María Teresa Jardí
Tanto decirnos que las ejecuciones son siempre ajustes de cuentas entre narcos y que “levantan” --es decir, secuestran y desaparecen. Pero ¿por qué les llaman levantotes?, para garantizar la impunidad del crimen, a los captores y a los que ordenan a los captores que cometan el abominable delito para asesinarlos, luego de torturarlos-- debidos a traiciones, contra los que en el mundo de la droga se adentran.
Cosa falsa por supuesto. Pero muy útil para justificar la impunidad convertida en la única certeza que a la sociedad mexicana le queda. La certeza de que todo crimen va a quedar impune por más grave que sea e incluso contra la nación entera y ahí está el monumental fraude que se conoce como Fobaproa, cancelador de la posibilidad de vida digna para varias próximas generaciones, por si alguien lo dudara aunque fuera por un momento de aturdimiento mental debido a la explosión de información que la telebasura se empeña en vender mentirosamente como certeza absoluta.
Tanto escucharlo de los a modo del sistema que no veo porqué sería válida la pretensión de que no pudiéramos darnos el lujo de pensar que en algo “anda” el secretario de Agricultura del usurpador.
A final de cuentas, el que cobardemente no reconozca como familia a los ejecutados en la hasta hace muy poco una de sus casas --y aunque no lo fueran y lo del apellido sea pura coincidencia--, no quiere decir que no fueran por él los que --de tan brutal manera: ejecutados y con el tiro de gracia incluido, común manera, por otro lado, de asesinar en México desde que la derecha maneja los destinos del país como rancho de Alberto Cárdenas-- asesinaron a seis integrantes de una familia, menores incluidos, en Jalisco, hace unos días.
Y mientras se da a conocer el macabro hallazgo de hechos ocurridos, al parecer, días antes, pero los que, como es evidente, se quisieron ocultar para no comprometer a otro impresentable del gabinete impresentable del usurpador que hasta quisiera que los pensantes, como si de Chuchos se tratara, lo reconociéramos como el presidente que eligió no ser, al negarse a exigir el democrático, efectivamente, recuento de votos, que el “analfabeta”, opina la telebasura del pueblo, sabe que no es.
Y mientras los ajustes de cuentas rondan ya la casa del usurpador en México, los pueblos a lo largo y ancho del mundo deciden globalizar un paro mundial de compra de gasolina el próximo tres de agosto, es decir: hoy. No compre hoy gasolina para bajarle el precio y porque efectivamente “es hora de unirnos mundialmente para lograr un propósito mundial”.
Y qué tal que en lugar de combatir la globalización nos uniéramos los pueblos todos en la lucha contra la corrupción y para exigir medicamentos contra el SIDA que en México se encarecen a la par que la pandemia crece. Y qué tal que nos uniéramos en un combate global contra la impunidad que quizá de momento nos dejaría sin gobernantes, pero que a la larga regresaría a nivel de prestación de un servicio lo que hoy se atribuyen como administración de un rancho de Alberto Cárdenas o de Vicente Fox los que “en algo andan” sin duda alguna. Y qué tal que nos lanzamos todos como brigadistas a alfabetizar cada rincón del planeta o, más fácil aún, qué tal que dejáramos todos de tomar leche de vacas torturadas ganando en salud y qué tal si dejáramos el consumismo de lado y por ende bajáramos la contaminación de un planeta que merece mejor suerte. Qué tal que al menos apagáramos todos juntos el televisor. Qué tal que… Ponga usted, querido lector, aquí la continuación que quiera en la inteligencia de que son muchas las tareas que podríamos los pueblos asumir como nuestras, aunque no lo sean, convencidos de que en poco tiempo lograremos construir ese otro mundo posible, fraterno y habitable para todos.
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