Joaquín Ortega Arenas
Nada hay tan injusto y cruel como lo ha sido el trato que los “conquistadores” que con armas de acero, pólvora y armaduras también de acero han dado a los habitantes de éste que llamaron “El Nuevo Mundo”.
En lo que hoy conocemos como América, vivían pueblos con un alto grado de desarrollo y civilización. Si revisamos la geografía, de Norte a Sur, nos encontraremos con que en el Norte de lo que hoy son los Estados Unidos de América, desde el siglo XII de la Era Cristiana, se constituyeron en verdaderas naciones, (mohicanos, oneida, seneca, ondondaga y cayuga) que llamaron Liga Haudenosaunee en la que muchos, pero muchos años antes de que ocurriera un fenómeno similar en el “Viejo Mundo”, establecieron la igualdad para el hombre y la mujer, la limitación y división del poder, situación que prevaleció hasta la llegada de los europeos, en el año de 1607 en que un grupo de colonizadores ingleses fundaron la primera colonia en Jamestown, Virginia. Con posterioridad, llegaron puritanos ingleses colonizadores en 1620 y se establecieron en Plymouth, Massachusetts. Iniciaron su estancia saqueando depósitos en los que los nativos guardaban maíz, y un panteón indígena, lo que inició un combate permanente con éstos. A partir de entonces, la “colonización” quedó limitada a la extinción violenta de los habitantes de todos los territorios aledaños a aquellos en que se habían establecido primitivamente.
Más al Sur, a la Mesoamérica Gigante, llegó, a partir de 1519, la “colonización” española, que se inicia con la llegada a América de un grupo expedicionario español que, representando a los Reyes Católicos de Castilla y Aragón, partieron desde el Puerto de Palos de la Frontera, comandados por Cristóbal Colón, y llegaron el viernes 12 de octubre de 1492 a una isla llamada Guanahaní en lo que hoy es San Salvador (Bahamas). Más tardó Colón en pisar tierra americana que en tomar posesión de esas tierras en nombre y beneficio del Rey de España. Poco tiempo después, en 1519, Hernán Cortés, llegó a Cozumel y repitió la toma de posesión de la isla en nombre del Rey de España, acto que volvió a llevar a cabo al llegar a Chalchihuecan, al que denominó la Villa Rica de la Vera Cruz, en la que estableció un Ayuntamiento que lo nombró Capitán General, y nuevamente tomó posesión de las tierras a las que llegó en nombre del Rey de España.
Mesoamérica Gigante había llegado a un elevadísimo grado de cultura. Dominaban aquí la astronomía a un grado que les permitió elaborar un calendario que aún hoy día no ha podido ser superado. Predijeron fenómenos astronómicos como eclipses de sol hasta el año 2012, habiendo ocurrido el último también previsto, en el año de 1995. El monolito llamado “Calendario Azteca”, contiene los datos que se mencionan. En medicina, lograron realizar trepanaciones cerebrales hasta de cuatro centímetros de diámetro, con la curación del enfermo, dato que se conoce por los cráneos encontrados en México y Guatemala, con osificación de casi total de la placa de oro con que cubrieron el hueco realizado en la operación. La “Suma Medicinalis”, Códice recopilado a mediados del Siglo XVI por Juan Badiano, fue adoptado por el Rey de España por los grandes conocimientos que de herbolaria medicinal contenía, aún vigentes. La propiedad era comunal, y el desarrollo de todos los aspectos de la vida civil y la cultura, consecuencia de ese sistema, Nuestros conquistadores… llegaron primero a robar, e inmediatamente después a destruir indiscriminadamente bienes culturales, arquitectura y organización social. El Padre Landa, Obispo de Yucatán, se lamentaba de haber quemado miles de documentos, operación que interrumpió en el momento en que se dio cuenta de lo que hacía y, gracias a eso, se conservó menos de una cuarta parte de lo incendiado.
Al pasar la propiedad de la tierra a la Corona de España, las comunidades quedaron en situación de hambre y constante lucha por su subsistencia. Los conquistadores conisderaban a los nativos de esta tierras “animales”, por el hecho de ignorar la religión católica, y en base a esa forma de pensar esclavizaron a los nativos, y a los rebeldes sencillamente los exterminaron.
La intervención de Fray Juan de Zumárraga, Don Vasco de Quiroga y sobre todo de Fray Bartolomé de las Casas, fue determinante para que la Corona de España “otorgara” mercedes a las comunidades indígenas para conservar sus tierras, siempre sujetas a juicios chapuceros entablados en su contra.
Vino la independencia de los pueblos sojuzgados, y poco se ha logrado desde entonces para reparar los atropellos cometidos en contra de las comunidades. Los criollos, herederos de la colonia, pronto se apoderaron de todo. Tal parece que una de sus prioridades fue la de seguir sojuzgando y saqueando a las pueblos indígenas. Los han privado de sus tierras, de sus aguas, de sus creencias, de su idioma, de sus tradiciones pero…
Los pueblos indígenas de la Mesoamérica Gigante existen. Nada ni nadie ha podido destruirlos. Conservan sus creencias. Conservan sus mitos, sus costumbres, sus lenguas originales. No han servido gran cosa los quinientos veintisiete años de explotación a que se les ha sometido. Viven y vibran y no habrá de pasar mucho tiempo sin que los veamos resurgir, desgraciadamente en medio de un charco de sangre.
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