Expresa que el actual objetivo de EU es frenar el proceso político-social en América Latina
Blanche Petrich
Desde su experiencia como ex agente de los servicios de contraespionaje de Cuba, el general retirado Fabián Escalante sostiene que los cuadros terroristas que formó la CIA para derrocar la revolución cubana en los años de la guerra fría sirvieron para subvertir muchos otros gobiernos, no sólo en América Latina sino en todo el mundo. Y que este entramado, con nuevos actores y mucho más dinero que antes, sigue activo y conspirando.
Para demostrarlo, refiere que recientemente encontró, investigando para un libro que prepara sobre los 10 años de guerra de los contras en Nicaragua (1979-1990), que entre los agentes estadunidenses que ejecutaron operaciones encubiertas contra el sandinismo y la guerrilla en El Salvador había al menos 19 cubanoestadunidenses. Uno, cita, es Francisco Chanes de Armas, de la organización Alfa 66, quien según revelaciones participó en uno de los primeros atentados en contra del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en 1999.
Todo está, dice, en el informe que en 1988 redactó el entonces senador John Kerry sobre el operativo conocido como Irán-contras y que demostró que la CIA financió sus operaciones en Centroamérica con dinero del narcotráfico. “Sólo faltaba hacer la conexión con la mafia cubana de Miami. Lo que pasa es que son nombres hispanos y no habían sido detectados. Pero nosotros los conocemos a todos. Son cubanoestadunidenses. Son agentes de la CIA. Algunos se han jubilado. No todos.”
–¿No están ya demasiado viejos esos cuadros batistianos para representar una amenaza?
–Hay un relevo generacional y mucho dinero. Hoy, mucho más dinero que antes. El exilio en Miami fue inicialmente el del sindicato del crimen organizado que se había establecido en Cuba. Esa gente se refugió en la política estadunidense, se enriqueció y se hizo del control en Florida. Hay nuevos cuadros. Muchos son los hijos, hombres de 50 años que crecieron a la sombra de ese poder económico, de esa guerra. Fueron ellos los que empezaron el tráfico de drogas de Colombia a Estados Unidos. Con el pretexto de la guerra contra Cuba establecieron campamentos de mercenarios, pistas clandestinas que luego fueron a servir al narcotráfico. Ésos son los nuevos millonarios que se ha dado cuenta de que la guerra contra Cuba y contra los movimientos de izquierda es un gran negocio.
Escalante Font se encuentra en México para presentar tres libros editados por Ocean Sur: Operación Calipso; 1963: el complot, y Acción ejecutiva: objetivo, Fidel Castro. En entrevista habla de su proyecto en ciernes: “Yo colaboré con la seguridad del Estado sandinista a combatir a la contra. Hoy en día, leyendo los informes de aquella guerra, y habiendo estado ahí, se me ponen los pelos de punta. Fue una de las guerras más terribles que haya conocido América en el siglo XX”.
Escalante, que empezó su carrera a los 19 años a las órdenes del legendario jefe de la seguridad cubana Manuel Piñeiro, Barba Roja, que formó parte de la Sección Q que tenía como responsabilidad enfrentar los planes de la CIA en la isla y que fue director del Departamento de Seguridad, pasó a retiro en 1996. Propuso entonces la creación del Centro de Estudios sobre la Seguridad.
Es a él a quien algunas versiones sobre el llamado “magnicidido del siglo XX” identifican como el supuesto “desconocido” que viajó solitario en un vuelo de Dallas a México el 22 de noviembre, día del asesinato de Kennedy. Así lo retrata el documental Cita con la muerte, del alemán Wilfried Huisman. Tenía entonces 22 años.
“Es una tesis absurda, no prueba nada y lo único que trata es descalificar lo que yo sostengo en mi libro. Yo demuestro que Lee Harvey Oswald no era aún filocomunista, sino un agente conectado con la rama cubanoestadunidense de la CIA. Mis fuentes de información son la Comisión Warren (que investigó los planes estadunidenses para asesinar a dirigentes extranjeros, entre otros a Castro), la Comisión Church, el Senado y los investigadores privados. Da casualidad de que yo nunca he estado en Estados Unidos. Es la primera vez que viajo a México.”
Para este oficial de inteligencia en retiro, dedicado hoy a la investigación académica, la estrategia de Washington no ha dejado de recurrir al expediente de las operaciones encubiertas y la conspiración: “Hoy el objetivo es frenar el proceso político y social por el que está transitando la región, un proceso antimperialista y una evolución social progresista que vemos en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Paraguay. Por ejemplo, yo no dudo que en los eventos secesionistas en Bolivia, organizados por la oligarquía santacruceña, esté la mano de Estados Unidos, apoyado en sus mecanismos de represión e inteligencia”.
Otro caso que analiza es el de Colombia. “Se puede afirmar, sin duda, que el ataque colombiano al campamento de las FARC en Ecuador fue un operativo de gran envergadura de la CIA.”
–¿Encuentra usted semejanzas entre las campañas que emprendió la CIA contra Fidel Castro a lo que ha denunciado Hugo Chávez como una conspiración de Estados Unidos en su contra?
–Lo que veo es la fuerte campaña de división de la sociedad organizada desde la embajada de Estados Unidos y desde los medios de comunicación que están en manos de la oligarquía venezolana. El caballo de Troya de Estados Unidos en estas guerras de subversión es siempre la guerra sicológica. Si se hace una disección de los componentes de la campaña para derrocar a Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954, es lo mismo que ellos siguen haciendo hoy, en gran escala, con mayor nivel tecnológico. Primero: diversionismo, campaña de descrédito, confusión, borrar la historia y hacer una nueva historia. Y después vienen las acciones directas, los complots, donde se unen los factores que pueden dar un golpe de Estado.
–¿Cuál es el modo de operar de la contrarrevolución en esta época pos-Castro?
–Es muy difícil poner una bomba hoy en día porque el sistema de seguridad en Cuba es muy fuerte. Por eso la contrarrevolución busca esta otra vía de estimular y financiar la disidencia, haciendo participar a la oficina de intereses de Estados Unidos en la organización de la disidencia cubana.
–¿Qué alcance tuvo esta operación de Rescate Jurídico con la opositora Marta Beatriz Roque?
–Ninguno. Alcanzó a cinco, seis personas, 50 a lo más. Estados Unidos los magnifica. Ellos tampoco pretenden crecer. Lo que hacen es sacar provecho de los incalculables fondos que tienen a su disposición mientras ocurre algún milagro y la revolución se cae.
–Ahora, con Raúl Castro al frente del gobierno revolucionario, ¿cree que puedan seguir los intentos de atentar contra él?
–Es un método que no ha dejado de utilizarse y que se ha sofisticado mucho. Acuérdate del atentado contra el dirigente checheno, que con una llamada internacional a su celular se activó un misil desde un avión. Dudo mucho que la CIA deseche de su arsenal este método.
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