Eran las cuatro y media de la mañana, la escuela quedaba a sólo dos calles de la casa. Y no era cualquier escuela; esta había sido, hasta a mediados del siglo XIX, el convento adosado al magnífico conjunto de la Basílica de la Soledad y estaba hecho de la cantera verde típica de la vieja Antequera. Ahora albergaba a la escuela Normal Urbana. Sí, de esas a las que quiere convertir el esperpento sindical en escuelas de turismo. También daba abrigo a la primaria Juan Jacobo Rousseau. Mucho después supe que el notable JJ fue precursor del Romanticismo y autor de una doctrina que sostiene que el ser humano es naturalmente bueno y que la sociedad corrompe esta bondad y por lo tanto hay que volver a la virtud primigenia.
La leyenda hecha rumor a voces era que había esqueletos de las monjas enterradas en el segundo y enorme patio del viejo y reluciente convento; a esa oscuridad cerrada de la madrugada habíamos sido citados. Llegué a la cavernosa soledad de los claustros y pilares que formaban sus patios interiores. Por el sonido de algunas voces ya habrían llegado algunos más. Nadie nunca prendió luz alguna y además de voces distantes se oía un sonido repetido, breve, agudo y peculiar que se movía en el aire. Era escalofriante. ¿Espíritus vagantes de las fallecidas monjas? Algunos huían despavoridos hacía la relativa calma de la Plaza de la Danza, una enorme explanada que recibía la luz soterrada de un par de distantes arbotantes débiles, otros, curiosos, escudriñamos hasta atrapar lo que resultó ser ratoncillos voladores; murciélagos. No sabíamos entonces de sus nombres.
Dieron las cinco y nos llamaron a formarnos en filas de cuatro en fondo, los más altos al frente. Mis compañeros tomaron la brazada al hombro de sus compañeros enfrente, a mí me tocó ir hasta adelante y al redoble de los tambores enfilamos sobre las todavía oscuras calles de la ciudad. Luego a los tambores los acompañaron cornetas con las clásicas notas marciales de los desfiles.
Solo puedo imaginar que esa madrugada la ciudad entera se despertó temprano y que algunos somnolientos habitantes miraron desde sus ventanas en asombro a está bandada de chiquillos de primaria que practicaban para el desfile del 16 de Septiembre.
***
Fueron 7 muertos y 135 heridos y se le atribuye al narco. Dos granadas de fragmentación en medio de la multitud ansiosa de algún placer en este México aciago y en espiral de decadencia. Fue al final del grito, en un estado gobernado por muchos años ya por el perredismo nominal. Existen 5 posibilidades; el narco, el EPR, el Yunque, la CIA y el mismo gobierno federal. Eliminamos de este ejercicio al gobierno estatal pues no tendría ventaja alguna y si muchas desventajas sabotearse a si mismo. Los primeros dos, narco y EPR, nunca han actuado contra civiles. Los últimos tres, sí. ¿Le conviene al narco ó al EPR convertirse de repente en enemigos del pueblo? No. ¿Qué conveniencia tendría para ellos? Ninguna. El Yunque ha asesinado civiles y le convendría causarle un desmadre al gobierno perredista local para hacer acrecentar el autoritarismo represor proveniente de sus socios en el gobierno federal. La CIA gringa (Agencia Central de Inteligencia), ha matado a cientos de miles de civiles alrededor del mundo y su motivo sería causar inestabilidad en nuestro país para incrementar su intervención directa en la militarización, llevada a cabo torpemente por los ineptoscorruptos en el gobierno federal y con la mira puesta en la reposesión del petróleo mexicano para su país. Por último, el gobierno federal ha asesinado civiles inocentes (remember Atenco) y los continúa asesinando casi a diario. Les convendría para justificar un estado de excepción aún mayor, quebrantando los derechos civiles al máximo. Una especie de Torres Gemelas en chiquito.
Escojan ustedes.
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