viernes, julio 03, 2009
Calderón y la elección deslegitimada
Felipe Calderón en el Foro Nacional de Seguridad con Justicia, ante los poderes Legislativo y Judicial, afirmó: hay ausencia de ciudadanos en los partidos, introducen a los peores políticos en la vida pública cuando se demanda la postulación de los mejores, ha fallado la clase política alejada de las demandas ciudadanas; y concluye: si no convencen los partidos, hagamos otros. Eso es precisamente lo que reclaman quienes proponen anular el voto, quienes en números crecientes repudian toda la operación electoral. Lo sorprendente es que lo afirma formalmente el Presidente de la República, a unos días de la elección. Él, el más conspicuo exponente de la clase política que ha fallado; quien ha apoyado a su partido con argucias, acciones desequilibradoras, presencias o ausencias intencionadas, partido que finca toda su estrategia electoral en virtudes ejemplares calderonistas, que en realidad construyen las televisoras. Él, quien por conducto de Germán Martínez impuso en el PAN a sus candidatos, censura que los partidos no postulan a los mejores. Él reconoce como legítimo el reclamo de ineficiencia de los partidos en medio de una exigencia de justicia y una seguridad que no llegan, a la mitad de su sexenio. Sí, lo ha dicho, como crítica severa, como si fuera ajeno a lo que denuncia y no el responsable más destacado. Al recomendar el Presidente que si no gustan los partidos se cambien, acepta que el disgusto es real, pero a él sí le gustan, gobierna en alegre concertación con los tres principales: el PAN a su imagen y semejanza, el PRI cupular, cogobernante y la facción perredista asimilada. Tres y uno solo verdadero. ¿Será esta unión uno de los partidos que haremos nuevos? Basta recordar el reciente debate light —el único— del trío en Televisa para apreciar su indiscutible identidad. Al aguerrido Germán acusando al PRI de narco con un ejemplo de hace 20 años y la débil respuesta de la otrora rotunda Paredes que olvidó, además de ser oposición, la multitud de funcionarios de seguridad de este gobierno involucrados. Ante la crisis, salvo repetir indicadores que aparecen diariamente en los periódicos, ninguno propuso algo concreto, nada que toque al modelo neoliberal, con los poderosos intereses ahí anidados, aunque el perredista Ortega mencionó, sin definir, la necesidad de cambio de modelo económico, salvo en materia de petróleo, cuya desnacionalización avalaron orondos. El debate de mentirillas concluyó esperanzador con la orientación del mismísimo López Dóriga, gran unificador espontáneo: ¿estarán de acuerdo en algo? Claro, se apresura el trío, tenemos coincidencias. Sí, diremos nosotros, en la falta de definiciones alternativas, no de spots. ¿A eso se referirá Calderón cuando reconoce que los partidos y la clase política están lejos de las demandas populares? Pero, eso sí, cercanos por sus intereses personales. Hagamos nuevos partidos, recomienda Calderón, y de inmediato, ya existe otro en ciernes, el de Televisa y TV Azteca, que bajo la tutela del estratega de la “ley televisa”, Tejado Dondé, han integrado, entre parientes y pasantes de sus jurídicos, una falange de candidatos asegurados con la marca del Verde, que sube milagrosamente. ¿Serán esas las postulaciones democráticas que reclama la sociedad para defender sus intereses, como nos recuerda Calderón? Marchamos a una elección deslegitimada, por las condiciones que reconoce el Presidente: el Senado que llama a una reforma electoral al cuarto para las 12; el temor que expresa la Coparmex; el IFE con sus foros atropellados. El efecto positivo de la anulación del voto es ya innegable. El 6 de julio se pretenderá justificar todo, pero no se olvidará el rechazo rotundo a la partidocracia, a liderazgos hechizos y su manejo oscuro de recursos, el contubernio en la fabricación de mayorías despreciando a las bases y al electorado. Legalidad no da legitimidad. Una elección igual deberá hacerse imposible.
mbartlett_diaz@hotmail.com
Ex secretario de Estado
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