Agustín Carstens Zoo-economicus: un Chicago Boy
“Sí sabes por experiencia el bien que hay en ser vasallo del rey, pero no el que hay en ser libre e independiente. Hecho a servir como criado, no has probado jamás hasta ahora si es o no dulce la independencia de un hombre libre”.
Herodoto, Los nueve libros de la historia.
Recientemente ha fallecido Milton Friedman, economista norteamericano, premio Nobel de su especialidad. En un artículo necrológico de su periódico fue recordado por el señor De la Dehesa, integrante del Gabinete Económico de los primeros Gobiernos de Felipe González, quien destacó sus enormes aportes y la contribución a la modernización de la economía a nivel mundial. Para el pueblo chileno, el nombre de Milton Friedman es sinónimo de pobreza, de enorme "coste social", pues fue precisamente en Chile, bajo la dictadura de Pinochet, donde sus teorías encontraron un campo abonado, transformando a nuestro país en un laboratorio para el ultraliberalismo con el aniquilamiento de los sindicatos, el despido de miles de trabajadores, la privatización de la salud, de la educación y en gran parte de la minería del cobre, que es el sueldo de Chile como primer productor mundial. Estas políticas privatizadoras fueron puestas en práctica por sus discípulos chilenos, llamados los Chicago boys. Por cierto, el distinguido premio Nobel fue a felicitar al dictador y sus cachorros. Estas políticas ultraconservadoras, con la sustitución de las pensiones estatales por pensiones privadas, han hecho que la distancia entre ricos y pobres se agrande cada día más, y aunque se hable de Chile como el dragón sudamericano, se oculta que el pueblo vive bajo mínimos e hipotecado al máximo.
Marcos Chávez M.*
Naief Yehya
Sin el menor atisbo de pudor, o más bien con absoluta franqueza, el Pentágono denominó la estrategia bélica que empleó en contra de Irak como "shock and awe", es decir, "horrorizar y sobrecoger", "chocar y estremecer". Este doctrina es definida por sus autores, Harlan K. Ullman y James P. Wade, como un método para "afectar la voluntad del adversario para responder o adaptarse a nuestros fines políticos estratégicos (...). Controlar el medio y paralizar o saturar las percepciones del adversario y su entendimiento de los acontecimientos para que el enemigo sea incapaz de oponer resistencia a niveles tácticos y estratégicos".
Mediante el uso de tecnología superior, dominio de la información y empleo de herramientas de precisión, Estados Unidos creyó posible un "dominio rápido" y absoluto del rival, al crear en él "un estado deseable de impotencia y desesperación". La escritora, periodista y activista canadiense Naomi Klein reconoció en aquella denominación una fórmula mucho más profunda que un simple eslogan militar, intuyó que en cierta forma esas dos palabras resumían la ideología dominante del capitalismo contemporáneo.
Klein publicó en el año 2000 el libro que muchos consideran como el manifiesto del movimiento antiglobalización, No Logo. En 2002 apareció la colección de artículos y discursos Fences and Windows, y el 4 de septiembre de 2007, The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism (La doctrina de choque: el auge del capitalismo cataclísmico), un provocador análisis de la tendencia a aprovechar momentos de crisis extrema, sean guerras, golpes de estado o desastres naturales, para imponer reformas brutales por la fuerza a las poblaciones aún desconcertadas por la conmoción provocada por el desastre que acaban de sufrir.
Klein define entonces esta estrategia como una de un triple shock:1- Shock cataclísmico: un desastre paraliza la vida política, la economía y la cotidianidad.2- Shock económico: el gobierno aprovechan la conmoción para eliminar leyes, liberar aranceles y privatizar los bienes públicos para permitir que inversionistas reestructuren la economía.3- Shock represivo: los disconformes son intimidados, sometidos, encarcelados y, muy a menudo, torturados.
Klein sitúa el origen de esta estrategia esencialmente en las ideas de Milton Friedman y sus célebres Chicago Boys, quienes abogaban por un capitalismo total, puro y absoluto que se oponía con más vigor a las "interferencias gubernamentales" que al propio marxismo. Si por su parte comunistas y socialistas requerían de una revolución para transformar la sociedad, Friedman pensaba que "sólo una crisis real o percibida" produce cambios reales. Nuestra función es desarrollar alternativas a las políticas existentes y mantenerlas vivas hasta que lo políticamente imposible se torna políticamente inevitable. La crisis elimina la tiranía del status quo".
Friedman (quien falleció el 16 de noviembre de 2006) era un enemigo rabioso del estado benefactor y creía que los controles, reglas, barreras y el proteccionismo gubernamental eran culpables de todos los males sociales. Pero sólo había podido probar los beneficios de su teoría mediante modelos matemáticos, hasta que tuvo lugar el golpe de estado de Augusto Pinochet: el dictador chileno lo llamó como asesor económico para llevar a cabo una rápida transformación que implicaba recortes fiscales, libre comercio, privatización de servicios y dramáticos recortes al gasto público. Después de aquel experimento, Friedman tuvo la oportunidad de difundir sus dogmas de fe por el mundo e influenciar a apparatchiks chinos, oligarcas rusos y tecnócratas latinoamericanos, entre otros dictadores y sátrapas de todas denominaciones.
En la imaginación de Friedman, el shock producía una especie de regresión a un estado de pureza del capitalismo original, en el cual el mercado era una especie de fuerza de la naturaleza capaz de autorregularse como las mareas y los ecosistemas.
Lejos de limitar su libro a un análisis económico, Naomi Klein comienza su análisis desde el ámbito de lo individual, por lo que rastrea el mismo deseo absolutista de pureza de Friedman en otro "doctor shock", el psiquiatra Ewen Cameron, quien durante la década del 50 -financiado por la CIA- llevó a cabo un vasto y delirante experimento con seres humanos a los que sometía a impresionantes dosis de drogas (algunas psicotrópicas, como LSD), electroshocks (en cantidades descomunales), aislamiento y otras terapias monstruosas con la idea de reconstruir nuevas personalidades y de esa manera borrar o erradicar desequilibrios u otras condiciones patológicas mentales.
Durante la Guerra Fría, y guíados por la fantasía de que los comunistas practicaban lavados de cerebro, los jefes de la CIA vieron el trabajo de Cameron como una oportunidad para entender el funcionamiento de la reprogramación de una mente, pero más bien su trabajo fue integrado en manuales, como el "kubark", como un método científico de interrogación y tortura.
Las técnicas de Cameron no produjeron a un solo hombre renovado y sano; por el contrario, dejaron a cientos incapacitados y traumatizados. Y si bien la CIA asegura que el proyecto de control mental conocido como MKULTRA -que involucró a 80 instituciones, incluyendo a 44 universidades y doce hospitales de los Estados Unidos, a un costo declarado de 25 millones de dólares- no ofreció resultados positivos (el director del programa, Sydney Gottlieb, ordenó la destrucción de todos los archivos), los métodos de aislamiento sensorial y saturación sensorial creados entonces son usados ahora en los presos, secuestrados y combatientes enemigos de la "guerra contra el terror".
La tortura, con sus infaltables electroshocks, es considerada por Klein como una muy apropiada metáfora para la estrategia de choque que se ha aplicado recientemente en Nueva Orleans, después del huracán Katrina, donde aún no se terminaban de retirar las aguas que devastaron la ciudad cuando los inversionistas ya compraban bienes raíces a precios ridículamente bajos, se eliminaban viviendas populares y se desmantelaba el sistema de educación pública para instalar en su lugar una red de escuelas "charter" (instituciones financiadas por el Estado pero exentas de las reglas estatales y regidas en cambio por instituciones o corporaciones).
De manera semejante, el modelo de la terapia de triple choque se aplicó en numerosas regiones devastadas por el tsunami del 26 de diciembre de 2004: en este caso, la destrucción de las olas fue aprovechada por inversionistas que adquirieron valiosas propiedades antes ocupadas por poblaciones y comunidades para construir hoteles de lujo y desarrollos para el turismo. Pero sin dudas el ejemplo más apabullante de estos dogmas, y de su inefable fracaso, es Irak. El grupo que ahora conocemos como "neoconservador", insertado en el Pentágono, el Departamento de Estado y la Casa Blanca, empleó todos los recursos a su alcance para transformar al país asiático en un paraíso de democracia y libre mercado, así como en una conveniente plataforma geoestratégica para el ejército estadounidense, con el añadido de contar con la segunda reserva petrolera del planeta.
La guerra, la invasión, el cambio de régimen y el posterior colapso en una volátil guerra civil que se encuentra muy, pero muy lejos de resolverse, contrariamente a los análisis superficiales e idiotas de los expertos que aseguran el incremento de tropas o "surge" comenzado en febrero del 2007 ha pacificado al país, han dejado un tendal. El triple shock se aplicó en Irak, pero si bien se afectó la voluntad de la población, ésta no quedó inmóvil ni apabullada por el primer impacto; tampoco bastó con reprimir a gran escala a la sociedad, con matanzas indiscriminadas y tortura masiva, ya que al "imponer un estado deseable de impotencia y desesperación" también se desgarró el tejido social y se fragmentaron las frágiles alianzas y pactos comunitarios que sostenían a esa nación.
Se terminó desatando a un Frankenstein incontrolable, en forma de conflictos tribales, ideológicos, religiosos y anticoloniales, que no podrán resolverse mediante las obtusas fórmulas de los neocones. Así, lo que comenzó como un impresionante y terrorífico despliegue de fuerza en forma de misiles de precisión y bombas inteligentes, se ha traducido en el último laboratorio de la crueldad de los ideólogos que piensan que no hay sacrificio demasiado alto ni daño colateral demasiado ominoso cuando las bendiciones del mercado libre están en juego.
oikos mailing list
Si como Ejecutivo Vicente Fox Quezada (VFQ) apenas alcanzó la talla de un ocurrente y zafio gerente, carente de originalidad y cancerbero de la continuidad neoliberal, Felipe Calderón Hinojosa (FCH) se ha empecinado en mostrase como la pálida sombra de la parodia que encarnó el guanajuatense.
Con una terquedad verdaderamente zoológica, FCH se aferra en cumplir escrupulosamente la tarea para la que fue encumbrado en la presidencia por las elites del poder: afianzarse como el grisáceo administrador sustituto de dicho modelo entronizado y cultivado a golpes de hacha por los tecnócratas Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, los empleados autóctonos de la Casa Blanca, los mandarines de las empresas transnacionales y las altas finanzas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
Apenas terminado el baile de máscaras electoral y sin disiparse aún el fétido aroma del golpe de estado técnico y el robo de la corona, FCH se quitó el amable antifaz -el cual, por cierto, nunca logró ocultar sus humores despóticos- para reafirmar su acto de fe en el “mercado libre”, a contracorriente de la reciente historia latinoamericana, donde la mayoría de los gobiernos del cono sur buscan trascender al oneroso legado de espesa noche neoliberal.
El panista ha pregonado que su mandato será incluyente; se ha calificado como el “presidente del empleo”, del bienestar, la estabilidad y el crecimiento. Sin embargo, rápidamente aplicó el principio de la traición a aquellos votantes que le depositaron sus expectativas de una mejoría en sus condiciones de vida, bajo la divisa de Maquiavelo: “todos comprenden que es muy loable que un príncipe cumpla con su palabra y viva sin trampas. [Pero] la experiencia de nuestra época demuestra que los príncipes […] no se han esforzado en cumplir su palabra”. (Las cursivas son mías) Ante el “nerviosismo” de los “mercados”, es decir, de los empresarios, por la supuesta falta de “señales” claras sobre el rumbo económico que tomará el país durante su gobierno -sólo en el mundo de las apariencias, porque ellos lo impusieron y él siempre se presentó como el candidato de la continuidad”-, FCH despejó cualquier equívoco ante una eventual desviación del modelo neoliberal al nombrar a Agustín Carstens (AC) como el responsable de diseñar su programa económico y, si no sucede nada extraño, ocupará la Secretaría de Hacienda (SH)
¿Quién es AC? ¿A qué santo se encomendará -dado el (des)gobierno de los cruzados del cristo- para alcanzar el milagro de combinar las metas de estabilidad, el crecimiento, la competitividad, la creación de empleos formales y la reducción de la pobreza, como ha señalado FCH, propósitos que nunca alcanzaron los últimos cuatro gobiernos ni tampoco otros regímenes neoliberales?
1. La taxonomía. Según sus títulos mobiliarios, AC es un ortodoxo neoliberal fondomonetarista. Es un zoo economicus Chicago boy. Como economista -su estado de larva- inició su formación en las catacumbas del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), uno de los principales semilleros monetaristas neoliberales de México, refugio de los nostálgicos del inexistente paraíso perdido del “mercado libre” -financiados por los tecnócratas conservadores de Hacienda y del Banco de México (Banxico), y los grandes empresarios- que desempolvaron la rancia y fracasada ideología (más que ciencia) económica que predominó a finales del siglo XIX y principios del XX y que, remozada, fue presentada como la “moderna economía”, en oposición al keynesianismo y al virus “comunista” que predominaban en las universidades públicas en los años setenta del siglo pasado. Según la académica Sarab Babb, el ITAM es “una escuela relativamente obscura [en esos años] que se estaba reconstruyendo como bastión del pensamiento estadounidense y de la escuela de Chicago y que, finalmente representó el futuro de la ciencia económica mexicana” (Proyecto México: los economistas del nacionalismo al neoliberalismo. Ed. FCE, México 2003). Su éxito se debe a la contrarrevolución neoconservadora mundial y los golpistas empresarios mexicanos temerosos de las ideas marxistas, más que a las virtudes del pensamiento económico neoliberal.
Luego de su paso por una de las escuelas más reaccionarias de México, continúa sus preparación -la fase de crisálida: ninfa, insecto en la fase de su metamorfosis en que ha dejado su fase de larva y se dispone, dentro del capullo, a tomar su forma perfecta- de maestría y doctorado en la Universidad de Chicago, uno de los templos de los economistas neoliberales. De allí egresa como un fundamentalista económico puro, como un Chicago boy, y se refina como tecnócrata con los ortodoxos de la SH (como subsecretario durante la primera mitad del foxismo) y el Banxico (como director general de investigación económica y jefe de oficina de su gobernador), así como en el FMI (como experto instantáneo, como director ejecutivo, “representando” a Costa Rica, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y Venezuela, y como subdirector gerente del FMI). Sus mentores son los neoliberales Pedro Aspe, Miguel Mancera, Francisco Gil Díaz, Rodrigo Rato y Horst Köhler, estos dos últimos directores del FMI
2. El elegido de los dioses. Poco antes de su incorporación al rebaño sagrado, la derecha oligarca mexicana -agrupada en la Coparmex y el Consejo Coordinador Empresarial- había señalado a AC y a Luis Téllez como sus favoritos para ocupar la secretaría de Hacienda, ya que ambos son convictos y confesos militantes del neoliberalismo, el proyecto de nación que ha beneficiado fundamentalmente a las grandes empresas y los sectores de altos ingresos (básicamente a menos de mil familias de las poco más de 25 millones que viven en México, y colateralmente al 20 por ciento de la población). Cumplidor con quienes financiaron su campaña y le ayudaron a robarse las elecciones presidenciales, FCH se inclinó por AC, para satisfacción de los hombres de presa (como diría Max Weber), porque su criado, el Chicago boy velará celosamente de sus intereses.
3. Nuestro hombre en México. Si en la novela Nuestro Hombre en la Habana, de Graham Greene, Jim Wormald, un comerciante inglés se convierte en espía del gobierno británico en la Cuba del dictador Fulgencio Batista, AC será el hombre del FMI en México, su vasallo que operará el modelo económico neoliberal impuesto por ese organismo alalimón con el Banco Mundial (BM) desde 1983.
El fondomonetarista AC -junto al neoliberal del banco central, Guillermo Ortiz (GO)- será la garantía para evitar cualquier tentación “populista” que se desvíe del “Consenso” de Washington (el balance fiscal cero, la baja de impuestos y los subsidios que sólo favorecen a las empresas y los sectores de altos ingresos, el desmantelamiento del Estado y su retiro de la economía, las privatizaciones, los beneficios al capital extranjero, la apertura externa indiscriminada de la economía, la desregulación interna o el “dejar hacer, dejar pasar” a las tropelías de los empresarios, en complicidad con el gobierno). Es decir, de los intereses del “gobierno de Estados Unidos y las instituciones y redes de líderes de opinión concentrados en la capital mundial de facto [Washington]: el FMI, el BM, los «think tanks», los banqueros, los ministros de finanzas del mundo”, como diría el economista Paul Krugman.
Mientras otros gobiernos de América Latina tratan de alejarse de dicho “Consenso” y del FMI-BM como si fueran la peste, debido a la ruina en que dejaron a sus naciones sus programas económicos, y por sus brutales costos sociales y políticos (un verdadero genocidio económico como calificó el economista André Gonder Frank a esos resultados); mientras economistas como Joseph Stiglitz o Dani Rodrik, entre muchos, denuncian el fracaso de las políticas estabilizadoras y de ajuste estructural del “Consenso” y del FMI-BM, por su carácter antisocial y su responsabilidad en el aumento de la pobreza y miseria mundial, por su defensa de los intereses imperiales de Estados Unidos y de los empresarios, por el carácter autoritario del FMI-BM o por la inutilidad de la ideología y del neoliberalismo, AC -y sus mentores-, cegado por su fundamentalismo de Chicago boy, puede afirmar peregrinamente que "el mundo ha cambiado y así lo ha hecho el Fondo" y que en sus futuros trabajos “continuará como un fuerte partidario" del FMI. Por ello, Rodrigo Rato, director del FMI, destacó el trabajo de Carstens en el organismo y aseguró que fue "una fuerza impulsora para hacer que nuestro trabajo de asistencia técnica sea más eficiente". Fiel hasta la ignominia, AC asegurará que México se mantenga como una colonia y como un peón estadounidense en la internacional neoliberal, también conocida como el nuevo terrorismo económico.
4. la suicida continuidad neoliberal. La misión de Carstens y Ortiz será cultivar el gatopardismo: que cambie todo para que no cambie nada. Su responsabilidad será el mantener intocados los fundamentos del modelo neoliberal de nación instrumentado a partir de 1983 por los gobiernos priístas (De la Madrid, Salinas y Zedillo) y continuado por otros medios por el panismo (Fox y ahora Calderón). Mantener la estabilidad económica y llevar a cabo las (contra)reformas estructurales que no tuvieron tiempo de llevar a cabo los tecnócratas priístas y el foxismo, exigidas impacientemente por los empresarios, el FMI y el BM: “Queremos reformas que nos modernicen, que nos den competitividad” dicen los empresarios. Pero ¿qué entienden por ello?: una mayor reducción de los impuestos a la renta a las empresas y a los sectores de altos ingresos y que ésta baja de ingresos tributarios sea compensada con la imposición del antisocial impuesto al valor agregado (IVA) a alimentos, medicinas y otros bienes y servicios que actualmente están exentos, lo que afectará el consumo de la mayoría de la población; la privatización o apertura del sector energético (petróleo y electricidad), hecho que ya sucede violando la Constitución; privatizar las pensiones de los empleados públicos; profundizar el tratado de libre comercio que no ha beneficiado a la nación; el esquema Wall-Mart de “flexibilidad” laboral: desmantelar las conquistas laborales consagradas por la Constitución para legalizar la condición de ilotas (esclavos) modernos de los trabajadores mexicanos (contrataciones temporales o por horas para que las empresas se ahorren el pago de los beneficios sociales -salud, horas extras, primas vacacionales y otras prestaciones-), reducir el costo de los despidos, controlar los salarios reales a la baja, destruir los sindicatos, mantener las autoridades laborales que privilegien a las empresas. Enterrar definitivamente el escandaloso e inconstitucional rescate de los grupos financieros y otros empresarios y que sea la sociedad la que pague las desmesuras. Todo en aras de asegurar la “competitividad” empresarial y el desmedido afán de lucro nuca satisfecho.
5. La misión imposible. Sólo dios podrá iluminar a AC para que logre el milagro de mantener la estabilidad y lograr al mismo tiempo el crecimiento y el bienestar. Si el Ser Supremo no ha movido un dedo para ayudar al emperador del mundo George Bush en su cruzada para acabar con el “eje del mal”, menos lo hará para los harapientos subdesarrollados. No existe una experiencia en el mundo que testifique que el neoliberalismo lo ha logrado. El experimento mexicano de 1983-2006 sólo ha arrojado estabilidades precarias interrumpidas por graves crisis, estancamiento, desempleo y pobreza generalizada. El credo económico neoliberal, como dice Richard E. Feinberg, economista que trabajó para el Congreso y los departamentos del Tesoro y de Estado estadounidense, carece de una teoría del crecimiento, a diferencia de los que proponen la regulación de los mercados y las actividades empresariales, la intervención activa del estado y las políticas de bienestar social. La miopía neoliberal de AC le hace ver fantasías: la ilusión de la estabilidad. Lo único que se ha logrado es reducir la inflación a costa de reprimir al estado, la inversión productiva, el consumo y el crecimiento, la sobrevaluación cambiaria, el premio a la especulación financiera y el desequilibrio de las cuentas externas. Los beneficios fiscales y los subsidios a las empresas nacionales y extranjeras no han compensado la caída de la actividad pública. Aunque dice AC que no le gustan los monopolios, se “olvida” decir que para su credo económico los privados son considerados como un mal necesario. Sólo les molestan los públicos (como Pemex), por razones ideológicas y políticas, aunque no encuentran la manera de entregarlos a los empresarios. Lo peor de todo es que FCH y AC pretenden recetarnos una sobredosis de neoliberalismo, aplicarnos una cirugía mayor sin anestesia.
4) La mentira y la traición. FCH y AC se dicen preocupados por la falta de empleos y pobreza. Pero no dicen que la concentración de la riqueza y la ampliación de la pobreza y la miseria no son “deudas sociales”. Son deliberados. Son la consecuencia de la aplicación del modelo económico, ya que, además de que no genera empleos formales, exige los bajos salarios reales, el desmantelamiento de las prestaciones sociales y del gasto público social para alcanzar el balance fiscal cero (menores egresos de esa clase). La preocupación por el bienestar social fue sustituida por el asistencialismo, el apoyo a los sectores marginados. Pero no para mejorar sus expectativas de vida, sino para evitar el su descontento y controlarlos políticamente. Aunque creciera la economía en el orden de 7%, no se resolverían esos problemas, pues se demandan la activa presencia del estado, que no les interesa a los neoliberales. FCH y AC tratan de engañar a la sociedad y traicionar a sus votantes. Lo paradójico es que parte de los marginados del modelo, los trabajadores migratorios han contribuido a evitar el colapso del modelo al financiarlos con las remesas.
6. El matrimonio de conveniencia. La incorporación de AC al equipo de FCH y la permanencia de Ortiz en el Banco de México indican que los tecnócratas siguen en el poder. No se fueron con el desplazamiento del PRI del gobierno. Allí siguen, apareándose con la derecha y la extrema derecha foxista-calderonista. Existe un matrimonio de conveniencia entre la derecha económica neoliberal y los conservadores beatos, venales e intransigentes. Unos y otros se necesitan.
7. La santa alianza para mantener al status quo. La legitimidad y la gobernabilidad del mandato de FCH, así como la continuidad de los programas neoliberales dependerá de la fortaleza del autoritarismo del sistema político mexicano el modelo económico es alérgico a la democracia real, participativa y la santa alianza forjada desde Miguel de la Madrid: el PAN, los mercenarios del PRI, y los otros partidos parasitarios, que permitirán sojuzgar al Congreso; la sumisión del poder judicial; la bendición de la iglesia católica; los empresarios; y el respaldo de la Casa Blanca, el FMI-BM y los piratas financieros mundiales que medran de los despojos de México. Dependerá de la tiranía y la rigidez de la monarquía absoluta, sin descartar la violencia estatal en contra de los descontentos, como los de Atenco, los mineros y acaso los oaxaqueños, no de la democracia.
Como VFQ, FCH también es ocurrente. Dijo que desbordaría a Andrés Manuel López Obrador por la izquierda y, en realidad, se orienta hacia la derecha.
*Periodista e investigador del Colegio de México
Con una terquedad verdaderamente zoológica, FCH se aferra en cumplir escrupulosamente la tarea para la que fue encumbrado en la presidencia por las elites del poder: afianzarse como el grisáceo administrador sustituto de dicho modelo entronizado y cultivado a golpes de hacha por los tecnócratas Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, los empleados autóctonos de la Casa Blanca, los mandarines de las empresas transnacionales y las altas finanzas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
Apenas terminado el baile de máscaras electoral y sin disiparse aún el fétido aroma del golpe de estado técnico y el robo de la corona, FCH se quitó el amable antifaz -el cual, por cierto, nunca logró ocultar sus humores despóticos- para reafirmar su acto de fe en el “mercado libre”, a contracorriente de la reciente historia latinoamericana, donde la mayoría de los gobiernos del cono sur buscan trascender al oneroso legado de espesa noche neoliberal.
El panista ha pregonado que su mandato será incluyente; se ha calificado como el “presidente del empleo”, del bienestar, la estabilidad y el crecimiento. Sin embargo, rápidamente aplicó el principio de la traición a aquellos votantes que le depositaron sus expectativas de una mejoría en sus condiciones de vida, bajo la divisa de Maquiavelo: “todos comprenden que es muy loable que un príncipe cumpla con su palabra y viva sin trampas. [Pero] la experiencia de nuestra época demuestra que los príncipes […] no se han esforzado en cumplir su palabra”. (Las cursivas son mías) Ante el “nerviosismo” de los “mercados”, es decir, de los empresarios, por la supuesta falta de “señales” claras sobre el rumbo económico que tomará el país durante su gobierno -sólo en el mundo de las apariencias, porque ellos lo impusieron y él siempre se presentó como el candidato de la continuidad”-, FCH despejó cualquier equívoco ante una eventual desviación del modelo neoliberal al nombrar a Agustín Carstens (AC) como el responsable de diseñar su programa económico y, si no sucede nada extraño, ocupará la Secretaría de Hacienda (SH)
¿Quién es AC? ¿A qué santo se encomendará -dado el (des)gobierno de los cruzados del cristo- para alcanzar el milagro de combinar las metas de estabilidad, el crecimiento, la competitividad, la creación de empleos formales y la reducción de la pobreza, como ha señalado FCH, propósitos que nunca alcanzaron los últimos cuatro gobiernos ni tampoco otros regímenes neoliberales?
1. La taxonomía. Según sus títulos mobiliarios, AC es un ortodoxo neoliberal fondomonetarista. Es un zoo economicus Chicago boy. Como economista -su estado de larva- inició su formación en las catacumbas del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), uno de los principales semilleros monetaristas neoliberales de México, refugio de los nostálgicos del inexistente paraíso perdido del “mercado libre” -financiados por los tecnócratas conservadores de Hacienda y del Banco de México (Banxico), y los grandes empresarios- que desempolvaron la rancia y fracasada ideología (más que ciencia) económica que predominó a finales del siglo XIX y principios del XX y que, remozada, fue presentada como la “moderna economía”, en oposición al keynesianismo y al virus “comunista” que predominaban en las universidades públicas en los años setenta del siglo pasado. Según la académica Sarab Babb, el ITAM es “una escuela relativamente obscura [en esos años] que se estaba reconstruyendo como bastión del pensamiento estadounidense y de la escuela de Chicago y que, finalmente representó el futuro de la ciencia económica mexicana” (Proyecto México: los economistas del nacionalismo al neoliberalismo. Ed. FCE, México 2003). Su éxito se debe a la contrarrevolución neoconservadora mundial y los golpistas empresarios mexicanos temerosos de las ideas marxistas, más que a las virtudes del pensamiento económico neoliberal.
Luego de su paso por una de las escuelas más reaccionarias de México, continúa sus preparación -la fase de crisálida: ninfa, insecto en la fase de su metamorfosis en que ha dejado su fase de larva y se dispone, dentro del capullo, a tomar su forma perfecta- de maestría y doctorado en la Universidad de Chicago, uno de los templos de los economistas neoliberales. De allí egresa como un fundamentalista económico puro, como un Chicago boy, y se refina como tecnócrata con los ortodoxos de la SH (como subsecretario durante la primera mitad del foxismo) y el Banxico (como director general de investigación económica y jefe de oficina de su gobernador), así como en el FMI (como experto instantáneo, como director ejecutivo, “representando” a Costa Rica, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y Venezuela, y como subdirector gerente del FMI). Sus mentores son los neoliberales Pedro Aspe, Miguel Mancera, Francisco Gil Díaz, Rodrigo Rato y Horst Köhler, estos dos últimos directores del FMI
2. El elegido de los dioses. Poco antes de su incorporación al rebaño sagrado, la derecha oligarca mexicana -agrupada en la Coparmex y el Consejo Coordinador Empresarial- había señalado a AC y a Luis Téllez como sus favoritos para ocupar la secretaría de Hacienda, ya que ambos son convictos y confesos militantes del neoliberalismo, el proyecto de nación que ha beneficiado fundamentalmente a las grandes empresas y los sectores de altos ingresos (básicamente a menos de mil familias de las poco más de 25 millones que viven en México, y colateralmente al 20 por ciento de la población). Cumplidor con quienes financiaron su campaña y le ayudaron a robarse las elecciones presidenciales, FCH se inclinó por AC, para satisfacción de los hombres de presa (como diría Max Weber), porque su criado, el Chicago boy velará celosamente de sus intereses.
3. Nuestro hombre en México. Si en la novela Nuestro Hombre en la Habana, de Graham Greene, Jim Wormald, un comerciante inglés se convierte en espía del gobierno británico en la Cuba del dictador Fulgencio Batista, AC será el hombre del FMI en México, su vasallo que operará el modelo económico neoliberal impuesto por ese organismo alalimón con el Banco Mundial (BM) desde 1983.
El fondomonetarista AC -junto al neoliberal del banco central, Guillermo Ortiz (GO)- será la garantía para evitar cualquier tentación “populista” que se desvíe del “Consenso” de Washington (el balance fiscal cero, la baja de impuestos y los subsidios que sólo favorecen a las empresas y los sectores de altos ingresos, el desmantelamiento del Estado y su retiro de la economía, las privatizaciones, los beneficios al capital extranjero, la apertura externa indiscriminada de la economía, la desregulación interna o el “dejar hacer, dejar pasar” a las tropelías de los empresarios, en complicidad con el gobierno). Es decir, de los intereses del “gobierno de Estados Unidos y las instituciones y redes de líderes de opinión concentrados en la capital mundial de facto [Washington]: el FMI, el BM, los «think tanks», los banqueros, los ministros de finanzas del mundo”, como diría el economista Paul Krugman.
Mientras otros gobiernos de América Latina tratan de alejarse de dicho “Consenso” y del FMI-BM como si fueran la peste, debido a la ruina en que dejaron a sus naciones sus programas económicos, y por sus brutales costos sociales y políticos (un verdadero genocidio económico como calificó el economista André Gonder Frank a esos resultados); mientras economistas como Joseph Stiglitz o Dani Rodrik, entre muchos, denuncian el fracaso de las políticas estabilizadoras y de ajuste estructural del “Consenso” y del FMI-BM, por su carácter antisocial y su responsabilidad en el aumento de la pobreza y miseria mundial, por su defensa de los intereses imperiales de Estados Unidos y de los empresarios, por el carácter autoritario del FMI-BM o por la inutilidad de la ideología y del neoliberalismo, AC -y sus mentores-, cegado por su fundamentalismo de Chicago boy, puede afirmar peregrinamente que "el mundo ha cambiado y así lo ha hecho el Fondo" y que en sus futuros trabajos “continuará como un fuerte partidario" del FMI. Por ello, Rodrigo Rato, director del FMI, destacó el trabajo de Carstens en el organismo y aseguró que fue "una fuerza impulsora para hacer que nuestro trabajo de asistencia técnica sea más eficiente". Fiel hasta la ignominia, AC asegurará que México se mantenga como una colonia y como un peón estadounidense en la internacional neoliberal, también conocida como el nuevo terrorismo económico.
4. la suicida continuidad neoliberal. La misión de Carstens y Ortiz será cultivar el gatopardismo: que cambie todo para que no cambie nada. Su responsabilidad será el mantener intocados los fundamentos del modelo neoliberal de nación instrumentado a partir de 1983 por los gobiernos priístas (De la Madrid, Salinas y Zedillo) y continuado por otros medios por el panismo (Fox y ahora Calderón). Mantener la estabilidad económica y llevar a cabo las (contra)reformas estructurales que no tuvieron tiempo de llevar a cabo los tecnócratas priístas y el foxismo, exigidas impacientemente por los empresarios, el FMI y el BM: “Queremos reformas que nos modernicen, que nos den competitividad” dicen los empresarios. Pero ¿qué entienden por ello?: una mayor reducción de los impuestos a la renta a las empresas y a los sectores de altos ingresos y que ésta baja de ingresos tributarios sea compensada con la imposición del antisocial impuesto al valor agregado (IVA) a alimentos, medicinas y otros bienes y servicios que actualmente están exentos, lo que afectará el consumo de la mayoría de la población; la privatización o apertura del sector energético (petróleo y electricidad), hecho que ya sucede violando la Constitución; privatizar las pensiones de los empleados públicos; profundizar el tratado de libre comercio que no ha beneficiado a la nación; el esquema Wall-Mart de “flexibilidad” laboral: desmantelar las conquistas laborales consagradas por la Constitución para legalizar la condición de ilotas (esclavos) modernos de los trabajadores mexicanos (contrataciones temporales o por horas para que las empresas se ahorren el pago de los beneficios sociales -salud, horas extras, primas vacacionales y otras prestaciones-), reducir el costo de los despidos, controlar los salarios reales a la baja, destruir los sindicatos, mantener las autoridades laborales que privilegien a las empresas. Enterrar definitivamente el escandaloso e inconstitucional rescate de los grupos financieros y otros empresarios y que sea la sociedad la que pague las desmesuras. Todo en aras de asegurar la “competitividad” empresarial y el desmedido afán de lucro nuca satisfecho.
5. La misión imposible. Sólo dios podrá iluminar a AC para que logre el milagro de mantener la estabilidad y lograr al mismo tiempo el crecimiento y el bienestar. Si el Ser Supremo no ha movido un dedo para ayudar al emperador del mundo George Bush en su cruzada para acabar con el “eje del mal”, menos lo hará para los harapientos subdesarrollados. No existe una experiencia en el mundo que testifique que el neoliberalismo lo ha logrado. El experimento mexicano de 1983-2006 sólo ha arrojado estabilidades precarias interrumpidas por graves crisis, estancamiento, desempleo y pobreza generalizada. El credo económico neoliberal, como dice Richard E. Feinberg, economista que trabajó para el Congreso y los departamentos del Tesoro y de Estado estadounidense, carece de una teoría del crecimiento, a diferencia de los que proponen la regulación de los mercados y las actividades empresariales, la intervención activa del estado y las políticas de bienestar social. La miopía neoliberal de AC le hace ver fantasías: la ilusión de la estabilidad. Lo único que se ha logrado es reducir la inflación a costa de reprimir al estado, la inversión productiva, el consumo y el crecimiento, la sobrevaluación cambiaria, el premio a la especulación financiera y el desequilibrio de las cuentas externas. Los beneficios fiscales y los subsidios a las empresas nacionales y extranjeras no han compensado la caída de la actividad pública. Aunque dice AC que no le gustan los monopolios, se “olvida” decir que para su credo económico los privados son considerados como un mal necesario. Sólo les molestan los públicos (como Pemex), por razones ideológicas y políticas, aunque no encuentran la manera de entregarlos a los empresarios. Lo peor de todo es que FCH y AC pretenden recetarnos una sobredosis de neoliberalismo, aplicarnos una cirugía mayor sin anestesia.
4) La mentira y la traición. FCH y AC se dicen preocupados por la falta de empleos y pobreza. Pero no dicen que la concentración de la riqueza y la ampliación de la pobreza y la miseria no son “deudas sociales”. Son deliberados. Son la consecuencia de la aplicación del modelo económico, ya que, además de que no genera empleos formales, exige los bajos salarios reales, el desmantelamiento de las prestaciones sociales y del gasto público social para alcanzar el balance fiscal cero (menores egresos de esa clase). La preocupación por el bienestar social fue sustituida por el asistencialismo, el apoyo a los sectores marginados. Pero no para mejorar sus expectativas de vida, sino para evitar el su descontento y controlarlos políticamente. Aunque creciera la economía en el orden de 7%, no se resolverían esos problemas, pues se demandan la activa presencia del estado, que no les interesa a los neoliberales. FCH y AC tratan de engañar a la sociedad y traicionar a sus votantes. Lo paradójico es que parte de los marginados del modelo, los trabajadores migratorios han contribuido a evitar el colapso del modelo al financiarlos con las remesas.
6. El matrimonio de conveniencia. La incorporación de AC al equipo de FCH y la permanencia de Ortiz en el Banco de México indican que los tecnócratas siguen en el poder. No se fueron con el desplazamiento del PRI del gobierno. Allí siguen, apareándose con la derecha y la extrema derecha foxista-calderonista. Existe un matrimonio de conveniencia entre la derecha económica neoliberal y los conservadores beatos, venales e intransigentes. Unos y otros se necesitan.
7. La santa alianza para mantener al status quo. La legitimidad y la gobernabilidad del mandato de FCH, así como la continuidad de los programas neoliberales dependerá de la fortaleza del autoritarismo del sistema político mexicano el modelo económico es alérgico a la democracia real, participativa y la santa alianza forjada desde Miguel de la Madrid: el PAN, los mercenarios del PRI, y los otros partidos parasitarios, que permitirán sojuzgar al Congreso; la sumisión del poder judicial; la bendición de la iglesia católica; los empresarios; y el respaldo de la Casa Blanca, el FMI-BM y los piratas financieros mundiales que medran de los despojos de México. Dependerá de la tiranía y la rigidez de la monarquía absoluta, sin descartar la violencia estatal en contra de los descontentos, como los de Atenco, los mineros y acaso los oaxaqueños, no de la democracia.
Como VFQ, FCH también es ocurrente. Dijo que desbordaría a Andrés Manuel López Obrador por la izquierda y, en realidad, se orienta hacia la derecha.
*Periodista e investigador del Colegio de México
Naomi Klein ahora ataca a los Chicago Boys
Naief Yehya
Nueva York, Estados Unidos
Sin el menor atisbo de pudor, o más bien con absoluta franqueza, el Pentágono denominó la estrategia bélica que empleó en contra de Irak como "shock and awe", es decir, "horrorizar y sobrecoger", "chocar y estremecer". Este doctrina es definida por sus autores, Harlan K. Ullman y James P. Wade, como un método para "afectar la voluntad del adversario para responder o adaptarse a nuestros fines políticos estratégicos (...). Controlar el medio y paralizar o saturar las percepciones del adversario y su entendimiento de los acontecimientos para que el enemigo sea incapaz de oponer resistencia a niveles tácticos y estratégicos".
Mediante el uso de tecnología superior, dominio de la información y empleo de herramientas de precisión, Estados Unidos creyó posible un "dominio rápido" y absoluto del rival, al crear en él "un estado deseable de impotencia y desesperación". La escritora, periodista y activista canadiense Naomi Klein reconoció en aquella denominación una fórmula mucho más profunda que un simple eslogan militar, intuyó que en cierta forma esas dos palabras resumían la ideología dominante del capitalismo contemporáneo.
Klein publicó en el año 2000 el libro que muchos consideran como el manifiesto del movimiento antiglobalización, No Logo. En 2002 apareció la colección de artículos y discursos Fences and Windows, y el 4 de septiembre de 2007, The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism (La doctrina de choque: el auge del capitalismo cataclísmico), un provocador análisis de la tendencia a aprovechar momentos de crisis extrema, sean guerras, golpes de estado o desastres naturales, para imponer reformas brutales por la fuerza a las poblaciones aún desconcertadas por la conmoción provocada por el desastre que acaban de sufrir.
Klein define entonces esta estrategia como una de un triple shock:1- Shock cataclísmico: un desastre paraliza la vida política, la economía y la cotidianidad.2- Shock económico: el gobierno aprovechan la conmoción para eliminar leyes, liberar aranceles y privatizar los bienes públicos para permitir que inversionistas reestructuren la economía.3- Shock represivo: los disconformes son intimidados, sometidos, encarcelados y, muy a menudo, torturados.
Klein sitúa el origen de esta estrategia esencialmente en las ideas de Milton Friedman y sus célebres Chicago Boys, quienes abogaban por un capitalismo total, puro y absoluto que se oponía con más vigor a las "interferencias gubernamentales" que al propio marxismo. Si por su parte comunistas y socialistas requerían de una revolución para transformar la sociedad, Friedman pensaba que "sólo una crisis real o percibida" produce cambios reales. Nuestra función es desarrollar alternativas a las políticas existentes y mantenerlas vivas hasta que lo políticamente imposible se torna políticamente inevitable. La crisis elimina la tiranía del status quo".
Friedman (quien falleció el 16 de noviembre de 2006) era un enemigo rabioso del estado benefactor y creía que los controles, reglas, barreras y el proteccionismo gubernamental eran culpables de todos los males sociales. Pero sólo había podido probar los beneficios de su teoría mediante modelos matemáticos, hasta que tuvo lugar el golpe de estado de Augusto Pinochet: el dictador chileno lo llamó como asesor económico para llevar a cabo una rápida transformación que implicaba recortes fiscales, libre comercio, privatización de servicios y dramáticos recortes al gasto público. Después de aquel experimento, Friedman tuvo la oportunidad de difundir sus dogmas de fe por el mundo e influenciar a apparatchiks chinos, oligarcas rusos y tecnócratas latinoamericanos, entre otros dictadores y sátrapas de todas denominaciones.
En la imaginación de Friedman, el shock producía una especie de regresión a un estado de pureza del capitalismo original, en el cual el mercado era una especie de fuerza de la naturaleza capaz de autorregularse como las mareas y los ecosistemas.
Lejos de limitar su libro a un análisis económico, Naomi Klein comienza su análisis desde el ámbito de lo individual, por lo que rastrea el mismo deseo absolutista de pureza de Friedman en otro "doctor shock", el psiquiatra Ewen Cameron, quien durante la década del 50 -financiado por la CIA- llevó a cabo un vasto y delirante experimento con seres humanos a los que sometía a impresionantes dosis de drogas (algunas psicotrópicas, como LSD), electroshocks (en cantidades descomunales), aislamiento y otras terapias monstruosas con la idea de reconstruir nuevas personalidades y de esa manera borrar o erradicar desequilibrios u otras condiciones patológicas mentales.
Durante la Guerra Fría, y guíados por la fantasía de que los comunistas practicaban lavados de cerebro, los jefes de la CIA vieron el trabajo de Cameron como una oportunidad para entender el funcionamiento de la reprogramación de una mente, pero más bien su trabajo fue integrado en manuales, como el "kubark", como un método científico de interrogación y tortura.
Las técnicas de Cameron no produjeron a un solo hombre renovado y sano; por el contrario, dejaron a cientos incapacitados y traumatizados. Y si bien la CIA asegura que el proyecto de control mental conocido como MKULTRA -que involucró a 80 instituciones, incluyendo a 44 universidades y doce hospitales de los Estados Unidos, a un costo declarado de 25 millones de dólares- no ofreció resultados positivos (el director del programa, Sydney Gottlieb, ordenó la destrucción de todos los archivos), los métodos de aislamiento sensorial y saturación sensorial creados entonces son usados ahora en los presos, secuestrados y combatientes enemigos de la "guerra contra el terror".
La tortura, con sus infaltables electroshocks, es considerada por Klein como una muy apropiada metáfora para la estrategia de choque que se ha aplicado recientemente en Nueva Orleans, después del huracán Katrina, donde aún no se terminaban de retirar las aguas que devastaron la ciudad cuando los inversionistas ya compraban bienes raíces a precios ridículamente bajos, se eliminaban viviendas populares y se desmantelaba el sistema de educación pública para instalar en su lugar una red de escuelas "charter" (instituciones financiadas por el Estado pero exentas de las reglas estatales y regidas en cambio por instituciones o corporaciones).
De manera semejante, el modelo de la terapia de triple choque se aplicó en numerosas regiones devastadas por el tsunami del 26 de diciembre de 2004: en este caso, la destrucción de las olas fue aprovechada por inversionistas que adquirieron valiosas propiedades antes ocupadas por poblaciones y comunidades para construir hoteles de lujo y desarrollos para el turismo. Pero sin dudas el ejemplo más apabullante de estos dogmas, y de su inefable fracaso, es Irak. El grupo que ahora conocemos como "neoconservador", insertado en el Pentágono, el Departamento de Estado y la Casa Blanca, empleó todos los recursos a su alcance para transformar al país asiático en un paraíso de democracia y libre mercado, así como en una conveniente plataforma geoestratégica para el ejército estadounidense, con el añadido de contar con la segunda reserva petrolera del planeta.
La guerra, la invasión, el cambio de régimen y el posterior colapso en una volátil guerra civil que se encuentra muy, pero muy lejos de resolverse, contrariamente a los análisis superficiales e idiotas de los expertos que aseguran el incremento de tropas o "surge" comenzado en febrero del 2007 ha pacificado al país, han dejado un tendal. El triple shock se aplicó en Irak, pero si bien se afectó la voluntad de la población, ésta no quedó inmóvil ni apabullada por el primer impacto; tampoco bastó con reprimir a gran escala a la sociedad, con matanzas indiscriminadas y tortura masiva, ya que al "imponer un estado deseable de impotencia y desesperación" también se desgarró el tejido social y se fragmentaron las frágiles alianzas y pactos comunitarios que sostenían a esa nación.
Se terminó desatando a un Frankenstein incontrolable, en forma de conflictos tribales, ideológicos, religiosos y anticoloniales, que no podrán resolverse mediante las obtusas fórmulas de los neocones. Así, lo que comenzó como un impresionante y terrorífico despliegue de fuerza en forma de misiles de precisión y bombas inteligentes, se ha traducido en el último laboratorio de la crueldad de los ideólogos que piensan que no hay sacrificio demasiado alto ni daño colateral demasiado ominoso cuando las bendiciones del mercado libre están en juego.
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