El Correo Ilustrado
Leo las declaraciones de la vicepresidenta de España, María Teresa Fernández de la Vega, y no puedo sino manifestar mi indignación.
España parece olvidar que México es un país independiente desde 1821; los gobiernos recientes de nuestro país han contribuido a ese olvido.
Por tres siglos, la monarquía peninsular extrajo plata, oro, grana; el trabajo esclavo indígena fue otra fuente inagotable de ingresos. Por la explotación, entre otras cosas, la población indígena disminuyó en millones; el historiador George Baudot considera que entonces tuvo lugar el genocidio más grande de la historia de la humanidad.
Se dirá que no hay que abrir antiguas heridas. La actitud de España frente a México en los últimos años hace imposible olvidar ese pasado.
Y mejor no olvidarlo, si no queremos ir a dar de nuevo a las manos de la España explotadora. Muy distinta de la España del exilio, esa que en 1939 llegó generosa y permitió, entonces sí, mitigar la herida insoslayable que representan la conquista y la colonización.
Las consecuencias de esos hechos históricos están a la vista: un gobierno socialista (¡!) que vuela en círculos sobre los pozos petroleros relamiéndose, y un gobierno que recuerda a aquellos caciques indígenas que, a diferencia de los que murieron en la guerra, renegaron de sí mismos y vendieron a su gente para tener el “privilegio” de montar un caballo o vestirse a la usanza española. Frente a ellos no queda sino la dignidad de la resistencia de ayer y de hoy.
Cristina Barros
N. de la R.(Intelectual y Académica, hija del Rector de la UNAM en el 68, Javier Barros Sierra, ex Directora del Colegio Madrid y colaboradora de La Jornada)
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