martes, febrero 06, 2007

Otra vez sobre la ciencia

René Drucker Colín

Si mal no recuerdo, el 16 de enero pasado el flamante director de Conacyt, Juan Carlos Romero Hicks, declaró algo que me dejó atónito. Dijo que el gobierno, o sea el Estado mexicano, invertía 0.7 por ciento del producto interno bruto (PIB) en ciencia. Al menos eso leí en el periódico. Esto se parece a cuando el gobierno del Distrito Federal hizo crecer un carril más en el Viaducto en 24 horas, pintando una raya adicional a lo largo de ese eje vial, haciendo que aparecieran tres carriles en lugar de dos, pero obviamente sin ampliar el eje.

Ahora sí que el director del Conacyt nos amplió el presupuesto verbalmente, sin dar un solo centavo, pues a la fecha los diversos proyectos aprobados de la Convocatoria de Ciencia Básica de 2005 no han visto "la luz", ya no se diga los de 2006. La realidad es que en el Conacyt o no tienen idea de lo que pasa o quieren hacernos pensar que nadamos en recursos, siendo que a la fecha ese consejo está como ausente. Las declaraciones que se le han escuchado es que quieren promover la enseñanza de la ciencia, asunto que se me figura como responsabilidad de la SEP, y entrarle al problema del agua, lo que compete a Conagua.

Desde luego que el problema del agua es un importantísimo asunto y cabe señalar que ya la UNAM junto con la Conagua han tenido varias reuniones, de las cuales ha surgido un importante documento de estrategias científicas y legales para iniciar una serie de acciones conducentes en el futuro a resolver el problema del agua. Quizás le convendría al Conacyt informarse acerca de este enorme esfuerzo que surgió a partir del Foro Mundial del Agua, que se llevó a cabo en México el año pasado.

Por otro lado, Romero Hicks señaló que se debe seguir con los incentivos fiscales, con lo cual coincido, pero no como han operado hasta hoy día. Se ha declarado una inversión de 4 mil 500 a 5 mil millones de pesos en incentivos fiscales. En realidad, el esquema no es uno de dinero fresco, sino más bien que Hacienda deja de percibir esa cantidad, pues el esquema supone que aquellas compañías que desean desarrollar algún proyecto tecnológico pueden deducir de impuestos 30 por ciento del costo del proyecto, si éste es aprobado por el Conacyt. Sin embargo, a la fecha no hay, o a lo mejor hay pero no lo conozco, un informe sobre cuáles han sido los éxitos comprobados de estos incentivos fiscales. En otras palabras, qué productos tecnológicos novedosos, mexicanos y aprovechables han surgido de esos incentivos fiscales. Si los hay, sería bueno conocerlos para aplaudir la eficacia de la estrategia de incentivos fiscales, y si no los hay, quizás analizar qué fue lo que falló y cómo restructurar el proyecto de incentivos. De hecho, es probable que haya habido poco éxito, pues una buena cantidad de los incentivos fueron de cantidades muy pequeñas (había incentivos de mil, 3 mil y 5 mil pesos) con lo cual es dudoso que pudiera haber algún desarrollo tecnológico importante.

Por otro lado, de 2001 a 2004 a la Volkswagen le dieron incentivos fiscales por 155 millones 287 mil 769 pesos, y a Delphi Automotive Systems por 120 millones 195 mil 727 pesos. La pregunta sería: ¿para qué exactamente fue otorgado el incentivo fiscal? Ojalá y el incentivo fiscal no haya terminado siendo más bien evasión fiscal. Que quede claro: yo no estoy en contra de los incentivos fiscales, al contrario, pienso que deberían fomentarse ampliamente, pero mínimamente debería de cuidarse su ejecución, vigilar muy de cerca los resultados y lograr la mayor transparencia posible sobre éstos. Y habrá éxitos y fracasos, así es esto, pero que todos sepamos lo que se hizo.

En fin, hasta hoy día la ciencia ha estado en manos de muchos personajes ineptos o, si se prefiere, de personas con muy poco conocimiento de la ciencia y sus alcances; y por otro lado, los responsables de otorgar los recursos para la ciencia tampoco logran captar las capacidades estratégicas que ésta tiene para la nación. Yo ya no sé, si es ignorancia o desinterés, o si simplemente es que el país está a la deriva y la ciencia está ahí adentro: en el mismo barco.

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