Carlos Fernández-Vega
Bancos, los abusivos de toda coyuntura
La “sugerencia” que hiciera Felipe Calderón al Banco de México para reducir las tasas de interés, no sólo dejó mal parado al inquilino de Los Pinos por su intervención donde no le corresponde, sino que le provocó una derrota adicional en su ya abultado inventario. La institución a cargo de Guillermo Ortiz Martínez lejos de atender la “invitación” del michoacano, procedió en estricto sentido contrario, y el pasado viernes incrementó la tasa de interés interbancaria en un cuarto de punto porcentual (de 7.5 a 7.75 por ciento).
Lo anterior se justifica, a juicio del Banco de México porque, entre otros elementos, “el balance de riesgos sobre la inflación ha empeorado. La trayectoria de la inflación para el resto del año y principios de 2009 puede resultar algo mayor que la prevista en el informe sobre la inflación más reciente”. Así, presume, podrá controlarse el crecimiento inflacionario, aunque de cualquier suerte se lo cobrarán a los mexicanos por otra parte.
Una de esas facturas pasará, irremediablemente, por los usuarios de crédito, en especial el llamado dinero plástico o, lo que es lo mismo, las de por sí onerosas tarjetas de crédito, que se han convertido en una suerte de “modernas de tiendas de raya”, y cuya cartera vencida crece sostenidamente. Además, en hipotecas, financiamientos automotrices, créditos productivos y demás.
Si en tiempos de “paz” económico-financiera los emisores (léase bancos) de tarjetas de crédito se sirven con la cuchara grande a costillas de sus usuarios, en los de “guerra” la cosa se pone peor. La referida decisión del Banco de México pretende controlar el galope inflacionario, que poco a poco se acelera, especialmente en una coyuntura de crisis alimentaria, como la han llamado. Nadie sabe si lo logrará.
En este contexto, es de esperar una inhumana reacción de los bancos emisores de dinero plástico (sin olvidar otro tipo de crédito), que incrementarán sustancialmente las de por sí abusivas tasas de interés que cobran a los tarjeta habientes, sin considerar otras gracias incluidas en lo que ahora se conoce como CAT (costo anual total). Muchos mexicanos equivocadamente utilizan dichas tarjetas como una suerte de “complemento” (no sólo virtual, sino por demás oneroso) del ingreso, y mensualmente la mayoría de ellos sólo cubre, cuando lo hace, el pago mínimo requerido por el banco emisor, lo que los mantiene presos en esa “moderna tienda de raya”.
Como el país vive tiempos de “paz” en lo económico y financiero, según asegura el discurso oficial, era de esperarse que la voracidad bancaria se atemperara, pero lamentablemente no ha sido así y, antes de la “guerra”, la cosa adquirió color de hormiga: tan sólo en los primeros cinco meses de este “pacífico” 2008, los siempre comedidos banqueros han incrementado el CAT de las tarjetas de crédito hasta en 23.5 puntos porcentuales (Scotiabank y Santander), llevándolo en algunos casos hasta 80.9 (Santander) y 86.24 por ciento (Invex), una proporción 20 veces superior a la inflación oficial. Lo anterior quiere decir que por cada peso de plástico utilizado, el usuario de la tarjeta termina pagando 1.86 pesos en un año, sin que ello implique el finiquito del adeudo original.
Si ello se ha dado en tiempos de “paz”, con “un navío de gran calado” (Calderón dixit) y una “envidiable fortaleza” que “nos protege” de los embates externos, según dicen, ¿qué sucederá en tiempos de “guerra”? El Banco de México incrementó nada más un cuarto de punto porcentual, pero es tradición de los banqueros servirse con la cuchara grande, y esta ocasión no tiene por qué ser distinto: se agarrarán de ese pretexto para meter el acelerador en las tasas de interés que cobran a los créditohabientes, en especial a los de dinero plástico.
Por ello es necesario tomar todas las precauciones posibles (remember 1994-1995), porque los mexicanos podrían “gozar” de una inflación oficial modesta e incluso reducida, pero por otra parte algunos podrían provocar el estallido de los de por sí agujereados bolsillos de millones de mexicanos a quienes el “navío de gran calado” y la “envidiable fortaleza” de la economía mexicana ni los ve ni los oye. De hecho, ni los registra.
En vía de mientras, con información de la Condusef, va un paseo por el aumento del CAT a lo largo de los últimos 17 meses en las principales tarjetas de crédito emitidas por la banca que opera en México. Como Citigroup-Banamex y BBVA-Bancomer son los reyes de este mercado (más de la mitad), comenzamos con el dinero plástico de estas dos instituciones (en todos los casos la referencia es la tarjeta clásica): de enero de 2007 a mayo de 2008, el costo anual total de Banamex pasó de 39.12 a 64.36 por ciento, un incremento de 25.24 puntos porcentuales; en el caso de Bancomer, de 38.46 a 79 por ciento, un avance cercano a 40.54 puntos porcentuales en el citado periodo (casi 18 de ellos de enero a marzo de 2008), con lo que la trasnacional española obtiene la medalla de oro en eso de esquilmar clientes, sin que eso quiera decir que las demás no hagan su mejor esfuerzo.
La inflación acumulada en esos 17 meses fue de 4.89 por ciento, de tal suerte que los incrementos aplicados en ese lapso en el CAT de las tarjetas de crédito de Banamex y Bancomer resultaron 5.2 y 8.2 tantos por arriba del crecimiento inflacionario oficial. Y eso, en tiempos de “paz” económica y financiera (etcétera).
Otra trasnacional financiera española que se sirve con la cuchara grande es Santander. En esos 17 meses aumentó el CAT de su tarjeta de crédito de 40.54 a 80.9 por ciento, un avance de 40.4 puntos porcentuales (23.3 de ellos en los primeros cinco meses de 2008), es decir, más de ocho veces la inflación reconocida en el periodo.
En igual sentido, la trasnacional canadiense Scotiabank incrementó el CAT de 24.48 en enero de 2007 a 59.34 por ciento en mayo de 2008, un avance cercano a 35 puntos porcentuales en el periodo, de los que 23.56 puntos corresponden a los primeros cinco meses del presente año.
El banco de Carlos Slim, Inbursa, fue más modesto: en 17 meses “sólo” aumentó el CAT en casi 14 puntos porcentuales, mientras American Express lo incrementó en 35 puntos porcentuales y HSBC en 28.69 puntos.
Las rebanadas del pastel
Moraleja: no repitamos 1994-1995. No hay país que lo resista.
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