha fascista que usurpa el poder junto con los poderes de facto que hoy nos desgobiernan, intenta hacer parecer a su “enemigo” como lo que ellos son en la práctica y en lo espiritual.
Es evidente que la incapacidad cultural, el desconocimiento de la historia y su arraigado consenso con Washington, mezclado con toda su infinita mediocridad, no les permite ni siquiera imaginar lo que significa en realidad la democracia, no son capaces porque carecen de la educación más elemental para defender ni siquiera sus ideas, las cuales es presumible que les han sido impuestas. Su incultura no les permite ir más allá de la desacreditación y la difamación. Se trata de sujetos educados por las telenovelas de la telecracia, desinformados por las “noticias” de la telecracia y manipulados por el chantaje, la mentira, la complicidad criminal y la avaricia con lo que la “nueva clase política” no puede hacer nada más que servir a la delincuencia organizada en clase empresarial a través de las corruptísimas instituciones con las que se pretende hacer pasar la decadencia usurpadora como legal.
El nuevo spot que seguro será uno, de los tantos spots, con los que se pretenderá inyectar nuevamente el odio infinito contra todo aquel que sea capaz de pensar algo diferente a lo que el dúopolio telecrático impone, es la estrategia del odio de la sin razón de una empresarial clase que babea ante el pastel del petróleo, sin darse cuenta siquiera que del mismo no les tocará nada. El pastel de chapopote tiene otros dueños que lo tienen destinado para otros planes donde ni la telecracia mexicana ni la delincuencial clase empresarial del FOBAPROA tienen cabida… aunque, sus limitados sueños, se reduzcan a querer ser parte de ese selecto “club” en el que jamás pasarán de ser los mozos limpiadores de la arena de la plaza, es decir, de tener el rango más bajo, entre los más bajos.
Pero el spot de la ignominia, tiene otros objetivos más siniestros incluso que golpear AMLO, el spot, tiene otros destinatario más peligrosos aún que el propio AMLO, un “enemigo” que les es realmente intolerable, que les quita el sueño y los aterroriza sobremanera: el enorme movimiento de resistencia civil pacífica. Los aterriza incluso porque no se trata de un enemigo difamable sino de millones de ciudadanos que por algún azar afortunado han optado por abrir sus imaginarios más allá de lo que la trasnacional “Democracia Corporation S.A.” se los permite.
Cientos de miles de hombres y mujeres que están convencidos de que las cosas no tienen porqué ser como son, sino como deberían ser, millones de ciudadanos con un poder de convencimiento mucho mayor que el de cualquier monopolio telecrático, el poder de la palabra, el poder de la participación, el poder de convencer de frente y mirando a los ojos del, que es el mismo, el poder que da tener y saber que se tiene la razón… y contra ese poder, intolerable, no hay tiranía que pueda. Y a él es a quien se dirige la mentira difamante del spot fascista que hoy inunda la telecracia mexicana.
La nueva embestida del desgobierno usurpador, para desacreditar la enorme y cada día creciente oposición a rematar nuestra industria energética, tiene otro fin: el de intentar justificar la represión, con la que intentarán fracturar los frentes en defensa del petróleo, en eso radican las campañas de odio y miedo: en justificar el uso de la violencia ante la incapacidad y el nulo deseo de dialogar nada. La violencia del estado es la confirmación de la mediocridad y la cerrazón que cobijan la vocación intolerante de las “democracias de facto” que tanto gustan al imperio.
¡Todos a informarnos, para que todos informemos! ¡No permitas que la TV desgobierne tu vida, mejor vívela contrainformado!
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