Miguel Angel Velázquez
El plan B entró en automático. Nueva Izquierda tenía, bajo la careta que le arrancó el congreso perredista recién pasado, la otra máscara, esa que con docilidad absoluta le sonríe al poder. Menos ostentosa, pero confeccionada con los mismos hilos de mentira y engaño.
Más que a su línea reformista o entreguista, dirían los críticos más duros, los miembros de la tribu que jefatura Jesús Ortega, fieles a la tradición de ir a donde el viento los lleve, salieron desesperados al principio de la semana que terminó, a respirar un poco de aire limpio, después de naufragar en el mar de patrañas que ellos mismos construyeron, con declaraciones que pretendían hacer creer, a quien quiso creerles, que había una rectificación en su forma de construir la complicidad con el PRI y con el gobierno panista.
El senador Carlos Navarrete, consumado prestidigitador, ilusionista en el quehacer político, entregó a la gente (La Jornada, 21 de agosto) su “posición firme” respecto de las resoluciones del congreso perredista: “El señor Calderón nunca va a recibir el reconocimiento, ni público ni privado, ni en el Congreso ni fuera de él, de una Presidencia que no ganó con legalidad, de manera limpia y que no puede exigir y pedir de la oposición de izquierda una posición sumisa. No la tendrá nunca”.
Eso fue publicado el martes pasado, el mismo día en que el diputado de Acción Nacional Héctor Larios aseguraba que ya había un acuerdo para que la presidencia de la Cámara de Diputados quedara en manos del PRD.
Dos días después, el jueves 23, el propio Navarrete trató de explicar, a quien se lo pidió, que el resolutivo del décimo congreso perredista fue “no aceptar” que Calderón use la tribuna, y que nunca se utilizó el “no permitir. “Hay una diferencia semántica sustancial entre no permitir y no aceptar”, enredó el senador.
Y luego, a fin de cuentas, al cierre de la reunión de legisladores perredistas que se celebró en Michoacán, Carlos Navarrete sentenció la postura de diputados y senadores para el primer día de septiembre próxmo: “Nada ni nadie” impedirá que Felipe Calderón, “el Ejecutivo federal”, arribe a San Lázaro para cumplir su obligación constitucional.
Todo esto, desde luego, sin faltar, según él, a la postura explícita de que Calderón no le puede pedir a la izquierda una posición sumisa, y aunque el señor Calderón nunca reciba el reconocimiento público, privado o en el Congreso, de una Presidencia que no ganó, según la declaración del mismo senador perredista, aparecida en un desplegado el día 22.
Total, Calderón entrará y saldrá del Palacio Legislativo, según parece, reconocido por el silencio cómplice de los perredistas, a menos que decidan hacer lo que los lectores de Jaime Avilés recomendaron: no asistir a la sesión, lo cual parece imposible porque cuando menos la gente de Nueva Izquierda está convencida de que calladitos, y bien portaditos, se verán como el poder los quiere, y a lo mejor hasta los premian.
Enterados de cómo viene la jugada, los miembros del Frente Político de Izquierda se reunieron el viernes anterior con Marcelo Ebrard y Alejandro Encinas, y concluyeron, luego de no mucho debate, que en la campaña por la máxima cartera del PRD, a la que aspira Encinas, la diferencia entre lo que hace Nueva Izquierda y lo que propone el ex jefe de Gobierno deberá ser la tónica en la lucha.
Cuando menos esa fue la recomendación que hizo Marcelo Ebrard a los asistentes, y que secundó el propio Encinas que, por cierto, llegó una hora tarde a la cita, debido, dijo, a un retraso en el avión que lo regresaba al Distrito Federal después de estar en Zacatecas.
Total, a estas horas, la lucha entre los chuchos, empecinados en la consigna tramposa de no reconocer reconociendo, y la gente del Frente Político de Izquierda que apoya a Encinas, se va haciendo más profunda, pero más clara. Por un lado quienes no apoyan a López Obrador pero dicen que lo apoyan, y los que sí están con él. ¿Será cierto que al ex candidato presidencial no le van a alcanzar los votos? ¿Será cierto?
De pasadita
Y ya que de patrañas hablamos, mírese de cerca la declaración del socialdemócrata Jorge Carlos Díaz Cuervo, que, diga lo que diga, a invitación de Víctor Hugo Círigo –éste de la socialdemócrata Nueva Izquierda– quiere invitar al recinto de la Asamblea Legislativa a Felipe Calderón. El asambleísta se apresuró a decir que por su boca no hablaban las intenciones de Nueva Izquierda, lo malo es que todo el mundo pudo ver quién manipulaba los hilos de su conducta. Cuando menos así lo comentaban ayer algunos distinguidos asambleístas que repetían una y otra vez, con ingenuidad perversa, una sola pregunta: ¿de qué se trata todo esto?
Nosotros también pero sin la perversión, al ver tanta mierda nos preguntamos ¿de qué se trata todo esto? Por lo menos la resistencia sí lo tiene claro, se trata de acabar con la simulación, luchar por nuestros derechos y transformar al país, ¿difícil, no? Sí, pero no hay de otra, no se puede seguir viviendo de rodillas.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario