Magdalena Gómez
El cuestionamiento mediático al movimiento en defensa del petróleo se está centrando en la denostación a las modalidades que éste ha adoptado, en especial a la toma de las sedes oficiales de las Cámaras de Senadores y de Diputados por parte del Frente Amplio Progresista (FAP) y a las movilizaciones de las mujeres organizadas en brigadas, las llamadas Adelitas. Pese a ello, saltan a la vista los primeros logros de dicho movimiento; se debe reconocer que se evitó la aprobación ciega y veloz de las propuestas privatizadoras de reforma legislativa, que lo son, y no constitucionales, también gracias a la presión ejercida por la oposición desplegada aun antes de que se formalizaran.
Al igual que en 2006, nos encontramos en un ambiente de polarización alimentada por la mayoría de los medios, los cuales, de nueva cuenta, centran sus descalificaciones en el liderazgo de López Obrador. Los espots transmitidos por Televisa, comparándolo con Hitler, Mussolini, Victoriano Huerta y Pinochet, son evidencias escandalosas que muestran con crudeza hasta dónde puede llegar la ultraderecha.
Por otra parte, el debate sobre el debate, en especial sobre su duración, aparece peligrosamente como el centro de la negociación entre las fuerzas partidistas en el Congreso, lo cual desplaza el tema de fondo que se abordará cuando se dé al “debate” el banderazo de inicio. Todo ello es importante, pero más aún responder qué pasará después. Ya se apuntó la posibilidad de construir un tren de aterrizaje para las conclusiones del debate al anunciarse, por parte del coordinador de la fracción del PRD en el Senado, que se presentará la propuesta de establecer, previamente, el referendo confirmatorio para que las iniciativas que se aprueben se sometan a la voluntad popular, una vez que lo solicite un porcentaje del electorado.
Al construir los necesarios mecanismos para legalizar formas de democracia participativa se estaría abordando en serio uno de los temas que de manera recurrente han quedado en los tinteros de las propuestas de reforma del Estado que llevan varias generaciones, foros, debates, libros y memorias publicadas. Es de todos sabido que nos encontramos en un círculo vicioso, pues la clase política representada en el Congreso se arropa en la democracia representativa mientras la sociedad desconfía crecientemente de las prácticas parlamentarias y las negociaciones que en nombre “del pueblo” se han tomado. Ya sabemos que en materia de democracia vamos a la cola de buen número de países. Una salida así requiere convicciones democráticas que trasciendan los intereses coyunturales de los y las integrantes actuales del Poder Legislativo. Lo que “perderían” en sus actuales márgenes formales lo ganarían en legitimidad, de dar ese paso.
Ya conoceremos las valoraciones que genere una propuesta de esta naturaleza. Por lo pronto, parece haber cierto consenso para pactar un plazo que garantice el abordaje suficiente de los temas de fondo y la participación de especialistas tanto en cuestiones relativas al petróleo y la energía como en constitucionalismo; también, por supuesto, los liderazgos de las diversas posturas políticas, partidarias o ciudadanas. Todo ello aleja la posibilidad de una aprobación acelerada y en periodo extraordinario de sesiones. Habría que destacar la relevancia que guarda la difusión masiva de los debates, en tiempos oficiales, de manera que se abone al objetivo de informar a los diversos sectores sociales sobre lo que está en juego con las propuestas calderonistas.
De cualquier forma el debate terminará. Si se logra la aprobación de un referendo confirmatorio, regulado de buena fe y con la garantía de transparencia y confiabilidad, la sociedad tendría la última palabra; de lo contrario, al terminar las deliberaciones, por más plurales y con suficiencia técnica que sean, la maquinaria legislativa y política procederá a modificar o no, y aprobar o no las intenciones privatizadoras del calderonismo y sus aliados. Y en ese caso operan los usos y costumbres del poder, el libre mercado, perdón, el libre juego de las fuerzas del PRIAN en el supuesto de que el FAP continúe unificado y coherente a esas alturas.
Falta ver el impacto que tendrá el desenlace de la elección interna del PRD, en la cual también, para variar, aparecen las recriminaciones sobre la influencia de López Obrador. Decía un querido amigo guatemalteco que en tiempos de vacas flacas las diferencias afloran. Así parece en este caso, porque antes del 2 de julio de 2006 el factor que ahora parece dividirlos en aquel momento los unificaba interesadamente.
Por lo pronto, el FAP ha manifestado disposición para construir junto con todos los sectores de la sociedad una propuesta de reforma energética que modernice a Pemex y la convierta en palanca del desarrollo nacional. La moneda está en el aire.
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