lunes, septiembre 10, 2007

San Lázaro y el Zócalo

Julio Hernández López

Vuelcos adversos a F.C.
Se le aparece AMLO
Grititito militarizado

Felipe Calderón no pudo sostener la ventaja que obtuvo el pasado primero de septiembre, cuando logró llegar sin oposición a San Lázaro a entregar un Informe de naderías. Ese lance, que pudo abrirle el camino al reconocimiento de facto de su condición “presidencial”, y que habría significado la consolidación de la corriente dialoguista encabezada por los chuchos, fue manchado de inmediato por las maniobras de infantil censura que el círculo íntimo de Los Pinos y la cavernícola racionalidad política de Gobernación aplicaron al discurso de la amigable presidenta de la mesa directiva de la Cámara de Diputados. Luego, con un acto dominical en Palacio Nacional, que dio cuenta de la enorme inseguridad y poca estima de sí mismo que tiene el presunto jefe del Estado mexicano, se produjo una resurrección tragicómica del ritual informativo presidencialista.

Aquella batalla de San Lázaro a causa del primer Informe “presidencial” ha quedado políticamente ya muy lejos (y los historiadores del calderonismo consignarán cómo se desperdició la insólita y acaso irrepetible oportunidad en que los astros institucionales se alinearon favorablemente a las expectativas felipenses: lástima, margaritos chuchos). Y hoy nuevamente está instalado el equipo 0.56 por ciento en un escenario peliagudo, con reacciones iracundas y retadoras de los factores de poder que se sienten traicionados por las torpezas del felipismo y con la posibilidad de que los increíbles enredos operativos del equipo Timbiriche de gobierno reactiven y potencien la figura de su adversario superviviente, el bombardeado Peje, quien a pesar de todo sigue activo y con fuerza, y que ahora tiene (así como Felipe el pasado primero) una oportunidad importante de ganancia política.

Resulta que al michoacano, quien gusta de entonar el corrido de El hijo desobediente (todo un caso de diván, del que algún día se hablará en esta columna musical-siquiátrica), se le han desinflado las propuestas de reformas legislativas con las que pretendía convencer a los mexicanos todos de que ¡al fin! ya estaba gobernando. Trágico resultaría para el gastalón de Los Pinos (¿cuánto dinero público se invertirá en los desfiles militares por todo el país, en el combate al narcotráfico y en las disidencias sociales?) que su pretendida reforma fiscal quede en nada o en poca cosa. Pero aún más trágico es que, incluso consiguiendo que saliera adelante la propuesta Carstens, el crecimiento económico sería tan pobre que en el escenario optimista oficial se llegaría el año entrante a un crecimiento de 3.7 por ciento, o de 3.5 por ciento si no logran los cambios buscados. Pase lo que pase, el país seguirá, si bien van las cosas, estancado (falta ver el impacto de la anunciada crisis gringa).

En ese contexto, López Obrador ha decidido aparecerse este martes por San Lázaro para empujar a los diputados del Frente Amplio Negociador, perdón, Opositor, a que se esmeren en impedir que sea aprobado un impuesto a la gasolina y otras linduras que forman parte de la llamada reforma fiscal. Ésta será la primera ocasión en que el llamado “presidente legítimo” habrá de ponerse abiertamente al frente de sus huestes legislativas para acotar y dirigir un proceso específico. Será también una ocasión importante para consolidarse como el único referente adverso a las políticas de ordeña fiscal que la administración calderonista pretende poner en práctica.

Luego sigue en la agenda quemante la ceremonia del Grito de Independencia, en la que Calderón estará nuevamente contra la pared, respaldado por el aparato militar que ya ha comenzado a tomar posiciones en el Zócalo capitalino con la esperanza de garantizar al michoacano alegre que pueda dar un Grito escenográfico para difusión especial a través de los medios, en los que diariamente se vuelcan millones de pesos a cuenta de machaconas campañas con las que se pretende convencer al auditorio de que las cosas van muy bien con el gran Felipe. Pero, enfrente, el licenciado F.C. tendrá a miles de ciudadanos decididos a ingeniárselas para protestar frente al ocupante del balcón central de Palacio, mientras en contrapartida histórica la senadora Rosario Ibarra de Piedra dará un Grito alterno, que en esencia será la reivindicación de las luchas sociales del pasado y del presente.

Si en política un día puede ser muchísimo tiempo, 10 o 15 pueden ser una eternidad. El primero y 2 de septiembre, en sus informes de nada, Felipe sonreía y creía tener un ancho camino abierto. Hoy las cosas se le vuelven a complicar, no sólo por lo que en ellas mismas existe, sino por la falta de oficio político de un equipo que actúa día a día como si tuviera plena conciencia culposa de su falta de legitimidad.

Astillas

Decidida a ensalzar a Felipe Calderón, la revista oficial del PAN, La Nación, utiliza una extraña forma de medición para resaltar “el oficio político y la firmeza” del michoacano: “ha consolidado su liderazgo, sobre todo dentro del gabinete”, dice en tipografía destacada en su primera página. ¿Sobre todo dentro del gabinete?, pues sí, así lo señala el órgano de difusión del partido que preside Manuel Espino. Gran logro de un presidente formal de la República ha de lograr imponerse sobre un conjunto de funcionarios que él nombró y a los que puede remover libremente. “Liderazgo y oficio político” es el título de portada del número 2297 de La Nación que, por cierto, centra sus críticas en el PRD (del PRI hace apenas alguna mención de pasada) y en Marcelo Ebrard. Uno de los artículos de esa publicación se titula “PRD, ¿guerrilla de cuello blanco?”, en el que se afirma que “gran parte de las resoluciones aprobadas en el último congreso perredista parecen más la declaración de un movimiento guerrillero que el programa de acción de un partido político democrático”. Por tanto, la organización del sol azteca es bautizada como el “EPRD”… Y, mientras el semanario de la arquidiócesis norbertina, titulado Desde la Fe, sigue convertido en órgano de difusión partidista, específicamente blanquiazul, ¡hasta mañana!

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